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El final de una era

BUENOS AIRES -- Hoy les voy a contar una historia, que arranca un cuarto de siglo atrás pero llega hasta nuestros días. Es más, es absolutamente de actualidad hoy por hoy. Pero es una historia larga, tengan paciencia, siéntense cómodos y con algo para tomar cerca. Sugiero cerveza, salamín y queso, pero no discuto sobre gustos, cada uno con el suyo. Están listos? Entonces vamos.

Había una vez las "siete hermanas": Juventus, Milan, Inter, Lazio, Parma, Roma y Fiorentina. Por quince largos años dominaron la escena europea, dividiéndose entre sí casi todos los trofeos: no tanto en Champions League, con 5 triunfos y ocho finales entre 1989 y 2003, sino en Copa UEFA (actual Europa League), que se volvió casi un "patio" tricolor gracias a ocho triunfos y otras seis finales en ese mismo período de tiempo.

A niveles de dueños, estamos hablando de la familia Agnelli, Berlusconi (con Galliani como su brazo operativo), Moratti, Cragnotti, Tanzi, Sensi y Cecchi Gori respectivamente.

Justamente Vittorio, el productor cinematográfico fiorentino, fue el primero en caer, así como había sido el que menos ganaba: armó buen equipo, con Batistuta y Rui Costa entre otros, pero el máximo resultado fue una final de Copa UEFA. Nunca tuvo suerte con los entrenadores y menos aún con el costado financiero: perdió todo, el club quebró y se cayó a la Serie C2. Del club se hicieron cargo los hermanos Della Valle, pero por ahora no pudieron construir un equipo de similar poderío.

Luego se derrumbaron los "empresarios exitosos" Cragnotti y Tanzi: sus imperios agroindustriales (Parmalat y Cirio, de hecho, siguen existiendo, obviamente sin ellos) se fundaban sobre audaces ingenierias financiarias, pero en última análisis eran una mentira y, cuando el mercado se dio cuenta, los "emperadores" se cayeron y con ellos sus "juguetes", los equipos estelares que habían creado.
Parma tuvo buenos resultados: armó un equipazo, con Sensini y Couto en defensa, Dino Baggio y el joven Stafano Fiore en el medio, el Tino Asprilla, Gianfanco Zola y el sueco Brolin arriba, y Ganó la Copa UEFA 1995. Luego, mejoró todavía, con las llegadas de Chiesa y Crespo, de los jóvenes Buffón y Cannavaro, más el ya afirmado Thuram, en suma otro equipazo que volvió a ganar la Copa UEFA en 1999.

Lazio también anduvo bien: en Europa ganó la Recopa 1999, llegó a la final de la Copa UEFA 1998, perdida ante Inter, pero sobre todo ganó un Scudetto (el segundo de su historia luego del glorioso título de Giorgio Chinaglia y su "banda") en 2000. También con un equipazo, ojo: Marcelo Salas, Alen Boksic, Diego Simeone, Pavl Nedved, Dejan Stankovic, Juan Sebastián Verón, Matias Almeyda, Sinisa Mihajlovic, y me olvidaba de uno de los mejores defensores de la historia, Alessandro Nesta.

La caída fue dura, pero por lo menos no ocurrió lo de Fiorentina, si bien ambos clubes se redimensionaron: Parma, por ejemplo, en 2008, sufrió la primer retrocesión de su historia. Por suerte el club ducal fue relevado por un joven empresario, Ghirardi, que lo devolvió inmediatamente a su lugar de pertenencia, donde hoy por hoy navega por la mitad de la tabla.

Lazio evitó el descenso y navega en una parte de la tabla apenas superior, normalmente. En realidad, un par de gustos (Copa Italia de 2004, 2009 y 2013) se los pudo dar. Pero un equipo de ese nivel técnico internacional es apenas un grato recuerdo, lejísimos de la realidad actual.

