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La Trama de Tampa

EL SALVADOR -- La investigación publicada hoy por los periódicos El Gráfico y La Prensa Gráfica de El Salvador abre una puerta al submundo del negocio del amaño de partidos en el área de CONCACAF.

Dos futbolistas de la selección salvadoreña fueron identificados con nombre y apellido en los testimonios recolectados por FIFA, como parte de una investigación por arreglos de resultados deportivos para favorecer a apostadores: José Mardoqueo Henríquez, quien jugó 3 partidos como titular en la Copa Oro 2013; y Marvin González, ex capitán de La Selecta. Además, otros 5 futbolistas formaron parte del complot para vender el encuentro que el seleccionado centroamericano perdió ante los Estados Unidos en Tampa, aquel 24 de febrero de 2010. Todo esto ha sido publicado por ambos medios.

¿Pero qué pasó en aquel viaje de La Selecta a Florida? ¿Cómo se dio el encuentro con los representantes de la mafia singapurense de las apuestas? El equipo de E:60 Deportes, de ESPN, pudo hablar con involucrados en aquel amaño, quienes aceptaron contar su versión con la condición de proteger su identidad. Aquí, los detalles de esta trama.

En aquellos días de febrero de 2010, la Selección de El Salvador viajó a los Estados Unidos para jugar su primer encuentro luego de quedar afuera en las eliminatorias para Sudáfrica 2010. Carlos De los Cobos ya no estaba más al mando del equipo, y su asistente José Luis Rugamas se hizo cargo de la tarea.

En aquel viaje, el plantel salvadoreño se alojó en hotel Doubletree Tampa Airport, casi pegado a la cabecera sur de las pistas, y a un paso de la carretera 275, que desde allí cruza la bahía de la ciudad. Se trata de una zona densa de hoteles. Unos veinte establecimientos conviven en una milla a la redonda. Y el detalle no es menor: desde su hotel, a pie, salió un grupo de jugadores de El Salvador para encontrarse con sus contactos, que ofrecían dinero a cambio de arreglar el resultado del partido contra Estados Unidos.

Aquella vez el acuerdo no fue via Skype, modus operandi habitual en otros arreglos. En esa ocasión, todo fue cara a cara.
La cita ocurrió en otro hotel de esa zona. Los interlocutores de los futbolistas fueron dos personas de rasgos orientales, a los que luego se les sumaron otros tres individuos que hablaban en castellano, pero con un acento particular, poco familiar.

Sobre una hoja en blanco quedaron plasmados los nombres de los jugadores que estarían involucrados en el complot futbolístico. A esa altura, eran ocho. Además, hubo una "hoja de ruta" para cada uno de ellos. Qué debían hacer, y en qué momento del partido. Pero no estarían solos: desde el banco de los suplentes, alguien del plantel recibiría instrucciones, ajustes al plan. Todo dictado por quienes ofrecían diez mil dólares a cada uno de los cómplices para que El Salvador perdiera ese partido.

Lo que no quedó resuelto en aquella reunión fue el método de pago. La primera opción fue una entrega en efectivo, que se concretaría días después, en Los Angeles, antes del encuentro que La Selecta finalmente terminó perdiendo 2-1 frente a Guatemala. Pero luego prevaleció la alternativa de pagos vía cheques girados desde un banco de Singapur. La confianza entre por lo menos un jugador y quienes les ofrecían este negocio sucio volcó la balanza.

En la noche del partido, sobre el césped del Raymond James Stadium, el plan salió como estaba previsto. Los goles estadounidenses cayeron en los últimos 20 minutos de partido. En la banca, un teléfono celular no paró de sonar. El contacto directo entre tribunas y campo de juego se concretó. Y aquellos que perdieron, ganaron.

NO SERÍA LA ÚLTIMA VEZ

A fines de ese mismo 2010, la selección de El Salvador viajó a Ciudad Quesada, Costa Rica, para jugar un amistoso ante la selección local. Allí, una vez más, un grupo de futbolistas aceptó jugar para favorecer a apostadores. Y lo mismo ocurrió durante la Copa Centroamericana 2011, en Panamá. Aunque con una diferencia con respecto a Tampa: volvieron al método conocido, y el Skype reemplazó las reuniones frente a frente.