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La Argentina insatisfecha

BUENOS AIRES -- Los argentinos, dice el mito tanguero, están condenados a la añoranza. Aunque el presente sea venturoso, siempre se extrañará algo; siempre el ala áspera de la insatisfacción los rozará.

Un debate cíclico en el fútbol avala esta teoría: el caso Tevez. En el Mundial pasado, Maradona lo incluyó entre los titulares a último momento y obligó al equipo a algunos ajustes. "El jugador del pueblo" justificaba la improvisación. Tevez no desentonó, pero tampoco iluminó el camino.

Luego llegó la Copa América 2011 y la resistencia de Batista a convocarlo fue quebrada por distintas presiones a las que el DT se entregó sumiso.

Tuvimos a Tevez de nuevo, para alegría de su hinchada particular, y un fracaso colectivo que le costó el puesto a Batista. Para colmo, en la definición por penales en la que la Selección fue eliminada ante Uruguay, al jugador de Juventus le atajaron su remate.

Ahora, cuando Argentina cuenta con una delantera excepcional, que ha dado muestras de un funcionamiento de alto vuelo (el Kun Agüero por Tevez es el único cambio con respecto al gran equipo diseñado por Maradona), una nostalgia constitutiva instala el nombre del ex jugador de Boca otra vez. Extraño.

La última opinión recogida por los medios es la de Humberto Grondona, cuyos saberes y notoriedad residen en el apellido, gracias al cual llegó a dirigir la Selección de menores de 20.

Por ser el hijo de quien es, se supone que sus dichos tienen otro tipo de penetración en los despachos del poder y, por lo tanto, en las canchitas de Ezeiza. Habrá que ver.

Una cosa es segura: la situación de Alejandro Sabella, a meses del Mundial, en nada de parece a la debilidad extrema de Batista hace tres años, cuando heredó la Selección sólo por estar allí, como representante del glorioso equipo de 1986.

Y Sabella tiene algo claro: por mucho que se pronuncien los periodistas, los opinólogos y el público, él escuchará la voz de un solo oráculo, Lionel Messi.

Esta decisión (quitarle aflicciones al genio, mantenerlo contento, hacer lo que a él le gusta) le sirvió para obtener la mejor versión del rosarino a nivel de selecciones. Así que no va a variar.

Y Messi quiere jugar con los que están: Agüero, Higuaín y Di María. Se dice además que prefiere evitar la compañía de Tevez, junto al cual nunca logró la contundencia que lo distingue y que se le reclama. También se habla del divismo clásico de los futbolistas de elite, lo que cerraría una ecuación nefasta.

Pero dejemos de lado las preferencias de Messi y las comidillas de vestuario. ¿Tevez se merece un lugar más que Lavezzi? ¿Por qué? Y vayamos a los que no figuran ni como aspirantes a la lista: ¿Tevez, por ejemplo, es superior, hoy por hoy, a Pastore?

Habrá que pensar que no hay ningún motivo técnico o táctico, sino que el carisma y la biografía de fábula de Carlitos disponen la simpatía del público. Y la postulación periódica del héroe ausente.