Los viejos Agnelli, muy ancianos, fueron entregando el poder a operadores exitosos. Gianni Agnelli siempre tuvo colaboradores fuertes, como el tremendo Italo Allodi y Giampiero Boniperti, un entendedor de aquellos. Ya viejo, no supo leer la real naturaleza de ciertos personajes y confió en ellos (o quizás no. La leyenda cuenta que el Abogado habría dicho, hablando de Moggi: "Para proteger las escuderías del Rey hay que contratar al mejor ladrones de caballos". Pero es leyenda, nunca sabremos si responde a verdad).

El hecho es que cuando Gianni y Umberto desaparecieron, los jóvenes herederos no tenían porque cambiar, puesto que Moggi y su banda entregaban resultados deportivos y jugosos dividendos, algo realmente insólito en el fútbol.

Claro, se trataba de una verdadera asociación delictiva, que usó al equipo más glorioso de Italia para enriquecerse y tomar un poder casi absoluto sobre el Calcio. Todos sabemos como terminó la historia de esos "mejores ladrones de caballos", pero quien pagó los platos rotos fue el club, con el descenso y un equipo fantástico desarmado casi completamente.

Los herederos, aprendida la lección, demostraron la misma capacidad de sus predecesores: cambiaron todo, construyeron la cancha y, en poquísimo tiempo, apenas 6 años, volvieron a mirar a todos desde arriba, y no sólo desde lo deportivo sino también a nivel de calidad de plantel y de fuerza económica. De cualquier manera, y lo digo con todo el respeto por lo mucho ya logrado, aquellos viejos Agnelli eran sin dudas personas muy diferentes de sus herederos.

Otro que se murió fue Sensi. Su Roma obtuvo el campeonato 2001, con un hermoso equipo que alistaba a Samuel, Cafú, Candelá, Emerson, Totti, Batistuta y Montella. Además, había perdido la final de Copa UEFA de 1991. Luego de la muerte del patrón, algunos años de su hija Rossella, luchando siempre arriba pero ganando poco (Copa Italia 2007 y 2008). Luego, llegaron los empresarios estadunidenses, pero esa ya es historia de hoy y veremos como termina.

Por estos días se entregó Moratti. El caso del presidente nerazzurro es conmovedor, porque ese hombre siempre corrió detrás del fantasma de su padre, el inolvidable Don Angelo Moratti. Massimo anhelaba ganar lo mismo que su padre, la Copa de Campeones. Angelo la ganó dos veces consecutivas, un recuerdo imborrable en aquel hijo veinteañero quien, luego de la desaparición del viejo, juró a sí mismo que repetería ese logro alguna vez.

Al comienzo, a pesar de inversiones plurimillonarias, Massimo no lograba lo suficiente. Ganó la Copa UEFA de 1998 con un hermoso equipo, de Pagliuca a Bergomi, de Zanetti a Simeone, pasando por Recoba y Berti y llegando a Zamorano y Ronaldo, el verdadero, el brasileño, quien estaba quizás en su mejor momento.

Pero aquellos ladrones de caballos eran demasiado hábiles como para permitir que el entusiasmo y el dinero fresco del "joven" Moratti quebraran su egemonía, y Massimo tuvo que esperar la autodestrucción de esa funesta banda como para poder coronar su sueño: en 2010 llegó el triplete, luego de una serie de otros 4 Scudetti consecutivos anteriores (si bien el primero no debería contar, porque llegó en un tribunal: ahí se puede perder, pero en el deporte ganar debería pasar obligatoriamente por la cancha).

Una vez logrado su objetivo y cargado de las deudas contraídas con su propia familia, que es dueña de una importante empresa petrolera, rápidamente Massimo perdió el interés. Sus hijos no demostraron excesivo entusiasmo y entonces lo más razonable fue vender a un emprendedor extranjero, haciéndole honor a ese "mote" de internacional implícito en su nombre.

Moratti se garantizó que estos señores no fuesen tiburones buscando sólo un buen negocio. Luego de una larga negociación, entregó el club, si bien con una claúsula que, llegado el caso, en 3 años le permitiría recuperar el control si no se cumplen determinados objetivos.

