Especial para ESPN.com 10y

Croacia, la revelación

PARIS -- "Sólo con una llamada, todos daremos nuestra vida". Por primera vez en la historia de esta joven nación, aquellas palabras no tienen que ver con el compromismo patriótico en tiempos de guerra, sino con la felicidad por un éxito deportivo. No van atadas a la idea de morir por la patria, sino a la de vivir por el fútbol. Una noche, todo el pueblo de Croacia salió a la calle para festejar la extraordinaria actuación de su Seleccionado en la Copa del Mundo de Francia y nadie recordó la tristeza de otros tiempos.

Croacia llegó a su primer Mundial después de finalizar segundo en el grupo 1 de las Eliminatorias europeas -tras Dinamarca- y de superar en el repechaje a Ucrania. La Federación croata se unió a la FIFA y a la UEFA en 1992 y su primer éxito fue la clasificación a la Euro 1996. Con esa base, logró el pase a la Copa de Francia dos años más tarde. Muchos de los jugadores que habían integrado el último combinado de la Yugoslavia unificada, como Robert Prosinecki, fueron claves en los primeros años tras la independencia.

El combinado croata integró el grupo H y venció con claridad a Japón y Jamaica antes de caer frente a Argentina en el último encuentro de la rueda inicial. Luego, derrotó a Rumania en octavos y obtuvo el triunfo más resonante de su historia sobre Alemania, al que venció por 3-0 en un partido que jamás olvidarán los hinchas croatas. Así relató el diario español La Vanguardia aquella victoria:


"Un gran meneo le propinó una sensacional Croacia, liderada por el mejor "Sukerman", a toda una tricampeona del mundo, que hasta ahora había tratado de maquillar su decadencia con resultados engañosos. Croacia, para mayor satisfacción de sus patriotas, consiguió además la goleada que Yugoslavia tuvo en sus manos (2-O ante Alemania para un 2-2 final), y no supo conservar.

Nadie juega mejor al contragolpe que Croacia. Porque jugar al contragolpe no quiere decir todos atrás y balonazos largos a alguna liebre. Un buen planteamiento de contraataque quiere decir repliegues rápidos y ordenados, y salidas por sorpresa para pillar al contrario adelantado en sus líneas. Si encima ese dispositivo se pone en práctica por jugadores que tocan el balón de maravilla, y que actúan con una motivación y una entrega ejemplares, al contrario lo hacen polvo. Eso hizo la selección croata utilizando a sus tres "españoles" (Suker, Jarni y Vlaovic) para flagelar una y otra vez a la organización germana".

Después de esta goleada en Lyon, el conjunto dirigido por Miroslav Blazevic perdió contra Francia en semifinales y le ganó a Holanda el partido por el tercer puesto, que según contó Davor Suker no era sólo un consuelo para ellos: "Esta era una pequeña final para mi país. Ser terceros en el mundo es un orgullo y un sueño cumplido. Croacia era conocida por el cinco por ciento del planeta y ahora, gracias a este plantel, el nombre de mi nación recorre todos los rincones. Los jugadores hemos hecho por Croacia más que los políticos y toda la diplomacia".

El propio Suker, durante el choque con los holandeses, se acercó a Clarence Seedorf y le dijo al oído: "Clarence, este partido es más importante para el pueblo croata que para ustedes". Él sabía que lo que para muchas Selecciones es sólo una obligación para ellos representaba casi lo mismo que la final que se disputaría un día después. Para Croacia, el bronce era mucho más dorado que el oro, porque representaba el premio a años de esfuerzo y sufrimiento. Por eso, nadie merecía más que ellos la victoria.

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