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Inglaterra ganó su primer título

Así cubrió en su portada el diario inglés The Guardian el título de su Selección Sitio web The Guardian

LONDRES -- El momento más grande de la historia del fútbol inglés llegó a las 5.15 de esta tarde, cuando Geoff Hurst logró el magnífico gol que transformó en realidad el título en la Copa del Mundo. Fue el tercer gol de Hurst el cuarto de Inglaterra, y, al llegar como llegó en los segundos finales del tiempo suplementario, terminó de romper lo que quedaba de resistencia alemana.

Alemania había llegado al empate con la última patada en los 90 minutos reglamentarios, y habían estado a centímetros de repetir el golpe en tiempo extra, cuando Seeler conectó con un cabezazo que pasó a Held. Pero fue Moore el que tomó la pelota para sacarla con calma en defensa y lanzarla hacia Hurst, 10 metros dentro del campo contrario. El réferi ya estaba mirando el reloj y tres simpatizantes ingleses habían invadido el campo de manera prematura mientras Hurst paraba el balón con el pecho.

Al principio parecía verse a inclinado a consumir el tiempo restante. Luego, abruptamente, se lanzó a correr sobre el lado izquierdo con un defensor alemán presionándolo. Mientras Tilkowski se preparaba para atorarlo, Hurst hamacó su pie izquierdo y llevó la pelota al fondo de la red. La escena que siguió fue inolvidable. Stiles y Cohen se fundieron en un abrazo repleto de lágrimas en el suelo, el joven Ball comenzó a hacer alocadas piruetas en el césped y Boobby Charlton cayó de rodillas, lleno de emoción.

Casi inmediatamente, el partio se terminó y el honor que había escapado a Inglaterra por tanto tiempo por fin fue ganado. Pronto los jugadores, que habían olvidado el cansancio extremo que los aquejaba apenas minutos antes, se abrazaban y reían y lloraban con Alf Ramsey y los suplentes, que deberán pasar su vida con el recuerdo agridulce de haber vivido la gloria desde el lado equivocado de la línea de cal.

SIN FALLAS
"Ramsey, Ramsey", el público coreaba el nombre del técnico y ese momento de vindicación es algo que nadie puede envidiarle. Moore llevó a sus hombres hasta el palco real para recibir el trofeo Jules Rimet a manos de la Reina, y la lenta vuelta olímpica comenzó. "Ee-aye-addio, we've won the Cup", cantaba la multitud: "Ee-aye-addio, ganamos la Copa". Mientras Moore lanzaba ese galardón tan deseado sobre su cabeza y lo volvía a tomar.

Inglaterra había, en efecto, ganado la Copa, demostrando más determinación, agresión y personalidad de la que habían dejado ver en cada una de las etapas anteriores de la competición. En semejante triunfo no puede haber fallas, pero si uno debe nombrar a los héroes más sobresalientes de la gesta se tiene que quedar con Hurst, Ball, Moore y los hermanos Charlton.

Hurst, que apenas un mes atrás no parecía tener la más remota chance de componer el plantel mundialista, ha emergido como la estrella destructiva de un tipo de juego excitante, transformándose en el primer hombre en marcar un hat-trick en la final. Ball, que se veía como un niño, ha hecho el trabajo de dos hombres. Moore, demostrando que se estimula en las grandes ocasiones, jugó con una imaginación y autoconfianza que tornaron innecesarias las preguntas acerca de quién era el capitán de Inglaterra.

A su lado, Jack Charlton fue un gigante. Y a través de toda la performance de esta final apareció la inspiración de Bobby Charlton. En la primera mitad, cuando se echaron los cimientos de la victoria inglesa, lo que más contó fue su permanente e incansable búsqueda, su habilidad de imponer la experiencia y la clase al servicio del juego de equipo.

ORGULLO EN LA DERROTA
Cada uno de los rivales respondió de manera soberbia, y si hubo ocasiones en las que faltó inspiración, a ninguno le faltó coraje o total compromiso. Por supuesto, los alemanes estuvieron en la cancha también, y se lo dejaron saber a Inglaterra bastante seguido. Quizá ahora lamenten haber puesto a Beckenbauer a marcar a Charlton, porque el joven mediocentro tuvo escasas oportunidades para explotar su genio en ataque hasta que resultó demasiado tarde. Held y Haller, con una tremenda asistencia de Seeler, hicieron bastante daño, pero en realidad fueron Tilkowski y sus defensores lo que quedaron para salvar a Alemania.

Lo intentaron poderosamente, pero al final el espíritu de Inglaterra pudo más. Alemania ya había ganado la Copa del Mundo, Inglaterra no, con lo cual los teutones tenían el derecho de aceptar la derrota con orgullo. Lo hicieron, y las tribunas aplaudieron su vuelta de honor tanto como la del equipo local y campeón.

