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¡Que vivan los nocauts!

Antes que Abner Mares (26-1-1 con 14 KOs) defendiera su título pluma del Consejo Mundial de Boxeo frente a su amigo Johnny González (55-8 con 47 KOs), este sábado en Carson, California, todos pensábamos que podía ser la última batalla del retador. ¿Cuántas veces pusimos en entredicho el aguante en la barbilla de González? ¿Cuántas veces cuestionamos su durabilidad cuando su carrera superaba las sesenta refriegas?

Todos imaginábamos un mero trámite para Mares. Algo más de gloria para su gran carrera; sin embargo, Johnny borró de un plumazo la crónica anunciada de su derrota. Perdón, la borró con un soberbio gancho de izquierda con el que empezó a demoler al campeón, apenas en el primer asalto.

No hay reclamos. Como el Ave Fénix una vez más renació de sus propias cenizas. Lo hizo de manera contundente, implacable y con el único argumento único y valedero en este deporte: el KO. El rey absoluto, el que evita las controversias y que le da verdadero sustento a la emoción que despierta el boxeo como tal.

¿Y qué nos queda para comentar? Poca cosa, excepto la lógica que le impuso Mares a sus declaraciones luego de la batalla. "Así es el boxeo, a veces se gana y en otras se pierde. Pronto tendré una revancha y volveré a ser campeón". Claro y preciso como el KO que lo mandó a dormir en el amanecer de la pelea.

González justificó su victoria en la confianza, en el trabajo de su entrenador Nacho Beristain y en lo que había prometido: que venía a ganar y llevarse el cinturón. Dijo lo obvio, pero también es difícil hablar de estrategias o un trabajo previo ante ese abrupto y sorpresivo final. Para una victoria tan contundente no hacen falta planes. Se enfrentaron dos noqueadores y ganó el que acertó el primer golpe soberbio de la noche.

Eso es el KO. Un instante apenas. Como una fotografía que capta el momento exacto. González encontró el espacio, para lanzar un increíble y efectivo gancho de izquierda. Mares tuvo aquel segundo de vacilación, en que soltó la izquierda sin mantener alta su derecha. Por allí entró lo que los mejores campeones mexicanos saben hacer: un gancho impresionante. Duro, seco, para terminar la historia cuando ni siquiera había comenzado.

No sabemos qué ocurrirá con este renacer de González ni tampoco el tiempo que demorará Mares en recuperarse de su primera derrota; sin embargo de lo que podemos estar muy seguros es que los dos aprendieron mucho de su breve combate.

Al final Johnny tuvo razón al abrazar a Mares: "esta derrota te enseñará, como ya me han enseñado mucho a mí en el pasado".

Todo fue tan breve que nos dejó gusto a poco; sin embargo los fanáticos, los que gustan de la emoción, los que esperan ver a dos rivales dejando el alma en cada combinación, los que admiran al que se cae y se levanta una y otra vez como Johnny González, pueden estar tranquilos.

En la élite del boxeo habrán muchos estilistas eludiendo golpes y ganando puntos gracias a la velocidad de sus piernas, pero el KO, la herramienta del coraje, a la que apuestan los que no tienen miedo de perder, seguirá mandando en el boxeo. Por ello lo del título: único y soberano. ¡Que viva el KO!