Bruno Altieri 11y

"Un torneo de oportunidades"

Julio Lamas, entrenador de la selección argentina de básquetbol, definió los doce jugadores que viajarán para jugar el Premundial de Caracas a partir del 30 de agosto.

Los últimos cortes, Federico Aguerre y Diego García, se dieron a conocer antes de que el equipo albiceleste viaje para disputar la Copa Tuto Marchand en Puerto Rico.

En exclusiva, el entrenador del seleccionado albiceleste habló con ESPN.

¿Qué expectativas tenés rumbo al Premundial considerando la cantidad de caras nuevas que hay en el plantel?
Las mejores. Queremos tener un funcionamiento de conjunto adecuado de cara al debut del día 30 de agosto en Caracas.

Luis Scola es, en currículum, el hombre a seguir de esta selección. ¿Cuál es el valor que le das a él y a Juan Gutiérrez en su construcción como referente?
Scola, a mi entender, le agrega valor al equipo desde todo punto de vista.
Como definidor, como creador de juego y como líder. Transmite y contagia, como lo ha hecho siempre. Asume la responsabilidad que le toca y guía a sus compañeros. En cuanto a Juan, estoy convencido que está en el mejor momento de su carrera, no sólo por su rendimiento dentro de la cancha sino porque también ha mejorado su físico y ha ganado experiencia.
Está jugando realmente bien.

Ganaron la Copa Stankovic en el inicio del recorrido, pero ¿cuál fue tu balance respecto a los juegos que continuaron la aventura de China?
En los seis partidos amistosos que tuvimos hemos jugado algunos partidos bien y otros mal. El funcionamiento grupal ha ido mejorando y la cantidad de minutos de buen juego, dentro de un mismo encuentro, también. Eso es algo que me reconforta como entrenador, se ve el proceso evolutivo del plantel, sobre todo de los jóvenes.

A pocos días de comenzar el Premundial, parecería ser que el equipo está diezmado en la posición de escolta. ¿Cuál fue tu mirada para apostar por esta decisión de conjunto?
Honestamente, no hice un balance individual fuera del necesario para decidir los doce jugadores. Tuvo que ver con la idea de equipo, y para eso tendremos a Selem Safar y Adrián Boccia como escoltas, y a Marcos Mata que es un alero pequeño que puede moverse a la posición de dos. Si el equipo funciona bien y ellos rinden, será suficiente para alcanzar los objetivos. Por otro lado, también podemos jugar con doble base alternando a Facundo Campazzo, Nicolás Laprovittola y Juan Fernández, como hicimos en muchos amistosos.

¿Cómo ves el proceso de renovación en el seleccionado? El equipo, luego de mucho tiempo, promedia sólo 26 años, con todo lo que eso significa...
La aparición de talentos no es organizada ni constante. Argentina ha tenido entre el año 1975 y 1983 a algunos de los mejores jugadores de la historia. En estos años aparecieron talentos, entre los que figuran Franco Giorgetti, Marcos D'Elía y Matías Bortolín, que tienen la talla y habilidades para dar un salto importante. Y en esa lista tenemos que sumar a los tres bases (Facundo Campazzo, Nicolás Laprovittola y Juan Fernández) que van a ser importantes para la selección en los próximos años. Es importante haber extendido la preparación a la Copa Stankovic porque, sumado a lo que vino después, nos permite ganar rodaje.

¿Qué pensás acerca de la máxima que dice que "la escuela del básquetbol argentino está en alza"? Lo digo porque más allá de los NBA el equipo tiene una forma establecida de jugar por encima de los nombres.
El estilo del básquetbol argentino está instalado y eso es muy bueno, porque más allá de lo que se hace se tiene una línea para entender hacia dónde se quiere ir. Los entrenadores acá hacemos sumo hincapié en la defensa, en el cuidado del balón, en la selección de los tiros... La generación dorada lo patentó en su máxima expresión y ahí se consolidó el ADN argentino. Nosotros no lo vamos a cambiar, al contrario, intentaremos intensificarlo. Tener más o menos talento no se puede programar, pero el estilo y la preparación, sumada a la actitud, es algo que no se negocia.

¿Cuál es tu opinión respecto al torneo en sí? Parecería ser un campeonato de oportunidades teniendo en cuenta la cantidad de bajas que se han producido...
En nuestro equipo es así, sin dudas. Un torneo de oportunidades. Lo será para los más jóvenes y también para otros convocados que no tuvieron tantos minutos en campeonatos anteriores. Con el liderazgo de Luis Scola, podemos gestar un equipo altamente competitivo, sin dudas. Con la cantidad de ausencias que se produjeron a nivel general, este escenario favorece a Puerto Rico y Canadá. Las ausencias que sufren Argentina, Brasil, Venezuela y República Dominicana marcan una diferencia, pero lo positivo es que abre puertas para otros seleccionados como pueden ser Uruguay o México. Esto achica las brechas con los equipos más potentes.

