Jerry Crasnick 11y

Beltrán debe terminar en el HOF

Adam Wainwright y Carlos Beltrán estarán por siempre ligados en un momento congelados en el tiempo. En la Serie de Campeonato de la Liga Nacional en 2006, Wainwright lanzó la curva de su vida y Beltrán se quedó quieto en el plato mientras la pelota aterrizaba en la mascota del receptor Yadier Molina y le arrebató la vida al Shea Stadium. Los Cardenales de San Luis prosiguieron para ganar la Serie Mundial, y Beltrán fue inmortalizado en la historia de los Mets de Nueva York como un espectador no tan inocente.

Cuando Beltrán firmó un contrato de dos años y $26 millones con San Luis en diciembre de 2011, Wainwright le llamó para felicitarlo y asegurarse de que estuvieran en la misma página. Él sabía que la prensa reviviría el momento hasta el cansancio, y quería asegurarse que las preguntas incesantes no crearan una brecha entre él y Beltrán de una forma que afectara al equipo.

"Le hablé y dije, 'Hey, estoy contento de que vengas. Pienso que deberíamos hablar de esto abiertamente, porque nos van a preguntar al respecto'", dijo Wainwright. "¿Y saben lo que me respondió? Dijo, 'Eso está en el pasado. Fue un gran momento para tí, y no tanto para mí. Pero dejemos eso en el pasado'. Le dije, 'De acuerdo, no hay problema'. Lo respeté tanto por eso y sigo respetándolo en la actualidad".

La conversación fue un microcosmos de la carrera de Beltrán: Baja en drama, alta en resultados. Él habla en voz tenue, es determinado y casi majestuoso en su habilidad para levantarse por encima de dramas insignificantes y distracciones, concentrándose en la tarea frente a él. Lo más cercano a una controversia que encontrarán rodeando a Beltrán se dio en un juego reciente contra los Dodgers de Los Angeles, cuando él intentó tocar la pelota con dos Cardenales en base, y generó la locura en los programas radiofónicos de discusión.

Ya no es Carlos el peligroso.

Cuando un atleta es tan modesto y tediosamente consistente, es fácil perder la huella o valorarlo por debajo de la realidad. Beltrán ganó el premio al Novato del Año con Kansas City, y admitió que "lloró como un bebé" cuando los Reales lo enviaron a Houston en 2004. Luego, firmó un contrato de $119 millones con Nueva York, donde llegó cinco veces al Juego de Estrellas y una vez se estrelló contra Mike Cameron en una colisión memorable en los jardines.

De repente, Beltrán tiene 36 años y no es tan flexible como en antaño. La cara es más robusta, el cuerpo más grueso y no tan ágil, y él tiene que elegir sus situaciones con cuidado. Pero los números reflejan una carrera abundante que sigue mejorando. Beltrán recién llegó por octava ocasión al Juego de Estrellas, una distinción que lo empata con Andre Dawson, Duke Snider, Jim Rice y Chipper Jones, entre otros. Los primeros tres están en el Salón de la Fama, y Jones va en camino.

"Como cualquier compañero o persona que haya jugado contra él te dirá, Carlos es uno de los atletas mejor dotados de forma natural en esta era", dijo Wainwright. "Él es un atleta con los dotes similares a Chipper Jones. Tienen velocidad, tienen poder y promedio de ambos lados del plato, y siempre tienen muchas formas de vencerte".

Como votante para el Salón de la Fama, estoy condicionado a ver a un jugador de élite con un ojo en el presente y otro en la posteridad. ¿Sus números cuadran con lo que me dice mi ojo, y mi corazonada afirma que estoy viendo a un futuro integrante del Salón de la Fama cuando él se para en la caja de bateo? Algún día, quizá a una década de distancia, el nombre de Beltrán aparecerá en una boleta, así que ayuda el guardar esas imágenes ahora y conservarlas para, digamos, el año 2023.

