<
>

El nuevo De la Hoya vive en Japón

TOKIO -- Miles de boxeadores desfilan ante los ojos de un periodista especializado. Sin embargo, a lo largo de los años serán muy pocas las ocasiones en que quede realmente impresionado, sobre todo en esta época en la que las grandes figuras no abundan.

Pero cuando finalmente uno se topa con un súper talentoso, la satisfacción es enorme. Especialmente, si el diamante se encuentra en bruto.

Ese es el caso del venezolano Jorge Linares, quien con sólo 18 años y siete peleas profesionales se encamina a convertirse en el nuevo Oscar de la Hoya.

Claro, semejante diagnóstico no puede ser lanzado sin correr el riesgo de quedar en ridículo. Pero eso es parte de esta profesión y uno acepta el desafío sin protestar.

Muchos venían hablando de Linares desde hace un tiempo. Sobre todo, su descubridor, Gilberto Jesús Mendoza, director ejecutivo de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB), a quien el enorme talento del chico había deslumbrado.

Los elogios de Mendoza llevaron a que el promotor japonés Akihiko Honda (el más influyente de Asia) se fijara en él y lo llevara a Japón para realizar una prueba, que terminó en un repentino debut profesional, que deslumbró a propios y extraños.

"Hace casi un año que estoy viviendo en Japón. En agosto de 2002 vine a hacer una prueba que duraría dos semanas. Pero después de verme en el gimnasio, Honda quiso que debutara como profesional en diciembre. Lo hice ante un coreano (de nombre Kyong-Soo Chung) a quien noqueé en 35 segundos", recuerda Linares.

Diez meses después, Linares - un súper gallo casi al borde de la categoría pluma - ha ganado sus siete peleas y prácticamente ya no tiene rivales en Asia. Mucho menos, spárrings. Cuando llegó a Japón comenzó a guantear con campeones nacionales japoneses. Pero pronto ya nadie quiso volver a hacerlo, ya que dejó maltrechos a varios. Por eso, Honda tuvo que ir a buscar spárrings mexicanos.

"Jorge es un verdadero fenómeno boxístico. Pero, además, es un gran chico, tiene un corazón muy grande y es muy humilde. Hace todo lo que le decimos en el gimnasio y por eso ha evolucionado mucho en todo este tiempo. Y fuera del gimnasio se comporta como un verdadero profesional", señala Honda.

No por casualidad a Linares lo bautizaron "el Niño de Oro Venezolano". Es que Oscar es su ídolo. Pero, además, Jorge habla en forma muy parecida y tiene un ángel similar.

"Me gustaría conocer a Oscar, eso sería muy lindo", se entusiasma Linares, quien como aficionado fue cuatro veces campeón nacional y acumuló un impresionante récord de 145 victorias y sólo cinco derrotas.

NACE UNA ESTRELLA
Linares nació el 18 de agosto de 1985 en un pueblo llamado Barinitas, en el estado de Barinas, seis horas al norte de Caracas. Allí vivía con los padres y dos hermanos, Nelson Jr. (profesional y actualmente radicado en Francia) y Carlos (todavía aficionado y campeón nacional de Venezuela), también boxeadores.

Claro, con un padre entrenador de boxeo como Nelson, que siempre tuvo un gimnasio a pocos metros de su casa, era difícil que los hermanos Linares se dedicaran a otra cosa.

Aunque Jorge confiesa que el boxeo no siempre fue meta.

"En realidad, mi sueño era jugar básquet profesionalmente. Llegué a jugar un campeonato estatal, donde nos consagramos campeones con la selección de Barinitas. Cada vez que vuelvo a mi pueblo me pongo a jugar básquet con mis amigos cuando termino de entrenar", relata.

"La primera vez que me puse los guantes fue a los 5 años. Pero por aquel entonces no me gustaba el boxeo. Lloraba cuando me pegaban", confiesa.

Sin embargo, las sesiones familiares de guanteo con sus hermanos lo fueron animando a dedicarse a lo que mejor sabe hacer.

"De pequeños nos dábamos duro con mi hermano más chico. Con Nelson Jr. también hemos hecho guantes varias veces. Una vez recuerdo que le partí una ceja en un guanteo. Pero siempre mi padre detiene los guanteos, porque se pone demasiado nervioso viéndonos", recuerda.