Me quedo con Canadá, una incógnita para muchos pero que parece ser uno de los equipos del futuro en el básquetbol internacional.
El equipo canadiense no ha tenido hasta acá la tradición, el compromiso y el sentimiento de sus máximos valores a nivel mundial respecto a su selección. Quien fue aglutinador en los últimos años fue Steve Nash (base de Los Angeles Lakers), antes con los pantalones cortos y ahora dentro de los despachos. Él puede ser un factor de unión para reunir al talento disponible desparramado en el mundo, incluyendo las últimas apariciones notables de jugadores jóvenes que pueden marcar tendencia. Si eso sucede y se efectiviza, pueden ser potencia mundial, sin ninguna duda.

¿Como imaginás a la selección Argentina de aquí a una década, considerando el talento joven a desarrollar?
Es difícil establecer un parámetro tan amplio, pero sí puedo hacer un trazado a cinco años. Y en ese caso lo veo competitivo, teniendo en cuenta la decisión que estamos tomando ahora de inclinarnos por el recambio generacional. El torneo de Caracas nos dará o nos quitará la razón, pero nos puede empujar a ir más fuerte por esa renovación tan buscada. Si todo sale bien, este puede ser un año de inversión para los venideros.
No sé si seremos el equipo 3 de la FIBA o si estaremos en el cuarto lugar en el mundo como ocurrió en Londres, pero sí que podemos estar entre los 10 mejores por siempre.

¿Qué pensás de la exigencia de la gente respecto a logros inmediatos? Por momentos, parece desmedida.
Creo que en el deporte de máximo rendimiento y máxime en la selección nacional, hay permanente demanda de resultados positivos. Nos hemos acostumbrado a eso, pero sí sabemos que, en el caso del básquetbol, no somos una selección nacional con deudas pendientes, lo que nos salva de una presión previa o un desencanto prematuro. Los pedidos son para el presente y por fortuna los sabemos llevar de buena manera.

¿Qué te ilusiona a esta altura de tu carrera?
Este torneo, sin dudas. Me provoca mucha ilusión el hecho de pensar que podemos sortearlo de la mejor manera para potenciar a los jóvenes para conseguir la clasificación al Mundial. Es un cambio y una aventura, y en ese proceso me llena de expectativa poder seguir sumando páginas positivas a la selección nacional.

¿Tenés miedo al fracaso? Lo digo considerando lo que decías antes, que la selección no tiene cuentas pendientes y que ha ganado mucho en los últimos años.
El fracaso se produce cuando los resultados están por debajo de las expectativas. En este caso han ocurrido distintas situaciones emocionales, de ver todo negro al producirse tantas bajas, de ver ahora que otros tienen ausencias y que aún podemos jugar bien... Siempre se tiene un temor de no poder estar a la altura, pero somos nosotros, los que más experiencia tenemos en esto, los que tenemos que transmitir tranquilidad al grupo.

¿Cómo manejas desde tu propia intimidad estos temores?
El hecho de estar alerta es positivo, y el hacer diagnósticos reales también aumenta las posibilidades de poder llegar a buen puerto. Si no tenemos deudas pendientes y evitamos creernos más de lo que somos, podemos transformar esos temores, en conjunto, en fortalezas. Las nuevas generaciones traen oportunidad y esperanza.

¿Vas al psicólogo por estos temas?
En este momento no estoy yendo, pero tuve dos hechos muy importantes que me hicieron ir, uno se produjo en 1999 y otro en 2008. Cuando fui me sirvió muchísimo la psicología, tanto en lo personal como en lo profesional.

Imagino que sirve, en el caso de un entrenador, tanto para sí mismo como para lo que se transmite a los jugadores.
Cuando fui lo hice para manejar de la mejor manera situaciones personales y también para poder manejar las presiones recurrentes de la actividad que realizo. Además del psicólogo, siempre busqué el diálogo, intercambiar opiniones, ir a capacitaciones de coaching con especialistas que ayudan a capacitarme en la gestión de desempeño del recurso humano. Lo que yo hago no termina en un pick and roll, una jugada o una defensa: tiene que ver también con el trato y el desarrollo de las personas, una de las cosas que más me atraen como entrenador.

Cuando empezaste a dirigir, la psicología y el coaching eran elementos que ni siquiera entraban en el mix de un entrenador. ¿Cuánto cambió aquel Julio Lamas de los comienzos respecto al de hoy?
Muchísimo. Se progresa tanto desde lo personal como desde lo profesional. Uno va cambiando, el mundo también, y el básquetbol, en sí mismo, no es excepción. En aquellos años, la actividad del entrenador estaba emparentada con el buzo, con obtener el mayor conocimiento posible técnico y táctico, y no mucho más. Ahora no se deja eso de lado -es imprescindible para aspirar al cargo- pero también hay que saber que ahora tenemos otras herramientas disponibles para trabajar al grupo y que también han aumentado las presiones en el deporte profesional. Presión genera las expectativas previas, la presión del entorno y las consecuencias posibles.