Durante un tiempo, he estado contra la reja acerca de Beltrán como un candidato a Cooperstown, pero estoy listo para saltarla y comprometerme a decir que sí. El hombre tiene un don para ganarse a la gente. O quizá solamente necesito poner más atención.

Pros y contras

Crain Wright ya está convencido. Él es un longevo estadístico de béisbol y autor, que tiene su propio sistema para clasificar las contribuciones globales de los peloteros, y apoya muy fuerte a Beltrán.

"Honestamente, este hombre podría bajarse de la acera y ser golpeado por un autobús mañana, y yo votaría por él para el Salón de la Fama", dijo Wright. "Cuando proyecto su carrera por tres años más, él tiene un argumento para entrar en su primer año de elegibilidad. No ocurrirá necesariamente. Pero él tendrá los méritos".

Wright piensa en dos factores que estarán en contra de Beltrán: 1) Ha jugado para Kansas City, Houston, Nueva York, San Francisco y San Luis, así que carece de una auténtica identidad con algún equipo; y 2) Es suficientemente eficiente en todo, pero no lo suficientemente dominante en algún área específica para haberla convertido en su contribución distintiva.

Beltrán sale mejor librado que sus compañeros en algunas áreas más que en otras. Desde la temporada 2001, él es séptimo en las Mayores en carreras (1,156) y bases robadas (265) y décimo tercero en cuadrangulares (325), mientras jugaba en parques que no siempre eran amigables con los bateadores. Pero apenas se ubica en el puesto 33 de slugging (.510) y en el 51 de porcentaje de embasarse (.364).

"Él es un jugador muy completo, y los jugadores completos que no dominan en una categoría específica tienden a ser minimizados en las mentes de las personas", dijo Wright. "Pero ellos no se dan cuenta de que si eres verdaderamente bueno en muchas cosas, puedes tener un valor inmenso sin ser una superestrella en ninguna. Él no es Rickey Henderson. No es Tony Gwynn. No es alguien que batee 50 jonrones. ¿Pero qué es lo que hace mal?".

Por supuesto, esos no son los únicos argumentos contra Beltrán. Él tiene 354 jonrones de por vida y 2,186 imparables, y los periodistas que basan sus elecciones en "estadísticas contables" notarán que él está lejos de algunas metas clásicas. El club de 300 jonrones y 300 robos es un buen lugar para residir. Pero Steve Finley y Reggie Sanders son integrantes, y ninguno está destinado para llegar a Cooperstown.

Aun así, los votantes que vean más allá de los números dominantes y se tomen el tiempo para analizar la carrera de Beltrán, encontrarán varios argumentos fuertes a su favor:

• Los conocedores de estadísticas lo aman.

Beltrán está en el lugar 83 de WAR (Victorias sobre reemplazo) entre los jugadores de posición con 67.2, un total que lo ubica junto a cierta compañía de élite. Él está delante de Roberto Alomar, Snider, Dawson, Willie McCovey y Billy Williams, y justo detrás de Gwynn, Eddie Murray, Ernie Banks y Ryne Sandberg.

Wright clasifica a los peloteros con una medición llamada WSAR (Victorias Compartidas Sobre Reemplazo), que es una variación de las Victorias Compartidas de Bill James. Un WSAR de por vida de 150 es típicamente suficiente para que un jugador ingrese a Cooperstown. Beltrán está en 148.1 y probablemente rebasará ese umbral posteriormente esta temporada. Dawson, en contraste, fue inducido con un total de 135.

Wright afirma que Beltrán ya calificó para Cooperstown con un nivel calificatorio de C+ o B-, que lo pondría en un grupo con personas como Joe Medwick y Larry Doby, y por delante de Dawson y Lou Brock, entre otros. Con otras tres temporadas productivas, Beltrán tiene la oportunidad de rebasar las 380 Victorias Compartidas. En los últimos 30 años, cada jugador que aparece en la boleta del Salón de la Fama con 380 Victorias Compartidas, ha sido inducido en su primer año de elegibilidad, con la excepción de Tim Raines.

