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Federer, diez años y medio después

BUENOS AIRES -- Diez años y medio. Roger Federer pasó todo ese tiempo dentro del Top 5 del ránking de la ATP. Una marca brillante desde dónde se la mire. El título en Marsella en 2003 le permitió ingresar en el selecto grupo; ahora, su caída en cuartos de final de Cincinnati en 2013 lo sacó.

Febrero de 2003. Federer ya estaba en la discusión. Hacía unos meses que se encontraba dentro de los diez del mundo, ya habían pasado más de cuatro años de su número uno en juniors y, más importante aún, también había aprendido a tranquilizarse dentro de la cancha. Su temperamento era muy distinto desde aquella derrota ante el argentino Franco Squillari en primera ronda de Hamburgo de 2001. Tenía todo para sumar. Y lo hizo.

En un certamen durísimo, en canchas duras y bajo techo, sacó de manera consecutiva a Ivan Ljubicic, Jarkko Nieminen, Raemon Sluiter, Karol Kucera y Jonas Bjorman y se consolidó en el Top 5. Ya sabía lo que era eso, dado que unas semanas antes lo había sentido tras alcanzar los octavos de final del Abierto de Australia, pero ahora no lo iba a dejar por un largo tiempo. Había más.

Se asomaba, avisaba y golpeaba. Luego de la gira europea por clay, con algunos buenos resultados (título en Munich y final en Roma) y otros sinsabores (derrota en primera ronda de Roland Garros ante el peruano Luis Horna), llegó su momento: Londres lo esperaba. Ganó Halle y marcó la pauta de cara al All England Club.

Ahí, en el césped de la capital inglesa, se vio nacer a un Roger espléndido: victoria en Wimbledon de punta a punta, dejando apenas un set en el camino (ante Mardy Fish), y consiguió su primera consagración en un Grand Slam. De yapa, un nuevo salto en el ránking. Ahora, al Top 3, honor que no soltaría hasta noviembre de 2011.

Consolidado, Federer iba por más. Salía en busca del número uno de Andy Roddick. Final en Gstaad y semifinales en Canadá para subir otro lugar en el podio, pero el argentino David Nalbandian le ponía un freno en el Abierto de Estados Unidos y hacía demorar su desembarco a lo más alto. Estaba al caer, de todas maneras.

Y sucedió lo inevitable, lo esperado. Roger alcanzó la cima. Necesitó dos grandes golpes. Primero, la Copa Masters, donde, tras vencer de manera cerrada a Andre Agassi en el debut, apabulló a Nalbandian, Juan Carlos Ferrero, Roddick y a Agassi nuevamente. Y luego, ya en 2004, su segundo Grand Slam: el Abierto de Australia. El segundo de sus 17 Major (récord) lo llevó al soñado lugar del número uno.

Atrás había quedado una temporada 2002 con siete títulos y 78 triunfos, la primera en su carrera en pasar los 60 festejos. Esa marca, con el punto máximo de 2006 (92 victorias), aún queda en pie, aunque con el peligro de caer en este 2013 que lo mantiene con 32 éxitos en el octavo mes del año.

Agosto. Maldito agosto. Lo vio perder el número uno después de 237 semanas consecutivas (récord) en 2008. Es cierto, tuvo revancha y volvió al tope en dos ocasiones más. Hoy agosto lo vuelve a sacar de una zona de privilegio, del Top 5. ¿Habrá tiempo para la revancha?