Wembley estuvo cargado con una atmósfera jamás conocida. Mucho antes de que los equipos aparecieran en el campo, la gente ya estaba cantando y alentando. Cuando la banda de los Royal Marines, que había tocado una tonada para cada una de las 16 naciones que participaron de la competencia, llegó a tocar el himno nacional inglés, su estrofas sonaron en la garganta de los asistentes como quizás nunca vuelvan a sonar. Luego, el himno alemán -"Deutschand Uber Alles"- sonó como un trueno y la batalla comenzó.

Los alemanes arrancaron con bastante nerviosismo, intentando no forzar el juego físico y dejando a los delanteros ingleses llegar sin problemas hasta el borde del área grande. Chartlon y Peters se combinaron para un buen avance sin problemas por izquierda y se notó inquieta a la defensa alemana antes de que el centro fuera despejado.
Charlton se movió a propósito por todo el terreno de juego, trayendo compostura y tranquilidad allí a donde fuera. Como varias veces en su carrera, las comparaciones con Di Stéfano parecían relevantes.

Uno de los pocos pases imaginativos de Hunt dejó a Stiles solo en la derecha, y su centro alto superó a Tilkowski antes de que Hottges la cabeceara lejos del peligro. La pelota fue regresada inteligentemente por Bobby Charlton y Tilkowski tuvo que exigirse al extremo para sacarla con los puños lejos del amenazante Hurst, con tal esfuerzo que el arquero alemán quedó noqueado en el piso.

Con el jugador postrado, el silbato sonó y los defensores germanos dejaron de jugar mientras Moore ponía la pelota dentro del arco. La gente gritó con la esperanza de que la próxima vez el gol fuera real, y no apenas un simulacro.

Jack Charlton, llevando la pelota en su frente con un talento que le hubiera hehco justicia a su hermano, se movió raudamente fuera de la defensa y ejecutó un fino pase en diagonal que habilitó a Peters para un rápido y potente tiro desde el borde del área. Tilkowski, lanzado desesperadamente hacia su izquierda, logró mandar la pelota por al lado del palo. Hurst logró conectar de volea el tiro de esquina de Ball, pero su tiro se fue demasiado alto.

En ese punto, Weber se lanzó al suelo y decidió dar una de esas agonizantes actuaciones que han sido la marca de Alemania durante todo el torneo, pero el árbitro Mr. Dienst rápidamente le hizo saber que no engañaba a nadie.

Peters enfatizó las ganas de atacar de Inglaterra tras surgir desde la derecha y rematar la pelota desde venite metros: se fue a un metro del palo.

Luego, sorprendentemente, Inglaterra se encontró un gol abajo en el décimo minuto. Y fue un gol que nadie podía creer, al menos nadie que hubiera visto el magnífico juego defensivo que había demostrado este seleccionado durante todo el campeonato. Held conectó un centro alto desde la izquierda y Wilson, que saltó por la pelota sin rivales cerca, cabeceó para bajar la pelota precisamente a los pies de Haller, que estaba solo a unos diez metros y directamente enfrentado con Banks. Haller tuvo tiempo de pararla, acomodarse y hacer pasar su derechazo rasante a la derecha del arquero para marcar el 1-0 parcial.

LA IGUALDAD
A Inglaterra le tomó apenas seis minutos volver a acomodar las cosas y darle confianza otra vez a la multitud. Overath había sido advertido por un fuerte foul sobre Ball y ahora había cometido otro sobre Moore, trabando al capitán inglés mientras se escapaba con la pelota. El propio Moore se hizo cargo del tiro libre desde 35 metros, cerca de la banda lateral izquierda y envió hermosa una pelota volada al segundo palo. Hurst, calculando de manera perfecta su corrida a través de la defensa, tal como había hecho ante Argentina, conectó un cabezazo perfecto contra el palo derecho de Tilkowski. Fue el 1-1.

Moore levantó un brazo imitando aquel familiar saludo del gladiador, mientras Hurst era ahogado por las felicitaciones de sus compañeros. Fue otro recordatorio de la gran contribución de el jugador de West Ham durante este Mundial.

Bobby Charlton se reafirmó con una filosa corrida en paralelo a la línea de fondo y un remate con su pie izquierdo: el tiro trajo problemas a Tilkowski, pero el guardameta se pudo quedar con el balón en el segundo intento. Los alemanes respondieron a través de Haller, que perdió el duelo por poco con Banks, en una carrera para alcanzar un pase vertical.

Pero los avances más sostenidos seguían llegando del lado inglés. Moore, jugando con maravilloso control, manejaba los tiempos del partido, uniéndose inteligentemente con los movimientos que iniciaba Bobby Charlton.

Desafortunadamente, sin embargo, Charlton no podia estar en dos lugares al mismo tiempo. Una y otra vez los ataques que él concebía desde posiciones retrasadas pedían a gritos ser finalizadas con su poder de gol. Luego de que Ball fuera reprendido por su aparente desidia, tomó parte uno de los ataques más efectivos de Inglaterra. Cohen cruzó la pelota desde la derecha y Hurst se elevo de manera magnífica para desviarla con otro cabezazo que Tilkowski sólo pudo sacara a medias de su palo derecho. Ball regresó la pelota al área alemana y la desesperación de los defensores fue notoria: tuvo que llegar Overath a la carrera para mandar la pelota al córner.

