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Almagro, con objetivos claros

BUENOS AIRES -- No es difícil darse cuenta cuál es su superficie preferida. 12 títulos y ocho finales. Todas sobre polvo de ladrillo. Los resultados dejan al desnudo al español Nicolás Almagro, actual 16° del mundo. No obstante, en el último tiempo supo mejorar sus actuaciones en canchas duras, a pesar de que viene de dos rápidas caídas en Montreal y Cincinnati. Su revancha, desde el próximo lunes en el Abierto de Estados Unidos.

Desprenderse de los vicios de las superficies suele ser difícil. Les sucede a todos: a los formados sobre clay y a los nacidos en canchas duras. Sin embargo, algunos cuentan con riquezas técnicas, cuestiones físicas o estilos de juego que permiten una adaptación más sencilla. Rafael Nadal, Roger Federer y Novak Djokovic son fieles ejemplos contemporáneos. El resto, con trabajo.

David Ferrer es un reflejo de cómo realizar la transición de manera perfecta. En el indoor la Copa Masters de China en 2007 sumó confianza al llegar a la final tras vencer a Djokovic, Nadal, Richard Gasquet y Andy Roddick. Tomó coraje con sus títulos en Auckland, avisó con la final del M1000 de Shanghai y terminó con la consagración en París 2012 al ganar su primer Masters 1000. Ahora, con un juego más ofensivo, es respetado también en canchas duras. Las semifinales del Abierto de Australia lo avalan, aún teniendo en cuenta sus recientes pasos en falso en Montreal y Cincinnati.

Almagro, con 28 años recién cumplidos, busca imitarlo. Hace un tiempo que está dando avisos. "No fue sólo el cuartos de final en Australia. También hice cuartos en Indian Wells, Canadá, Miami y Cincinnati", le remarcó Almagro a ESPNtenis.com en su paso por Buenos Aires, en febrero pasado. "Uno de mis objetivos era lograr buenos torneos sobre pistas rápidas. Siempre sin olvidarme de la tierra, que es mi hábitat natural y donde más cómodo me siento. Aprendí a mentalizarme de que tengo con qué conseguirlo y esos resultados me fueron llegando", explicó el español, que defiende octavos de final del US Open.

La receta de Almagro, además del plano psicológico, no es algo mágico. Y mucho tuvo que ver la compañía de su compatriota Juan Carlos Ferrero, exnúmero uno del mundo y finalista de Flushing Meadows en 2003. "En mis últimas temporadas estuve muy cerca de él. Tengo una gran relación y, como asesor, buscó inculcarme un juego más agresivo. Luego con mi coach Samuel López lo fuimos trabajando en los entrenamientos. Además pasamos más tiempo en la superficie", señaló el ex N°9 del mundo, quien en la gira sudamericana contó con la presencia de Ferrero.

Los buenos resultados obtenidos por Almagro en la mayoría de las canchas duras de los Masters 1000 -con la excepción de Shanghai- y en los Grand Slam le marcaron un parámetro. Sobre todo su última participación en Australia, donde, tras vencer al polaco Jerzy Janowicz, logró meterse entre los ocho mejores de un Major por cuarta vez en su carrera y por primera ocasión fuera de Roland Garros.

"Había sido muy esperanzador el comienzo de año. Lamentablemente tuve una lesión en el partido ante Ferrer (NdR: en la zona del aductor en el tercer set) y quizás en el quinto parcial no pude estar a la altura física de un cuartos de final de Grand Slam", apostilló Almagro.

Uno de los grandes aliados del murciano en su "objetivo hard" es su servicio. Su evolución en el golpe le abrió varias puertas sobre canchas duras. Actualmente se encuentra en el cuarto lugar de los líderes de aces (con 479) en el año, detrás de las torres John Isner, Kevin Anderson y Milos Raonic, y cuenta con el más que respetable 85% de sus games de servicio ganados.

Con un récord de 7-5 sobre cemento en la temporada (78-84 en su carrera) y con el desafío de quebrar la barrera de la cuarta ronda, sale Almagro al ruedo en el US Open. Su debut será ante el uzbeco Denis Istomin. En tercera rueda podría cruzarse con el italiano Andreas Seppi y en octavos con el británico Andy Murray, defensor del título. "Tengo que buscar esa regularidad que adquirí en tierra", marcó el español. Va por ese reto.