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El 2013 fue como de novela

El combate Canelo Álvarez vs Floyd Mayweather se llevó todos los reflectores Esther Lin/Showtime

La temporada boxística de 2013 ha sido como una novela. Buenos y malos capítulos, declaraciones altisonantes y justificaciones absurdas, retornos esperados... y preparados, peleas memorables y otras insípidas, todos fueron giros dramáticos que volvieron interesante esta obra que cerró con la ya paradigmática escena del 'El Chino' resolviendo el 'Problema' en el Alamodome de San Antonio.

Pero cualquier obra humana es perfectible y esta no es la excepción. La campaña pudo ser mejor y no descubro el agua fría. Otra vez la guerra fría entre Golden Boy Promotions (GDP) y Top Rank (TR) enrareció el ambiente. Cero pleitos entre púgiles de una y otra promotora. ¿Los más perjudicados? Los de siempre: los fanáticos, que se quedaron con ganas de ver importantes "guerras" por el conflicto.

Al menos es una buena señal que Oscar de La Hoya, cabeza de GDP, haya escrito en su cuenta de Twitter: Señor Arum, de parte mía y de mí familia queremos desearle unas felices fiestas y un gran nuevo año. Hagamos esos combates por los fanáticos". Además, el ex boxeador y hoy empresario incluyó los tags de Showtime (respalda a GDP) y HBO (garante de TR), las dos grandes adversarias en la industria del pague por ver.

Richard Schaefer, director ejecutivo de GDP, ha intentado sabotear un posible acercamiento con sus palabras: "Nosotros no tenemos ningún interés en Bob Arum. Nosotros no necesitamos a Bob Arum. No tenemos que negociar con ellos y no hay ningún interés". Pero no me detengo a valorar este nubarrón porque dicen por ahí -y con mucha razón-, que "donde manda capitán... no manda soldado".

De la respuesta de Bob Arum, mandamás de TR, a su contraparte dependerá que el 2014 sea recordado como el inicio del deshielo entre promotoras y por la pelea entre el estadounidense Floyd Mayweather Jr, y el filipino Manny Pacquiao. En 2013 quedó claro que esta situación ya es insostenible y parece que De la Hoya hizo conciencia durante su retiro para combatir la adicción a las drogas.

SIN LATINOS NO HAY PARAÍSO

Si de lecciones se trata, este año volvió a confirmar la importancia de los boxeadores latinos en el negocio del boxeo. En las carteleras más relevantes casi siempre hubo uno de nuestros paisanos en alguna esquinas.

Mexicanos y boricuas (aunque ya no cuenten con nigún campéon mundial nacido en la Isla) volvieron a ser los más cotizados por calidad deportiva y el mercado que generan, dualidad imprescindible para sobresalir en este deporte.

A esta avanzada se van sumando los argentinos y los cubanos. Los sudamericanos marchan con paso acelerado. La victoria de Marcos Maidana sobre Adrien Broner, la calidad de Lucas Matthysse --a pesar del revés ante Danny García-- y la estabilidad de Omar Narváez dejan claro que Argentina es más que la individualidad de Sergio 'Maravilla' Martínez.

Los cubanos demostraron que su escuela amateur -- forjada por el profesor Alcides Sagarra -- posee todas las herramientas para imponerse en el profesionalismo. Pero lo cortés no quita lo valiente y es casi obligatorio que adecuen enseñazas pasadas al presente. Algo así como encontrar un punto medio entre la destreza defensiva de Rigondeaux y la agresividad de Yuriorkis Gamboa. Solo así caerá el cartel de "aburridos" y llegarán las grandes y jugosas peleas.

MAYWEATHER VS CANELO

Si en 2013 todavía alguien dudaba que el boxeo es más negocio que un deporte, debe haber resuelto ese conflicto con el espectáculo "The One". Hubo mucho de negocio y nada de boxeo. Los millones valieron más que la cordura.

Canelo vende y eso se aprovechó. Poco importaron las posibles consecuencias ni que en el proceso se fabulara para hacerle lucir competitivo ante un hombre muy superior. Para colmo, la misma persona que lo mandó al "matadero" -- su promotor Oscar de La Hoya -- lo dejó solo a días del crucial choque.

Mérito aparte para Mayweather, que demostró que tiene bien ganado el apodo de Money Man. Se prestó al espectáculo e improvisó. Hizo bajar dos libras al tapatío y lo elogió para provocar el comentario de que estaba preocupado.

Nada más alejado de la verdad. Aquello fue una estrategia de "marketing" para demostrar que es durísimo en la mesa de debate y para que los menos ilustrados creyeran en la posibilidad de que su oponente sería competitivo.

Muchos cayeron en la trampa y la pelea rompió varios récords de ventas. El estadounidense se encargó de aclarar días después que nunca tuvo la menor duda de que el combate sería un paseo, pero que no iba a desaprovechar la posibilidad de ganar dinero fácil.