<
>

El arte de anotar los partidos

Siempre me encantó llevar las anotaciones, aunque ello hizo terminar mi carrera en el béisbol.

Es cierto, mi carrera no se vio ayudada por el hecho de que yo era más pequeño que mis compañeros de equipo (¿dónde estaba la hormona del crecimiento en aquel entonces?). Tampoco ayudó mi dificultad para hacer contacto con una recta decente. Ni el tener una visión pobre que luego de que mis anteojos se cayeran durante un intento de atrapar una bola zambulléndome, no pude encontrar ni la pelota ni los anteojos.

Eventualmente, el jardinero central se acercó a recoger la bola mientras yo gateaba en los alrededores, así en cuatro patas, buscando mis anteojos.

Aún así, culpo a llevar las puntuaciones por darle fin a mis sueños de grandes ligas.

Como verán, justo antes del primer partido de mi segunda temporada, nuestro coach en la secundaria preguntó si alguien sabía cómo llevar las anotaciones. Yo levanté la mano. Esto fue un error que rápidamente se convirtió en evidente cuando el coach dijo que el equipo necesitaba a alguien para ser el anotador oficial. Ese alguien sería yo. Y como es difícil llevar las anotaciones y jugar a la misma vez, estuve virtualmente la temporada completa en el banco con el libro de anotaciones en mis manos y con una expresión de frustración en el rostro.

Dejé de jugar al béisbol organizado después de esa temporada. Pero no el seguir anotando. Oh, no, todavía llevaba las anotaciones. ¿Cómo podía parar? ¿Por qué querría hacerlo? Es una de las cosas más grandiosas del deporte.

Uno puede llevar las puntuaciones en deportes como el baloncesto, los bolos o el golf, pero conlleva solamente un poco más que anotar números. No hay creatividad envuelta. Sin embargo, llevar las anotaciones en el béisbol, es un arte, una expresión individual que te hace sentir como parte del juego. Ello personal y precisamente registra cada momento del juego, permitiéndote revivirlo y reproducirlo por siempre.

O hasta que tu esposa se deshaga de tu libro de anotaciones.

"Un vecino tenía una hoja de anotaciones del último partido entre los Gigantes de Nueva York y los Dodgers de Brooklyn", dijo Paul Dickson, el autor de "El placer de Llevar la Cuenta: Cómo el Llevar las Anotaciones Ha Influenciado y Mejorado la Historia del Béisbol". "Recordó el partido completo entrada por entrada, simplemente por mirar las anotaciones. Era casi como ver a un rabino leer las escrituras. Aquí estaba rememorando el partido entero. Fue algo mágico. Es algo como análogo a lo que uno hacen la era digital".

¿Acaso está la era digital matando el llevar las anotaciones? Ya no veo a muchos fanáticos llevar las anotaciones. Uno de los pocos que vi en un partidos de los Cachorros a principios de esta temporada era un fanático de 75 años llamado Ron Swanson.

"Ahora uno tiene prácticamente todo lo que necesita en el marcador, así que puedo entender que la próxima generación no quiera hacerlo", explicó Swanson. "Pero en mi época, uno tenía que llevar las anotaciones para saber si este jugador acumuló un hit o lo que fuere. Como hoy, los primeros 14 bateadores consecutivos fueron retirados; si no estás llevando las anotaciones te preguntas, 'Oye, ¿alguien prosiguió con una base por bolas?'

"Y a mi edad, a uno se le olvidan las cosas un poco más".

Los fanáticos han llevado las anotaciones mucho antes que Swanson escribiera su primer 6-3 en una hoja de anotaciones. En "El Placer de Llevar la Cuenta", Dickson escribe que los anotadores oficiales pueden ser vistos por la línea de la primera base en muchos grabados de partidos de béisbol. "La necesidad de llevar las anotaciones es tan viejo como el deporte en sí y toma prestado significativamente de los instintos de los ingleses criqueteros que llevaban las cuentas", escribe.

De hecho, Henry Chadwick comenzó cubriendo el críquet antes de cambiarse al béisbol y convertirse en el padre del llevar las anotaciones en los 1860s. Como escribe Alan Schwarz en su maravillosa historia de las estadísticas beisbolísticas "El Juego de Números", Chadwick "inventó su propia forma de llevar las anotaciones con la esperanza de que se estandarizara". Similar a las que usamos hoy en día, la grilla de anotaciones de Chadwick era de nueve bateadores de profundidad y de nueve entradas de ancho y estaba codificada con letras para lo que los bateadores hicieron, y con números, para designar a los fildeadores que manejaron la bola.

Ese sistema evolucionó con el tiempo, pero al menos una notación permanece tal como él lo hizo hace más de un siglo: una 'K' en el libro de anotaciones significa que el bateador se ponchó. Chadwick originó la 'K' porque usó la última letra de un out -- en este caso la palabra en inglés "struck" -- como su forma de identificarlo en el libro.