• Él tiene un nicho -- como uno de los mejores bateadores ambidiestros del béisbol.

Barry Bonds, Willie Mays, Alex Rodriguez, Dawson y Beltrán son los únicos jugadores en la historia con 300 o más cuadrangulares y robos, 1,300 o más carreras anotadas y remolcadas, y 400 o más dobles, pero Beltrán es el único ambidiestro en ese grupo.

Mickey Mantle, Eddie Murray, Lance Berkman y Chipper Jones aportaron poder excepcional en ambos lados del plato. Tim Raines, Vince Coleman y Willie Wilson poseyeron el elemento de la velocidad, y Bernie Williams y Roberto Alomar aportaron una combinación de ambos a la mesa. Pero ningún bateador ambidiestro en la historia ha aportado una mejor amalgama de poder y velocidad como Beltrán.

También es eficiente. Desde 1950, solamente otros ligamayoristas con al menos 100 robos de base de por vida han conseguido un éxito superior que el 86.5 de Beltrán. Uno es Chase Utley. El otro es Jayson Werth.

• Él es un monstruo de la postemporada.

Entre los peloteros con 100 o más turnos al bate en postemporada, Beltrán es el líder de por vida con un slugging de .782 y un OPS de 1.252. Él es seguido por dos tipos llamados Babe Ruth y Lou Gehrig. En los playoffs de la Liga Nacional en 2004, Beltrán se fue de 46-20, y es una de las actuaciones más impresionantes de dominio en octubre en la historia del béisbol.

Un factor "wow" moderado

Generalmente, Beltrán no es visto como un jugador que hará que los aficionados pospongan un viaje a los puestos de concesiones. Pero su dominio de las sutilezas contribuye al encanto. Los compañeros de Beltrán hablan acerca de su inteligencia como jugador, y lo afinado que está a los ritmos del juego. Wainwright señala que no hay bateador más astuto en las Mayores en el arte de impactar lanzamientos telegrafiados. Si Beltrán observa y un lanzador rival sacude su guante cuando está a punto de lanzar un cambio de velocidad, o si sus pupilas se dilatan mientras se prepara para lanzar la recta, ese lanzador es hombre muerto.

Esa inteligencia se traslada al campo de juego. Beltrán ha refinado el arte de atacar los elevados de una forma deliberada, suficiente para convencer a los corredores de base rivales que quizá sea una buena idea extender sencillos a dobles, o dobles a triples -- y luego subir la intensidad, lanzando un rayo con precisión. Es alguien que lanza el anzuelo con el calibre de Larry Walker.

Él está feliz por compartir sus conocimientos y sus pequeños trucos con sus compañeros. Cuando el novato sensación Óscar Taveras llegó al campamento de San Luis en el entrenamiento primaveral, el mánager Mike Matheny lo asignó a grupos con Beltrán, Jon Jay y Molina, para que pudiera absorber la filosofía de los Cardenales, y pudiera entender cómo adoptar sus responsabilidades como ligamayorista.

"He estado en este deporte durante mucho tiempo", dijo Mike Aldrete, coach de banca de los Cardenales. "Observé a Carlos Beltrán y supe que él era un buen jugador, pero cuando llegó con nosotros tuve una visión distinta por quién es y por qué tipo de jugador es. No solamente en el campo, pero por lo que hace en el vestidor. Eso es especialmente cierto en el entrenamiento primaveral. Él tiene la paciencia y el conocimiento, y él no tienen problemas para transmitirlo a los jóvenes e incluso a sus contemporáneos que quizá no sean tan buenos con los puntos finos del juego en los jardines y el corrido de bases. Él es muy buen maestro".

Beltrán emana cierta especie de vibra como un jugador fluido y distinguido (un periodista incluso se refirió a él como "elegante"), que hace ver fácil a las atrapadas difíciles y que deposita la pelota del otro lado de la barda sin mucho ruido ni furia. Incluso los scouts que lo elogian -- prácticamente cualquiera con un cronómetro y un par de ojos -- se preguntan si él siempre entra en el mismo estado aburrido. Los problemas de rodillas de Beltrán ayudaron a incrementar esa impresión en sus últimas épocas con los Mets.

