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Una guerra que terminó en el Mundial

Un soldado argentino almuerza en Malvinas. Ambos países siguieron jugando al fútbol Getty Images

Aunque parezca increíble, dos naciones que estuvieron representadas por cuatro Selecciones en este Mundial de España '82 comenzaron su participación en la competencia a pesar de estar en guerra. Se trata de Argentina y el Reino Unido de Gran Bretaña -que contó con Inglaterra, Escocia e Irlanda del Norte en el torneo-, enfrentados en combate por las Islas Malvinas.

El conflicto bélico arrancó el último 2 de abril, cuando las tropas argentinas desembarcaron en las islas. Leopoldo Galtieri, presidente de facto del país sudamericano, había decidido recuperar por vía militar la soberanía de ese territorio que estaba en poder de Inglaterra.

Apoyado por la mayor parte del pueblo y por buena parte de la prensa, Galtieri desafió públicamente a los ingleses en sus discursos e intentó que la vida deportiva del país no se detuviera. De hecho, el día del desembarco se jugó un partido del Torneo Nacional, y ese fin de semana se completó la fecha. El fútbol siguió como si nada sucediera.

Dentro de esa lógica, la presión de las altas esferas llegó para que el equipo se presentara en el Mundial. Se trata, después de todo, de una versión "reforzada" del conjunto que salió campeón del mundo hace apenas cuatro años, con jugadores como Kempes, Passarella, Ardiles y Fillol, a los que se agregaron dos estrellas jóvenes que habían brillado en el título juvenil de 1979: Diego Maradona y Ramón Díaz. Todos ellos dirigidos por el mismo DT que levantó la copa anterior: César Luis Menotti.

Pese a la guerra declarada, el 14 de abril el equipo jugó un amistoso preparatorio frente a la Unión Soviética. Empató 1-1 en la cancha de River y el juego fue transmitido por radio a las Islas. El 5 de mayo, apenas tres días después del hundimiento del Crucero General Belgrano, donde murieron 323 argentinos, el seleccionado se enfrentó con Bulgaria: le ganó 2-1 en cancha de River. El 12 de mayo, superó 1-0 a Bulgaria en Rosario.

Por lo general, no hubo voces argentinas que se alzaran en contra de continuar con la actividad deportiva. Uno de los que se hizo oír fue Alfredo Di Stéfano, radicado en Madrid. "No es lógico que mientras unos se juegan la vida en las Malvinas, otros participen del Mundial para divertir a la gente", sostuvo.

Pero la campana más oída era diferente. En una conferencia de prensa dedicada exclusivamente a medios extranjeros, una vez instalado en la concentración argentina en España, Menotti dijo: "Desde nuestro humilde puesto debemos intentar darle al mundo, a través del fútbol, una imagen cabal de lo que somos".

Maradona también se sumó a esa postura: "Lo hemos conversado mucho con los muchachos y lo que podemos aportar desde allá es jugar lo mejor posible para alegrar a nuestros soldados".

Algunos jugadores lo sufrieron desde otro lado. Por ejemplo, Osvaldo Ardiles, quien estaba en Inglaterra en aquel momento y jugaba para el Tottenham. El 3 de abril, su equipo jugó como visitante ante el Leicester. "La hinchada del Leicester me silbaba y gritaba 'England' cada vez que yo agarraba la pelota. Pero la del Tottenham replicaba con 'Argentina, Argentina''", le contó al diario Clarín. "No se si volveré a jugar otra vez en Inglaterra", auguró al mismo diario el 5 de abril, cuando llegó para quedar concentrado de cara al Mundial.

El debut de la Selección fue el 13 de junio. Perdió 1-0 frente a Bélgica. Todavía se estaba combatiendo y algunos soldados aseguraron que escuchaban a sus compañeros insultando por los goles que llegaban en la radio mientras peleaban cuerpo a cuerpo con los ingleses. Al día siguiente se anunció la rendición argentina.

Aún tras el final de la guerra, se especuló con el enfrentamiento entre Argentina y alguno de los seleccionados europeos involucrados en la batalla. De hecho, el gobierno británico consideró retirar a las selecciones de Inglaterra, Escocia e Irlanda del Norte por temor a un posible duelo durante la segunda ronda.

Una carta del ministro de Deportes británico de aquel entonces, Neil Macfarlane, a la primer ministro Margaret Thatcher aconsejó no tener "ningún contacto deportivo con Argentina". La carta, escrita el 11 de mayo advertía que "la pérdida de la vida británica ha tenido un marcado efecto sobre algunos futbolistas". Y aclaraba: "Ellos sienten repugnancia ante la idea de jugar en el mismo torneo con Argentina".

El duelo más probable era el que podía darse entre Escocia y Argentina, en caso de que los británicos superaran la primera fase, cosa que al final no ocurrió.

Y pese a que Inglaterra e Irlanda del Norte ganaron sus grupos en la primera ronda y Argentina clasificó para la segunda rueda, ninguno de los seleccionados implicados alcanzó los duelos de eliminación directa.

Una vez finalizado el torneo, varios jugadores argentinos fueron autocríticos. "La guerra no fue un hecho menor, a los jugadores nos trataron como si no fuéramos hombres. Por eso queríamos sacar fuerzas de donde fuera para hacer olvidar todo eso, para darle un satisfacción a la gente. Pero cuando salí a la cancha sentí mucho frío, lo humano superó a lo futbolístico", reflexionó Patricio Hernández, integrante de aquel plantel.

La declaración más fuerte a este respecto quedó en manos de Daniel Passarella: "No debí haber jugado el Mundial del 82. En Malvinas muchos chicos murieron y yo, como capitán, debí hacer algo para que no entráramos a la cancha".