Alejandro Caravario 318d

La avanzada africana

BUENOS AIRES -- "Si hoy hubiera tenido 20 o 30 años, habría demostrado un nivel asombroso", dijo José Mourinho sobre su compatriota Eusebio da Silva Ferreira.

Es probable que, a pocas horas de la muerte del futbolista e imbuido del clima de homenaje que se instala en estas circunstancias, el DT haya sido más gentil que sincero.

Pero si nos atenemos a la documentación disponible y al testimonio de sus contemporáneos, concluiremos que Eusebio fue, antes que el resto, un jugador moderno. Esto es, alguien que desarrolló su técnica intachable con un rango de velocidad y precisión poco habituales entre sus pares.

Su apodo, la Pantera de Mozambique, alude a su plasticidad, al efecto visual de sus desplazamientos.

Esta singularidad se añade a un currículum deportivo que despierta asombro. Durante su carrera (15 años en el Benfica y algunos más de peregrinaje por clubes menores de Estados Unidos y Portugal, más su inestimable aporte a la selección nacional) metió más de 700 goles y ganó 12 ligas, cinco Copas de Portugal, una Copa de Campeones en épica final (5-3) ante el Real Madrid de Di Stéfano, Puskas y Gento, dos Botines de Oro y un Balón de Oro.

Con su liderazgo, no sólo el Benfica, donde comenzó a jugar en 1960, entró en el mapa de los grandes equipos europeos. El delantero también llevó a la selección portuguesa al tercer puesto en el Mundial de Inglaterra. Una verdadera revelación para la rígida jerarquía del fútbol.

En aquel Mundial, en el que Eusebio se consagró goleador, Portugal perdió en semifinales ante el local. Y se sabe que estaba prohibido ganarle a Inglaterra en su casa, al menos durante ese torneo.

Nacido en Mozambique, antigua colonia portuguesa, Eusebio tal vez fue un anticipo del prodigioso equilibrio entre belleza, potencia y eficacia que distingue a los buenos equipos y a los buenos futbolistas africanos de los últimos años.

No obstante, siempre me pareció curioso que nunca se arrimara siquiera, en la consideración de los expertos, al puñado de accionistas mayoritarios de la marca fútbol. En el histórico duelo por el reino entre Pelé y Maradona comenzó a terciar Messi. Antes, esporádicamente, alguien tiraba los nombres de Di Stéfano (en él sí destacan la modernidad), Cruyff o Beckenbauer.

Nunca Eusebio, que había logrado tanto o más que aquellos (no llegó a ganar un Mundial, pero Cruyff y Messi tampoco) y que construyó una identidad original de jugador.

¿Es porque pertenecía a un fútbol de segundo orden? ¿Le faltó lobby para obtener una legitimación masiva? Quizá la muerte le depare un reconocimiento mayor. O mejores explicaciones de su lugar marginal.

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