De este modo, el llevar las anotaciones ha estado rondando por casi 150 años; y como Mark Twain, Paul McCartney o las esperanzas del banderín de los Dodgers el 1 de junio, rumores de su fin son grandemente exagerados. ¿Realmente estamos viendo a menos gente llevando las cuentas ahora de lo que nos habríamos visto unas décadas atrás? Después de todo, yo era el único jugador en mi equipo que levantó la mano cuando nuestro coach preguntó si alguien sabía hacerlo. Quizás no nos damos cuenta de los que llevan las anotaciones porque no miramos con tanto detenimiento.

"Recibí una llamada del Wall Street Journal", comentó Dickson. "El escritor me dice que está haciendo una pieza acerca de la muerte del llevar las anotaciones, y yo me quedo como, 'Mm, ok. No puedo esperar a leerla porque no sabía que se estaba muriendo'.

"No está para nada muerto; todo lo contrario".

En efecto, la era digital no ha dejado el llevar las anotaciones atrás en lo absoluto. Ahora hay aplicaciones para llevar las cuentas -- aquí hay una -- la cual pudo haber sido muy útil para cuando yo estaba en el banco en la escuela superior. No que los use ahora. Aunque estas aplicaciones pueden ser convenientes para recopilar estadísticas para las ligas escolares y juveniles, requieren de la misma concentración, tiempo y esfuerzo como el llevar las anotaciones con un lápiz. También le quitan el toque individual -- y básicamente nos quita el propósito de hacerlo para la mayoría de nosotros.

"El llevar las anotaciones es algo muy personal", expresó Philip Michaels, el editor en jefe en línea para Macworld, PCWorld y TechHive. "Mi sistema de notación va a ser muy distinto al de otra persona, y eso está bien porque el mío es indisputablemente mejor. El problema con las aplicaciones es que uno está generalmente limitado a la manera en que quieren que uno lleve las anotaciones. Recuerdo que una de las aplicaciones que probé requería que uno entrara la información de las bolas y los strikes para que pudiese seguir un total de lanzamientos. Uno puede ignorar eso, por supuesto, pero entonces el conteo de lanzamientos estaría cómicamente bajito. ¡Justin Verlander lanzó siete entradas y realizó solamente 30 pitcheos! De buenas a primeras, lo que estás siguiendo para un registro exacto del partido es horrendamente inexacto.

"Añadan la vida de la batería -- ya que sus teléfonos o tabletas siempre tienen que estar encendidas durante el curso de un partido de nueve entradas, y van a gastarle seriamente la batería de sus aparatos -- y el hecho de que es realmente difícil mirar las pantallas durante los partidos diurnos. Para mí, las aplicaciones daban más problemas de lo que valían".

Además, las aplicaciones hacen que la hoja de anotaciones de todos se parezcan. Lo cual es como tratar de hacer que Rembrandt, Monet, Van Gogh y Hopper pintaran todos de la misma forma. Las hojas de anotaciones tradicionales son tan identificables como las huellas digitales; no hay dos iguales. Todo el mundo tiene su propia forma de mantener las anotaciones. Mi hermano, John, me enseñó a llevar las anotaciones cuando yo tenía ocho o nueve años, así que teníamos estilos de anotar parecidos, pero diferentes también.

Ya no llevo las anotaciones de todos los partidos a los cuales asisto; pero cuando lo hago, registro hits y carreras siguiendo la ruta del corredor alrededor de un diamante pequeño. La mayoría lo hacen así, aunque otros utilizan cortas barras horizontales (una marca para un sencillo, dos para un doble, tres para un triple y cuatro para un cuadrangular) una técnica que siempre me ha desconcertado. Uso 'F8' para designar un bombo de out rutinario por el jardín central, 'L8' para un lineazo al centro y 'Fd8' para un bombo que es atrapado en la franja de seguridad. Si el jardinero central logra una gran atrapada, circulo el 'F8'. También coloco una marca en el recuadro para mostrar dónde la bola fue bateada -- una larga línea desde el plato a la verja para un cuadrangular -- además, a veces escribo el conteo... si realmente estaba prestando atención.

Quizás eso suena muy detallado. Pero hay escritores que llevan las anotaciones con distintas tintas de colores para diferenciar cuando un bateador fue contra un lanzador zurdo o uno derecho.

"Hay gente que es increíblemente meticulosa", explica Dickson. "La gente registra las cosas más triviales, como por ejemplo, quién cantó el himno nacional. Casi todo el mundo a quien entrevisté acerca de llevar las anotaciones tienen sus propias idiosincrasias. Hay gente que marcará una estrella para una gran jugada defensiva, y otorgan cinco estrellas al año por jugadas extraordinarias".

Además de los ítems normales en las anotaciones, Debbie Zduriencik también registra cosas como el número de conteos completos que un lanzador ha alcanzado, al igual que el número de carreras permitidas en cada cuadrangular y quién está en la lista de lesionados. Menciono esto porque Debbie es la esposa del gerente general de los Marineros de Seattle Jack Zduriencik. Ella observó a su esposo llevar las anotaciones durante años antes de darle una oportunidad a este arte -- y rápidamente se enganchó.

"Una vez que comencé", compartió, "fue como si no pudiera ver un partido sin llevar las anotaciones".

