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Wayne Smith, campeón de la humildad

Scrum.com

HAMILTON -- Desde mandar un mail para presentarse previo a la entrevista, a sacarle foto con el trofeo de los Chiefs, o llevar su propia silla por más de 100 metros mientras pasaba del gimnasio de los Chiefs que levantaron los propios jugadores a la cancha. Así es Wayne Smith, integrante clave del staff de Graham Henry para que los All Blacks sean campeones del mundo en 2011 y bicampeón del Super Rugby con la franquicia de Hamilton.

Humildad, ante todo. No importa sus laureles. Habla de rugby y se nota que disfruta. "Fue inesperado para todos lo que conseguimos con Chiefs. Pero una clave fue el sentido de pertenencia. Las facilidades demuestran lo que son las personas. Acá no miramos sólo talento, miramos carácter", cuenta este neozelandés de 56 años, y con 17 tests como apertura en el seleccionado de 1980 a 1985.

El centro de Roakura donde entrenan hoy en día los Chiefs comandados por Dave Rennie como head coach se hizo con la ayuda de los jugadores. Ellos participaron del armado del gimnasio, y cuando no pudieron practicar en la cancha en el medio de la temporada porque estaba inundada, lo hacían en diferentes parques de la ciudad. O tomaban las bicicletas y recorrían las calles de Hamilton para entrenarse. "Lo que buscamos es que haya una unión con la gente. No es sólo firmar autográfos, también hay que ir a las escuelas, los hospitales, las cárceles", relata.

Smith no sólo se consagró campeón con los Chiefs del Super Rugby. Antes, en 1998 y 1999 lo hizo con Crusaders. También dirigió Northampton Saints, de la Premiership inglesa. Después de la renuncia de Martin Johnson del seleccionado de Inglaterra tras la Copa del Mundo 2011, él fue tentado y dijo que no. "Estoy disfrutando de esto, ayudando aquí. Hoy quiero estar con mi familia y los Chiefs lo son. Es muy difícil entrenar otra nación", asegura, y descarta cualquier tipo de posibilidad de ser head coach de Los Pumas, si es que Santiago Phelan deja su cargo a fin de año.

Los entrenamientos de su equipo son a puertas abiertas. "Mucha gente viene a vernos. No hay nada que esconder, porque lo que puedan ver, nosotros lo vamos a cambiar. Y después lo vamos a volver a cambiar", cuenta. Otra filosofía del rugby que hoy se vive en la mayoría de clubes y seleccionados, sin dudas. "En los Chiefs jugás para tu familia y tu comunidad. Eso te ayuda en el momento de entrar a la cancha, porque es lo que te da fuerzas para levantarte y volver a tacklear, y después volver a tacklear", confiesa.

No tiene más que palabras de agradecimiento para Sonny Bill Williams, a quien ve en un futuro muy cercano nuevamente en Hamilton porque sabe que quiere estar en la próxima Copa del Mundo y en los Juegos Olímpicos 2016. También elogia a Benji Marshall, la nueva estrella de los Auckland Blues que llega del Rugby League, aunque no lo pone a la altura de SBW. A su actual head coach, Dave Rennie, lo apuntala como el futuro entrenador de los All Blacks, una vez que Hansen termine su contrato.

Con la Argentina también tiene buenos lazos. Estuvo en 2012 dando charlas, y allí fue donde surgió la posibilidad de contratar a Tomás Lavanini. "Puede ser una buena experiencia para él. Todavía no hicimos un contrato, pero va a ser jugador de los Chiefs", explica. Y sobre la inserción de una franquicia argentina en el Super Rugby también está a favor: "Puede ser bueno para el torneo expandirse. Y jugar en diferentes conferencias. Ir siempre a los mismos lugares cansa. Lo que sí es necesario es que no sean más partidos que ahora. Ya es larga la temporada. Pero pienso que los cambios son buenos".

Él disfruta de llegar al club muy temprano, tomar un café y trabajar más de 10 horas cada día. Ya están planeando la próxima temporada, y por eso por los pasillos del centro de los Chiefs estaban Brodie Retallick (titular el sábado ante Los Pumas) y Liam Messam, capitán del equipo y quien también integra el plantel de los All Blacks en el Rugby Championship. La posibilidad de jugar una Super Final con Toulon, en Francia, apura varias decisiones para lo que viene.

Después de casi dos horas, Smith cuenta que se tiene que ir a una comida y pide perdón por tener que dejar la charla. Guarda el pesado trofeo del Super Rugby, saluda y se va. Sin misterios ni aires de grandeza. No necesita eso para ser un verdadero campeón.