La nueva gestión viene para hacerse conocer pero también para hacer negocio. Yo me esperaría antes una gran inversión para construir el estadio de propiedad y no tanto en la compra de jugadores. Veremos, pero seguramente va a ser muy diferente de como había sido hasta ahora.

Habrán notado la frase referida a los hijos de Moratti que no "mostraron excesivo entusiasmo" para hacerse cargo del club. En cambio, en el caso de Silvio Berlusconi, Milan es parte de un imperio que varios hermanos se están dividiendo entre sí. A Bárbara, la más jovencita, en la repartija le tocó el club rossonero, y la chica, hay que reconocerlo, se la tomó muy en serio.

Hay que decir algo: el gran Milan de Berlusconi, el equipo que más ha ganado al mundo en esos 25 últimos años (junto a Boca Juniors, por cierto), era la suma de las grandes cantidades de dinero aportadas por Berlusconi con su indudable intuición empresarial (por ejemplo, inventó a Arrigo Sacchi y a Fabio Capello desde la nada, increíble) y al trabajo precioso del señor Adriano Galliani, quien se demostró un diplomático y un negociador de enorme nivel, además de ser también un perfecto "administrador", que supo crear en Milanello un ambiente prácticamente perfecto para ganar.

Berusconi está viejo y, por más que diga que "se siente como un león", la realidad es que es un hombre derrotado, empobrecido por sus larguísimas batallas politico-judiciales (hace poco, en un juicio tuvo que pagar 570 millones de euro a otra empresa por un fallo adverso). Son cantidades que le doblan las rodillas a cualquiera, más allá de sus riquezas. Son derrotas, lo único a lo que Berlusconi nunca supo acostumbrarse.

Ahora los hijos pujan y quieren hacerse cargo. Saben que ya no hay manteca para tirar al techo, que Milan no puede ser un juguete, tiene que ser una empresa que produzca y gane plata. Si bien, por genética misma, sabe muy bien que la mejor manera de hacerlo es ganar y mantener alto el valor de la marca "Milan".

Barbara fue derechito al punto y atacó la conducción actual con feroz precisión, con acusas claras e imposibles de refutar. Su discurso es muy simple: Galliani era perfecto apara administrar riqueza ajena. Con su inteligencia y con dinero a disposición era un mago y sabía armar equipos competitivos y espectaculares. Pero sin plata, quizás no sea tan eficaz.

Barbara digo: "Milan no gastó poco, gastó mal". Se tomaron a ejemplo Roma y Fiorentina (yo le preguntaría a la rubia joven empresaria qué ganaron ellos, comparando con lo que ganó Galliani). Pero es cierto, ahora no hay plata, la situación es diferente, y no me parece tampoco mal que lleguen tipos como Paolo Maldini o Albertini, que ya es vicepresidente federal, nada menos, y otros profesionales de prestigio como Fanucci o Uva, con el mismo criterio con el que Juventus trajo a Marotta.

A último momento, Berlusconi intervino para conseguir que la transición sea ordenada. Hasta final de temporada, las dos "cabezas" convivirán en el club, pero el futuro, está claro, será exclusivamente de Barbara.

Por eso, veo un cuarto de siglo (y una buena mitad de mi propia vida) que se termina, un largo y exitoso ciclo que se acaba. ¿Sabrán los nuevos repetir las gestas más o menos gloriosas de quienes los precedieron? Hay que darles confianza, así como hubo que darles confianzas a técnicos jóvenes como Conte, Allegri, Montella, Stramaccioni, Mangia y muchos otros.

Inevitablemente, como siempre cuando se baja el telón luego de una grande obra, algo de tristeza aparece. Ya pasará, lo sé, pero por ahora está: se acabó una era, señores. Nos tenemos que sacar el sombrero ante su ocaso: no sé si habrá otra tan gloriosa para el Calcio.