Alejandro Caravario 10y

Los nuevos grandes

BUENOS AIRES -- Ahora que la FIFA apuesta furiosamente a la actualidad y le asigna valor nulo a los pergaminos, sucede que cuatro equipos sudamericanos son cabeza de serie en el Mundial.
A los abonados permanentes, Brasil y Argentina, hasta ayer nomás representantes exclusivos de la región entre la elite internacional que encabeza los grupos, se sumaron en esta ocasión Uruguay y Colombia.

El selecto equipo se determina sólo por el ranking FIFA, una tabla que antes no recibía demasiada atención. Mejor dicho: siete surgen de ese ordenamiento cuyos criterios tampoco son de comprensión sencilla, mientras que Brasil ocupa un lugar por ser el anfitrión.

En Sudáfrica 2010 se implementó por primera vez el sistema (hay quien dice que por presión de uno de los sponsors más importantes de las Copas Mundiales), y así se dejó atrás el procedimiento histórico que consideraba la actuación en los Mundiales precedentes.

En cualquier caso, los cabeza de serie, con algunos colados eventuales, siempre han sido más o menos los mismos: Alemania, Italia, Argentina, Brasil y siguen las firmas conocidas.

Con el nuevo protocolo, selecciones sin una gran tradición en Mundiales como Colombia y Bélgica obtienen un sitio de importancia apoyados en su presente. De hecho, ninguno de los dos equipos estuvo en la Copa disputada en Sudáfrica.

Claro que si aquella endogamia de los poderosos escuchaba críticas, esta política también colecciona detractores.

Por ejemplo, se señala que la posición de Bélgica y Suiza (quinto y séptimo, respectivamente, según la medición de FIFA) se debe a su excelente actuación en la eliminatoria, aunque en esa instancia, sostienen los críticos, no enfrentaron a rivales de jerarquía.

Mientras que Italia, por ejemplo, no ha logrado encabezar un grupo a pesar de haber sido campeón en 2006, subcampeón de la Eurocopa 2012 e invicto en su grupo de las eliminatorias europeas.

Al margen del orgullo sudamericano por el protagonismo obtenido al menos en el sorteo, los beneficios de liderar una zona son realmente dudosos.

El pretendido objetivo de que no se crucen los peces gordos en la primera etapa de la competencia queda sin efecto. Precisamente porque algunos de los grandes van al bolillero como cualquier hijo de vecino.

Argentina no se encontrará con Brasil ni con Alemania, pero acaso se tope con Holanda, Inglaterra o Italia.

También solía haber alguna ventaja en cuanto a la permanencia en una sede. Pero eso ya no corre. Así que los cabeza de serie, con su distinción a cuestas, también surcarán el enorme Brasil para afrontar el fixture.

Evidentemente, presidir el grupo puede dar algún lustre, pero ninguna ventaja real.

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