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Si yo fuera Floyd Mayweather...

Floyd Mayweather ha ganado sus 44 combates como profesional Grantland

Si yo fuera Floyd Mayweather Jr. no cambiaría de actitud ni un ápice. Mis frases altisonantes no tendrían el ritmo, el color ni el ingenio de aquel paradigmático "vuelo como una mariposa y pico como una abeja"; pero tampoco es que me interese mucho que mis palabras trasciendan y sean incluidas en alguna enciclopedia.

Mi incontinencia verbal e innegable maestría deportiva -- dicen los matemáticos que el orden de los factores no altera el producto -- me han convertido en el boxeador mejor remunerado de todos los tiempos. Y con eso, les confieso, me basta.

Podrán Roberto 'Mano de Piedra' Durán y otras leyendas del pasado cuestionarme. Asegurar que, de encontrarnos en un cuadrilátero, me hubieran pegado hasta que mi ego enmudeciera. Pero claro; fácil es decirlo... difícil es hacerlo. Bien lo saben los 44 hombres que parlotearon y luego callaron sobre el ring. Veintiséis de ellos ni siquiera terminaron en pie.

Juan Manuel Márquez, Oscar de La Hoya, Shane Mosley, Ricky Hatton, Carlos Manuel Baldomir, Genaro Hernández y Miguel Cotto son algunos, para no hacer interminable y tediosa la lista, de los ilustres que no pudieron someterme.

Ahora le toca el turno a Saúl 'Canelo' Álvarez, un joven mexicano sediento de gloria y respaldado por una maquinaria mediática impresionante que lo convirtió en campeón mundial casi sin sudar. Su objetivo es similar al de sus predecesores y quizás por ello resulta natural que recicle argumentos.

Pero -- y como yo invadí la psiquis del Money Man -- me tiene sin cuidado lo que digan unos y otros. No suelo darles crédito. Tampoco lo haré ahora. Y menos cuando escucho o leo los delirios de algunos, entre los que incluyo al ex campeón mundial de peso pesado George Foreman, que aseguran que perderé por nocaut e incluso, se atreven a predecir en que asalto.

Cuanto irrespeto y cuanta risa me provocan. Sólo les recuerdo que nunca antes otro boxeador ha podido noquearme y ni siquiera han estado cerca de lograrlo. Además, ya le exprimí en la mesa de negociaciones dos decisivas libras a Canelo (deberá marcar 152 en vez de las 154 reglamentadas para el peso súper welter), que no tengo la menor duda de que le harán perder fuerza en la pegada.

De todos modos, el 14 de septiembre en el MGM Grand de Las Vegas, seguiré a pie juntillas mi estilo. Ese que apasiona a los puristas y decepciona a los que creen que el boxeo es entrarse a golpes para ver quién sangra más. Pónganle el cuño, no arriesgaré ante un peleador más corpulento y 13 años más joven (23 por 36).

Él intentará cortarme el paso a como dé lugar, pero del dicho al hecho hay un larguísimo trecho. Dejaré que su desconcierto se convierta en mi mejor arma. Picaré como diría el gran Alí como una abeja y volaré como una mariposa.

Insisto, los pseudo conocedores del boxeo me acusarán de "correlón". Pero el boxeo soy yo y así lo demostraré en la Ciudad del Pecado. De allí saldré con una sonrisa socarrona, muchos millones en el banco y los cinturones súper welter del Consejo Mundial del Boxeo (CMB) y de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB) del Canelo.

Pero si yo fuera Floyd Mayweather haría algo más. Dejaría que el mexicano tuviera sus momentos de gloria. No es que sea benévolo o tenga inclinaciones masoquistas, el hecho es que si lo anulo por completo o lo pongo en ridículo -como suele ser costumbre- entonces dejaría de tener sentido una revancha.

Y señores, con la excepción de un encuentro con el filipino Manny Pacquiao, ningún otro emparejamiento generaría tanta plata como el Mayweather-Canelo y aún me quedan cuatro peleas para completar el acuerdo con Showtime. Por esa razón no puedo darme el lujo de cerrar la puerta nombrada Saúl Canelo Álvarez y que para serles sincero, en el plano estrictamente deportivo, representa un manjar, de ahí que -- si me llamara Floyd Mayweather -- apostaría unos cuantos millones porque no a sé a quién se le ocurrió y sobre que fundamentos igualar las apuestas.