"Él no es Chase Utley de inmediato", dijo un scout de la Liga Nacional. "Él hace las cosas con gracia y si esfuerzo. Si estás de mal humor, o no estás con la mentalidad correcta, quizá pienses que él es perezoso. Pero luego de cierto tiempo te das cuenta, 'Esta es la forma en como él se mueve'. Él no es alguien que se esfuerce demasiado o que se ensucie el uniforme. Es su comportamiento corporal normal".

Envejecer con gracia

De todas formas, Beltrán se pone el uniforme y juega. Él ha aparecido en 150 o más partidos siete veces en su carrera, y rebasado los 160 partidos en dos ocasiones. "Él juega pese a muchas cosas", dijo Daniel Descalso, jugador de cuadro de los Cardenales, "y él no permite que nadie se entere cuando algo le molesta".

Beltrán se sometió a una cirugía de rodilla en enero de 2010, durante una disputa con la gerencia de los Mets, y el procedimiento hizo maravillas para él. Aunque todavía usa una rodillera en la rodilla derecha, es más como medida precautoria que le da paz mental. Ya no le molesta la tendinitis en su rodilla derecha, y no tiene la necesidad de aplicarle hielo.

Conforme envejece, él se ha vuelto más consciente del impacto de la dieta en su rendimiento, y aprecia más la necesidad de ocasionalmente bajar el ritmo. Él pasará un día levantando pesas con la parte inferior de su cuerpo, y otro trabajando la parte superior de su cuerpo, y se asegura de emplear el tercer día para recuperarse.

"Cuando estaba joven, iba a la caja de bateo y acababa conmigo", dijo Beltrán. "Cuando estás joven, a veces abusas de tu cuerpo y no piensas acerca de eso. Conforme maduras y envejeces, entiendes que no debes hacerlo tan duro como puedas cada día. Necesitas administrarte.

"Amo tener 36 años, y poder competir contra muchachos que tienen 21, 22 o 23 años. Ellos tienen toda la energía del mundo. Quizá yo no, pero tengo la experiencia, y eso es realmente valioso en este deporte".

Beltrán no planea retirarse pronto, pero, ¿se quedará en San Luis? Los Cardenales eventualmente tendrán que hacerle un espacio en la alineación al primera base Matt Adams y Taveras, cuyo progreso ha sido retrasado por una lesión en el tobillo esta temporada, y tendrán pocos turnos al bat para emplear. Mediante un correo electrónico a ESPN.com, John Mozeliak, gerente general de los Cardenales, declinó hablar del estatus de Beltrán diciendo solamente que "evaluaremos al equipo del siguiente año durante el receso invernal".

En un mercado de agentes libres relativamente pobre, Beltrán podría encontrar muchos postores en la Liga Nacional, e interés considerable de la Liga Americana, donde podría extender su carrera con la opción del bateador designado. El pensamiento de sentarse en la banca y esperar sus cuatro turnos al bate por partido es ajeno a Beltrán. Pero sabe que es un escenario que quizá deba considerar.

"Honestamente, no pienso acerca de eso", dijo Beltrán. "Mientras me mantenga sano y sienta que ayudo al equipo, entonces solamente quiero practicar este deporte. Actualmente, tengo 36 años. A veces, llegas al parque de pelota y sientes que quieres jugar tres o cuatro años más, y algunos días es difícil. Ahorita, honestamente, yo diría que quizá tres o cuatro años más".

Beltrán siempre ha idolatrado a su compatriota puertorriqueño, Roberto Clemente, quien fue inducido de manera póstuma al Salón de la Fama en una elección especial en 1973. Clemente fue una estrella trascendente que se fue muy pronto. Beltrán, en contraste, se acerca al electorado del Salón una campaña a la vez. Si los votantes ponen suficiente atención, un día él pagará tributo a su héroe en los escalones de Cooperstown.

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