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México: la sorpresa mundialista

Las predicciones que ubicaban a Puerto Rico, Brasil, Argentina y Canadá como favoritos en el Torneo de las Américas para obtener el pasaje a la Copa del Mundo del año próximo tenían un fundamento. Son, fuera de Estados Unidos, los países con mayor historial ganador y los que estuvieron en todas las citas continentales, que les hacen acumular más de 120 partidos en el Torneo de las Américas desde 1980.

Para los tres primeros existían argumentos de mayor nitidez: Brasil llegó al Premundial como el equipo con más triunfos (88) en las 15 ediciones del torneo y un registro ganador del 68,7% en sus presentaciones. Muy cerca, argentinos (65,1%) y boricuas (64,9) lo escoltaban.

Por el contrario, pocos repararon en México. Sus antecedentes no eran atractivos. Sin llegar a los 20 partidos ganados en la historia, apenas alcanzaba un 27,7% victorias (de los últimos 20 juegos solo se había impuesto en cinco) y ofrecía dos quintos puestos lejanos (1980 y 1984), como mejores rendimientos. Números que no estimulaban ni al más fanático de sus seguidores.

Peor aún, los mexicanos llevaban más de dos décadas de frustraciones, en las que mostraban un pobre nivel deportivo, pero por sobre todo, ofrecían una imagen de equipo dominado por la desorganización, la indisciplina, tanto en el juego como fuera del campo, y la falta de compromiso de sus jugadores con el equipo nacional. Durante muchos años fue un equipo mal entrenado, peor dirigido y en el cual costó encontrar jugadores para el elogio.

¿Qué pasó para que el reciente Torneo de las Américas ofreciera, como nunca antes, semejante sorpresa y un resultado final increíble con el triunfo azteca? Me animo a exponer dos motivos.

Por un lado, lo que se intuía sobre que las ausencias de muchas figuras destacadas nivelaban la competencia, pareció confirmarse. Pero al mismo tiempo emergió un gran caudal de talento mexicano. Ese potencial que siempre se le valoró, esta vez se vio reflejado en el juego. México tuvo cinco jugadores oriundos nacidos en Estados Unidos y más de la mitad de su plantel formado en el basquetbol de ese país.

Sin embargo, los mexicanos, además de mostrar un plantel poderoso en lo físico, lucieron disciplinados tácticamente, concentrados en el objetivo y en la forma de lograrlo, y con una actitud sin desniveles. Fue un equipo serio y responsable. Allí cobró protagonismo la tarea del entrenador español Sergio Valdeolmillos

Es cierto que el centro Gustavo Ayon (17,5 puntos y 9,4 rebotes/prom) fue su líder indiscutido. Ni siquiera cuando en 2003 el promocionado Eduardo Nájera integró el equipo, tuvo semejante injerencia como el ahora pivote de Atlanta Hawks. Pero además tuvo aportes notables en varias posiciones. Su juego interior lució poderoso y eficaz, con un llamativo tridente que integraron el propio Ayon, el versátil Héctor Hernández (10,2 pts y 5,1 reb) y un Lorenzo Mata (5,8 pts y 6,9 reb) que siempre trajo intensidad como recambio. Con ellos, en siete de sus diez partidos dominó la lucha rebotera.

También contó con una dupla de guardias conformada por Jorge Gutiérrez (9,6 pts) y Orlando Méndez (12,3 pts), ordenada y rendidora, mientras que la integrada por Paul Stoll (6,6 pts) y Jovan Harris (6,1 pts) fue más explosiva, agresiva y resultó determinante en la final ante Puerto Rico.

Más allá de estas virtudes deportivas, hubo otras que comenzaron a gravitar desde antes del torneo. El conflicto dirigencial que corroe al baloncesto mexicano desde mitad de la década del 90 y que produjo divisiones internas, al punto de no quedar claro quién tenía (¿o tiene?) el control de este deporte, pareció ser esquivado.

Si bien el seleccionado tricolor representó a la Asociación Deportiva Mexicana de Basquetbol (Ademeba), que es la entidad reconocida por FIBA América, en la realidad el cuerpo técnico y los jugadores respondieron primeramente ante la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade) y el Comité Olímpico Mexicano (COM).

Es más, de allí salieron los fondos para que, en un hecho que no registra antecedentes, toda la delegación cobrara el total de sus viáticos antes de viajar a Caracas. Si toda la dirigencia lee bien lo sucedido en este Premundial, debería entender que a partir de ahora crecerán sus responsabilidades y que si desde afuera se hacen las cosas bien, desde adentro hay virtudes como para trascender.

Valdeolmillos jugó un papel trascendental, teniendo aciertos deportivos y estratégicos. De estos últimos, porque fue inteligente para hacer alianzas. No de tipo políticas, ya que siempre manifestó mantenerse al margen de las disputas, aunque claramente reportó a la Conade y el COM, si no basquetbolísticas, al ser muy concreto para convencer de su idea a los jugadores, pero sobre todo al líder, Ayón, quien terminó siendo su principal defensor.

En lo deportivo, el español tuvo inteligencia para elegir el plantel. Si bien se apoyó en seis hombres con los que alcanzó la medalla de plata en los Panamericanos de 2011, se animó a dejar de lado a jugadores históricos, claramente emparentados con la época de fracasos, dotando al seleccionado mexicano de sangre nueva. De su plantel en el Premundial, diez jugadores actuaron en la Liga Nacional Profesional de México en la última temporada y apenas lamentó las ausencias de los lesionados Jesús López y Adam Parada.

Otro hecho inusual fueron la decena de partidos preparatorios que disputó el equipo. Es cierto que algunos fueron cuando todavía no todos los jugadores se habían reportado, pero que a Valdeolmillo le sirvieron para depurar el plantel de acuerdo a su gusto.

El entrenador español también impuso una disciplina que cambió radicalmente la imagen de equipo desordenado y evitó que desviara su atención del objetivo, en un torneo demasiado extenso, que obliga a una concentración constante.

Los mexicanos fueron consistentes y mantuvieron regularidad, virtudes decisivas, sobre todo en el tramo final, que les permitieron alcanzar un triunfo histórico, que los devolverá a un Mundial luego de 40 años, pero que sobre todo, los puso nuevamente, cuando nadie lo esperaba, en el mapa del basquetbol internacional.