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Las patadas pedagógicas

BUENOS AIRES -- "Creo que fue innecesaria y desmedida la manera en que traté de sacarle la pelota a Lea. Aunque sé también que fue una jugada desafortunada", fue la mentira piadosa con la que Agustín Orión explicó la desmesura cometida en un entrenamiento contra su compañero Leandro Paredes.

Cualquiera que haya visto el video de la jugada en cuestión advierte que la reacción del arquero es propia de la calentura. Y que la patada que terminó en lesión grave no intentaba "sacarle la pelota a Lea" sino escarmentar a un pibe que, para la escala de valores de Orión, se estaba pasando de vivo.

El costo de la pedagogía de Orión es la rotura de ligamentos del tobillo izquierdo del pobre Paredes, quien deberá guardar reposo casi tres meses.

La demora en el restablecimiento dañará a Boca y a Paredes, quien, luego de una temporada de postergación, parecía recuperar terreno en la consideración del entrenador.

Todos los perjuicios se cuantifican, especialmente en un negocio como el fútbol, tan cambiante que la pérdida de una oportunidad puede significar el naufragio de una carrera.

De modo que, casi con seguridad, Orión será debidamente multado por atentar de manera consciente contra el patrimonio del club.

Se supone que lesionar a un compañero es una falta más grave que llegar tarde a un entrenamiento o estirar las vacaciones. Pero también hay que recordar que el técnico de Boca, Carlos Bianchi, llamó a sus dirigidos a actuar con suma energía, por decirlo con elegancia, cuando sospechó que los juveniles de Racing se excedían en los lujos.

Hay cierta violencia tolerada, sobreentendida. Y es la que se ejerce sobre aquellos jugadores que exhiben su repertorio de habilidades en los momentos favorables. Por ejemplo, cuando su equipo gana por goleada y el rival está aturdido porque además acaba de sufrir dos expulsiones.

Es cierto que esas canchereadas son abusivas, hirientes y hasta cobardes. Generalmente provienen de jugadores inexpertos, con escaso sentido de la oportunidad. Del otro lado del mostrador, en lugar de enarbolar las patadas como el mejor correctivo (moral), los jugadores más "experimentados" podrían acudir a la templanza que otorgan los años y el lomo curtido.

Pero no. Los futbolistas maduros, como Orión, creen que enderezan a los juveniles sacándolos de la cancha. Aunque se trate de un entrenamiento y aquellos que se envician con la pelota sean sus compañeros. A los célebres códigos del fútbol habría que hacerles algunos retoques, ¿no?