Zduriencik está entre los que Dickson dice ser un número sorprendentemente alto entre las mujeres que llevan las anotaciones.

"Tuve un evento en el Smithsonian. Y aposté que de las primeras 10 personas que se me acercaran para que les firmase el libro, la mayoría iban a ser mujeres. Y lo fueron", dijo Dickson. "Les comencé a preguntar a las mujeres por qué lo hacían. Me contestaron que era por las Ligas Infantiles y el softbol femenino. A menudo se les pedía que llevaran las anotaciones y lo disfrutaron".

El presidente de los Marineros, Chuck Armstrong, también dice ver más mujeres que hombres traer sus libretas de anotación al estadio.

"Quizás las mujeres lo disfrutan más porque relaja mucho", opina Debbie Zduriencik. "Es muy divertido ver a tu equipo. Nuestras vidas son tan ajetreadas, que uno viene al parque y se dice, 'Me voy a relajar y me voy a disfrutar el juego'. Es como cuando uno se disfruta una buena taza de café en vez de tragárselo de una".

Debbie dice que ella usualmente no lleva las anotaciones cuando no está en el parque y está viendo el partido en la televisión o escuchándolo en la radio, pero la casa es a menudo el lugar predilecto de quienes llevan las cuentas. Creciendo, seguía las anotaciones mientras estaba tirada en alfombra de la sala de estar escuchando los partidos de los Gigantes por la radio. Recuerdo a Tony Gwynn diciéndome que cuando él era niño, llevaba las anotaciones en las escaleras frente a su casa.

Quizás el mejor lugar -- pero con más presión -- para llevar las anotaciones es en la silla del anotador oficial.

Eric Radovich, un viejo amigo y compañero de softbol, es uno de los anotadores oficiales de los Marineros. La posición tiene sus ventajas -- estacionamiento gratis, una comida previa al partido, $160 por partido y una silla en primera fila en la cabina para la prensa -- pero vienen con una responsabilidad. ¿Hit o error? Esa es su decisión.

Radovich tiene un monitor de televisor para mirar las repeticiones, pero no se recuesta de ello. Canta las jugadas rápidamente y con autoridad y rara vez cambia sus decisiones iniciales respecto a las anotaciones. "Es agradable tener la repetición, pero probablemente cambio mi decisión solamente tres o cuatro veces en una temporada", dice.

Sus responsabilidades como anotador se han hecho un poco más fáciles desde que los Marineros cambiaron a Ichiro, cuyos múltiples roletazos dentro del diamante podrían ser desafiantes para anotar.

"Con él, cada roletazo es un potencial imparable", dice Radovich. "Siempre era difícil de determinar: si un jugador hiciera un tiro un poco alto, se hubiese salvado Ichiro con un buen lanzamiento? ¿Tuvo el jugador que ajorar el tiro por culpa de Ichiro? ¿Iba a llegar quieto o out? Siempre era difícil decir. Siempre era difícil ser el anotador oficial en los roletazos del diamante.

"Casi todos eran una aventura para el anotador para determinar si él en efecto iba a batir el tiro".

Las Grandes Ligas no tiene una receta oficial a la cual los anotadores oficiales se tengan que adherir. Ellos anotan como lo hace todo el mundo, con sus estilos personales y generalmente en sus propios libros de anotación. Las únicas advertencias son: a.) que las notaciones deben ser lo suficientemente legibles que permitan revisarse y recrear el partido en caso de que una decisión de anotación se ponga en duda, y b.) que la liga pueda tomar posesión del libro de anotación si así lo desea. (Así que, ojo con lo que escriban.)

Por supuesto, el poder del anotador oficial tiene su límite. (Échenle un vistazo a esta historia) Dickson recuerda estar sentado junto a un amigo que era un anotador apasionado. Hubo una jugada cantada muy cerrada que el anotador oficial registró como hit. El amigo de Dickson dijo, "¡Eso fue un error! Lo voy a anotar como un error".

Dickson le dijo que no podía hacer eso -- la jugada había sido cantada como un hit. Su amigo le dijo, "¿Qué me van a hacer? ¿Me enviarán a la cárcel de anotadores? Es mi juego el que está en esta hoja de anotaciones".

Esa es otra parte de la belleza de llevar las cuentas. Es tu hoja de anotaciones. Tu recuento del partido. Tu versión jugada tras jugada. Tu Vin Scully por escrito.

"Hay esa onza de control. Ya no eres solo un mero espectador", explica Dickson. "Eres ahora un intérprete, aunque estás reproduciendo lo que todo el mundo en el estadio sabe".

Esto es lo que tuve que haber tenido en mente en el banco de la secundaria. Yo era el anotador oficial. Era mi versión del partido la que contaba. Así que le debí de haber dado al segunda base que estaba jugando en mi lugar el doble de errores y cuatro veces más ponchetes de los que en realidad tenía. Quizás entonces nuestro coach me hubiese puesto a mí a jugar... siempre y cuando guardara mi libro de anotación en la cintura y un lápiz en la gorra.