Ahora lejos de su pueblo, Linares vive sólo, en un apartamento ubicado a pocos minutos del gimnasio Teiken, en el centro de Tokio, donde entrena todos los días.

"La verdad es que nunca imaginé que viviría en Japón. Todo lo que me pasó hasta ahora fue totalmente inesperado. Al principio no estaba preparado mentalmente, pero mi padre me aconsejó que aprovechara una posibilidad semejante, así que decidí quedarme a vivir aquí. Todo gracias a Gilberto Jesús (Mendoza), que hizo que esto fuera posible", dice Jorge.

Pero la experiencia no fue fácil al principio.

"Los primeros meses la pasé súper fatal, fue todo muy difícil, porque no entendía nada y extrañaba mucho a mi familia y amigos. Pero me fui acostumbrando y hoy puedo decir que estoy muy feliz", agrega.

"En los ratos libres estudio japonés y ahora ya entiendo bastante. Además, me entretengo navegando en Internet y chateando con mis amigos", señala, entusiasmado con su nueva computadora portátil, desnudando un costado casi infantil que todavía asoma de vez en cuando.

DE AUTÓGRAFOS Y CARISMA
A medida que vamos caminando por las calles de Tokio, se hace cada vez más evidente que, además de talento, a Linares le sobra carisma, elemento mágico que sólo unos pocos poseen.

A su paso, los japoneses se detienen a observarlo. Algunos le piden autógrafos y se sacan fotos con él. Jorge se sonríe y esboza alguna que otra frase, mientras admite haber cosechado varias "amigas".

Pero una vez en el Teiken Gym, a Jorge le cambia la cara. El momento de trabajar ha llegado. Y lo hace con la misma seriedad de un japonés.

Comienza a guantear y tan pronto saca la izquierda en gancho asoma la soltura y estética de los movimientos de De la Hoya. Y cuando la derecha sale en recto, uno recuerda el instinto voraz de Félix Trinidad. Tanto, que tienen que calmarlo para que no aniquile a un boxeador mexicano, que lo triplica en experiencia y lo aventaja en varias libras.

En su esquina está el jóven y talentoso Sendai Tanaka, quien quizás sin saberlo se encuentra en una situación similar a la de su pupilo. Porque en el mundo del boxeo difícilmente alguien de 32 años pueda exhibir sus credenciales: Tanaka es desde hace varios años uno de los co-entrenadores de Marco Antonio Barrera.
Tanaka y Linares han formado una dupla que parece destinada al éxito.

Seguramente, ambos lo saben, pero no pierden la humildad y se dedican a corregir errores día a día.

En perfecto español (extrañamente, con acento argentino), el entrenador explica: "el caso de Jorge es realmente increíble si se tiene en cuenta su edad. Por supuesto que todavía tiene mucho por aprender. Y para eso tiene que pelear más seguido. Con sólo siete peleas ya tiene el nivel necesario para ganarle a los campeones nacionales japoneses. Su pegada y la forma en que tira las combinaciones son muy difíciles de hallar".

"Pero hay que seguir corrigiendo defectos, sobre todo en la parte defensiva. Yo siempre le digo a Jorge que no tiene que conformarse con ser campeón mundial, sino que tiene que llegar a ser un súper campeón", señala Tanaka.

Linares asiente respetuosamente, aunque no pierde de vista sus sueños.

"Obviamente, me gustaría ser campeón mundial. Ahora voy a empezar a enfrentar a boxeadores rankeados y así voy a ir ganando experiencia", explica.

Pero de inmediato él mismo se encarga de ponerse en su lugar.

"Creo que soy inteligente para manejar las presiones y todo lo que rodea al boxeo. He tomado la experiencia de casos en los que a los boxeadores jóvenes se les subían los humos. Así que iré con mucha calma".

Después de ganar su séptima pelea profesional, inexorablemente el futuro de Linares está en los Estados Unidos. Su visa de trabajo acaba de ser aprobada y en poco tiempo estará entrenando allí, siempre junto a Tanaka.

Mientras tanto, el mundo del boxeo lo espera con los brazos abiertos.