RUMBO A LA LNB 2013-14

Cambió mucho aquel Julio Lamas de sus inicios, pero ¿cuánto cambió la competencia LNB desde su comienzo a hoy?
En los 27 años que lleva la LNB, estuve dentro desde un principio, primero como entrenador de juveniles en San Andrés y luego como asistente de León Najnudel en Sport Club, en 1984. La Liga cambió a pasos muy grandes con todo lo que sucede dentro de la cancha: nosotros no preparábamos los partidos, ni al equipo defensivamente en los '80 y principios de los '90 como sí lo hicimos años después. Ha crecido mucho el entrenamiento del juego defensivo, la preparación del plan de juego como así también el desarrollo táctico de los equipos, el juego de conjunto y la profesionalización de jugadores y entrenadores. Por supuesto que hay momentos en que determinados sistemas "funcionan" y así se los mantiene. Hoy la LNB tiene que dar un paso adelante en la preparación física y la alimentación de los atletas. Se mejoró en la conducta pero hay que dar un nuevo paso en ese sentido.

¿Y fuera de la cancha?
La LNB tiene una deuda pendiente en inversión en estructura y logística, además de otros planes. Los usos y costumbres fueron gastar la totalidad del presupuesto en el equipo y construir para una única temporada. Creo que se está trabajando en una solución, porque al menos los clubes se han juntado para dialogar sus problemas y llevar adelante un plan de gestión para los próximos años. Creo que es muy positivo que se hayan juntado para trabajar en bloque, eso es un gran primer paso. Hay cosas buenas y otras que se pueden mejorar. Sin estrategia no hay forma de arribar a ningún objetivo claro.

Adrián Paenza decía: "León Najnudel viajaba al futuro y regresaba para contarnos lo que había visto". ¿Cómo te imaginás que viviría este momento León teniendo en cuenta lo que él creía que debía ser la competencia?
No puedo decir exactamente lo que diría León de algo que sucede hoy porque sería una falta de respeto poner ideas mías en la boca de él, porque ya no está con nosotros. Sí puedo decir que era una persona moderna, como bien lo describe Adrián. Estaba dos pasos adelante. Él me decía cosas en momentos clave, como me pasó en 1998 cuando dirigía a la selección. El ya decía que había que mejorar los estadios, que ese era el camino. Recuerdo mi emoción cuando se inauguró la cancha de Olimpia; él se acercó y me dijo: "Está bien, es mejor que lo que hay, pero no es la idea. Hay que hacer estadios como en la ACB, vos viste lo de Zaragoza, ese es el lineamiento". León pensaba hace 15 años en la infraestructura y también consideraba que el carro debía estar tirado por los clubes más importantes de la competición. No quería tanta rotación de jugadores para poder generar identificación con el público, no quería partidos con la cancha vacía... Cada vez que estaba en casa mirando un juego me llamaba y me decía: "¿Por qué televisamos este partido? ¿No ven que no hay gente?". Najnudel tenía un gran sentido de pertenencia con la competición general. Sabía qué era lo más importante, poseía la facilidad para comunicarlo en una oración y la energía para no negociar lo fundamental.

¿Qué crees que, específicamente, tiene que cambiar la competencia para alcanzar el éxito?
Coincido con la voz generalizada que dice que se debe mejorar la logística, la infraestructura, la imagen y la comunicación de la competencia. La LNB tiene que destinar un presupuesto elevado y un plan de acción, para los próximos años, buscando ese camino...

¿Por qué crees que la demanda es siempre hacia la Asociación de Clubes y no tanto hacia los propios clubes que la componen? Digo, el cambio también podría efectuarse de afuera hacia adentro.
Desde mi lugar, lo pienso de los dos lados, pero lo que pasa es que un modelo muy utilizado por nosotros ha sido la ACB. Y en ese sentido, la Liga desde su organismo central le pide a los clubes que, con una persona encargada en cada una de esas terminales, lleve a cabo diferentes acciones y lineamientos que requiere la competencia. De todos modos, es válido el punto y nada impide que la construcción sea al revés: cada club puede tener un plan con respecto a eso y abastecerse de las herramientas de la organización central.

¿Crees que la ACB es el modelo por excelencia a seguir para el básquetbol argentino?
Dirigí muchos años allá y varios de estos capítulos ya están transitados. Uno juega un partido en cualquier cancha y sabe que la organización, y lo que se espera, es lo mismo. La presentación del evento, el formato, etc. Uno tiene que llevar la vista muy afuera para darse cuenta que es otro estadio, otro público, otra idiosincracia. Está universalizado el producto y parece ser un buen espejo para nosotros. Después, por supuesto, tenemos que hacer nuestro traje a medida: acá en Argentina siempre miramos al otro para criticar en vez de mirarnos a nosotros mismos.

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