EFECTIVOS PARA CONVERTIR
Sin embargo, no todos los momentos de inquietud sucedieron alrededor de Tilkowski. Primero Ball y luego Cohen jugaron riesgosamente con Held cerca de la línea de gol. Jack Charlton, manteniendo su notable nivel en esta Copa del Mundo, tuvo que intervenir con un prodigioso quite desde el piso para resolver el problema. Le costó un tiro de esquina y el tiro de esquina casi le cuesta un gol a Inglaterra. La pelota fue a Overath y desde unos 15 metros pateó fuerte a media altura. Banks logró salvarla, y cuando Emmerich tomó el rebote desde un ángulo cerrado el arquero volvió a responder con seguridad.

Cuando un cabezazo de Wilson fue vuelto a cabecear por Hurst, Hunt quedó en una posición inmejorable para llegar al gol. Pero cuando el hombre de Liverpool forzó la volea con su pie izquierdo, Tilkowski apareció en el camino. Poco después, un pase sutil de Charlton desorientó a la defensa germana, pero Peters no pudo alcanzar el balón para definir.

El patrón fluctuante de la primera mitad fue remarcado de nuevo antes del entretiempo, cuando Overath sacó un contundente remate de 20 metros que Banks echo de manera brillante por sobre el travesaño.

Bobby Charlton, moviéndose tras un pase de Moore temprano en el segundo tiempo, fue bajado dentro del area por Schulz, pero los reclamos por un penal fueron incomprensiblemente ignorados. Cohen aparecía regularmente en la banda derecha, pero sus centros eran fácilmente cortados.

Mr. Dienst se puso quisquilloso cuando advirtió a Stiles -aunque tenía derecho a hacerlo- luego de que el volante picara con fuerza la pelota disgustado por una decisión arbitral. Hunt parecía abatido tras su última participación, cuando conectó un centro desde la izquierda, pero luego de 75 minutos tuvo participación en el segundo gol inglés.

Fue él quien empujó la pelota hacia Ball y cuando el puntero pateó, Tilkowski empujó la pelota hacia la parte externa de su red. Tras el córner, un tiro de Hurst desde la izquierda fue desviado por Schulz. Y Peters, extrañamente olvidado por los defensores visitantes, apareció rápido para tomar la pelota de media volea y mandarla al fondo del arco desde menos de cinco metros. Inglaterra pasaba al frente por primera vez.

Un tiro libre contra Styles fue guiado con puntería por Emmerich, voló sobre los defensores ingleses y Weber pudo haber hecho más que cabecear débilmente.

En los últimos segundos del tiempo reglamentario, los simpatizantes ingleses fueron silenciados por el tanto de la igualdad. Charlton fue penalizado de manera dudosa tras saltar para cabecear, y el tiro libre de Emmerich superó el muro defensivo inglés. Mientras pasaba por la línea de gol, pareció tocar a Schnellinger en el brazo, pero el árbitro no vio nada ilegal y Weber, en el segundo palo, pudo marcar. El 2-2 cerró los 90 minutos.

UN TIRO MARAVILLOSO
Desde el puntapié inicial en el tiempo extra, Inglaterra encerró a su rival prácticamente dentro de su área. Ball tuvo un tiro fantástico desde 20 metros que Tilkowski desvió por encima del horizontal. Charlton lanzó un disparo bajo que el arquero empujo contra su palo izquierdo.

Los alemanes se veían cansados pero sus ligeros contraatques seguían siendo peligrosos. Emmerich encaró a Banks, pero cuando le pasó la pelota a Held para que definiera, el control fue demasiado lento y Stiles logró despejarla. Luego Held lo compensó esquivando a pura gambeta a la entera línea de fondo inglesa y enviando un centro atrás que cruzó el área inglesa. Pero no había nadie acompañándolo.

Cuando Inglaterra tomó ventajas nuevamente, en el décimo minuto del tiempo extra, lo hizo de manera controversial. Ball logró un espacio sobre la derecha y cedió el balón para Hurst. El delantero trabajó para tener una opción de disparo y lo tomó: su derechazo subió desde los 10 metros hasta estrellarse con la parte baja del travesaño, desviada por Tilkowski y cuando picó los jugadores ingleses festejaron y reclamaron el gol como si hubieran sido un solo hombre con una sola voluntad. El réferi habló con su juez de línea ruso y otorgó el tanto. El festejo atrasado sacudió al estadio.

Entonces estuvimos arriba, gritando y saltando y aplaudiendo y cacheteándonos los unos a los otros mientras Hurst marcaba aquel último gol genial. El cielo había estado nublado toda la tarde, pero ahora las nubes se dividían y el sol brillaba por fin en el estadio. Quizá esos muchachos tenían razón cuando decían que Dios era un inglés.

*Publicado en el diario The Guardian del 31 de julio de 1966.