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Super Bowl XXX: Venganza Cowboy

MÉXICO -- Los Dallas Cowboys tuvieron que esperar 17 largos años por la revancha, pero llegó.

El 28 de enero de 1996, en el Sun Devil Stadium de Tempe, Arizona, los Cowboys finalmente se sacudirían parte de la amargura histórica de dos derrotas ante los Pittsburgh Steelers, en las ediciones X y XIII del Super Bowl.

Por si fuera poco, Dallas se consolidó como la nueva dinastía de la NFL, al ser la primera organización en ganar tres Super Bowls en un periodo de cuatro años.

Los Cowboys venían de una campaña decepcionante, de acuerdo a los estándares dejados por Jimmy Johnson al frente del club, entrenador en jefe que devolvió la gloria al Texas Stadium con las conquistas de los Super Bowls XXVII y XXVIII. Sin embargo, desacuerdos y un choque de enormes egos con el propietario Jerry Jones hicieron que Johnson dejara al club, dando paso a Barry Switzer --quien como Johnson y Jones, también fue un ex jugador de la Universidad de Arkansas-- procedente de la Universidad de Oklahoma con tres campeonatos naciones colegiales como carta de presentación.

Pero la temporada de 1994 fue un fracaso a los ojos de muchos, con los Cowboys sucumbiendo ante los San Francisco 49ers en el Juego por el Campeonato de la NFC para cortar la racha de triunfos de Super Bowl.

Sin embargo, los Cowboys todavía poseían buena parte del núcleo que había armado Johnson en Dallas, destacando sobre todo el mariscal de campo Troy Aikman, el corredor Emmitt Smith, y el receptor abierto Michael Irvin, conocidos en lo colectivo como "The Triplets".

Al otro lado del campo, se encontraba un ambicioso ex apoyador de la NFL convertido en entrenador al que le tocó la suerte de seguir los pasos de uno de los más legendarios entrenadores en la historia de la liga: Chuck Noll. En su cuarto año al frente de la franquicia, Cowher había conseguido no solamente calificar a Pittsburgh a la postemporada en sus tres años previos, sino también devolverle una identidad de defensiva dura y ataque terrestre demoledor a un cuadro de Pittsburgh que se había quedado sin playoffs en siete de las últimas ocho campañas del venerable Noll al timón.

Para muchos observadores de la liga, un Super Bowl con los dos mejores equipos de la NFL era imposible, puesto que los Niners y Cowboys se encontraban en los playoffs de la NFC año con año. Además, la gente le comenzaba a prestar atención a una franquicia joven y en ascenso de los Green Bay Packers que comenzaba a despuntar de la mano de un joven mariscal de campo llamado Brett Favre.

Si a eso le sumamos que habían transcurrido una docena de años desde el último triunfo de la Conferencia Americana en el juego grande, pocos esperaban que el Lombardi escapara de las manos de alguna de las potencias de la Nacional.

En ese sentido, el hecho de que Pittsburgh llegó a pelear por el título ante Dallas elevó el nivel de interés en el duelo, gracias a la historia pasada entre las dos organizaciones. En su momento, fue el segundo evento televisivo más observado en la historia de los Estados Unidos, con un estimado de 95 millones de televidentes.

La paliza que muchos esperaban no se presentó en el desierto. Pero tampoco un duelo a la altura de los cotejos previos entre estos dos clubes en el mayor escenario de todos.

Los Steelers mantuvieron cerrado el encuentro por tres cuartos, hasta que llegó el suicidio deportivo provocado por dos intercepciones de Neil O'Donnell a las manos de un descubierto Larry Brown, quien a la postre se convertiría en el primer esquinero en ser distinguido como Jugador Más Valioso de un Super Bowl.

Por buena parte del encuentro, los Cowboys dominaron, concluyendo el tercer periodo arriba por 20-7. Las emociones quedaron reservadas para los últimos 15 minutos, cuando los Steelers montaron un intento de remontada que los vio anotar 10 puntos para cerrar la brecha a tan sólo 3 puntos, pero la segunda intercepción de O'Donnell a Brown le puso los últimos detalles a la envoltura del Lombardi que sería enviado al rancho, para dejar el marcador final de 27 a 17 gracias al segundo touchdown terrestre de Smith.

Ofensivamente, no fue un partido brillante para nadie. Aikman lanzó para apenas 209 yardas y un touchdown, mientras que Smith sólo acumuló 49 yardas a ras de tierra e Irvin añadió 76 yardas por aire, del lado de Dallas. En el bando contrario, O'Donnell terminó una tarde de pesadilla con 239 yardas por aire y un touchdown, pero tres intercepciones, y Bam Morris corrió para 73 yardas terrestres.

Entre los futuros miembros del Salón de la Fama, además de Aikman, Smith e Irvin, los cowboys alinearon a Deion Sanders y Larry Allen, mientras que Pittsburgh contó entre sus filas con Dermontti Dawson y Rod Woodson.

El juego prometió más de lo que entregó, sobre todo porque Brown no necesitó trabajar demasiado para asegurar las intercepciones que sellaron el resultado, pero sirvió para dejar en claro que los Cowboys --ocho viajes al Super Bowl con cinco victorias-- y Steelers --cinco viajes al Super Bowl con cuatro triunfos-- eran parte innegable de la realeza de la NFL moderna.

Y para el tan criticado Switzer, el triunfo le valió en convertirse en el segundo entrenador en jefe --siguiendo los pasos de su predecesor Johnson-- en conseguir un título a nivel colegial y uno profesional desde la banca, hazaña que ahora espera igualar Pete Carroll en el Super Bowl XLVIII el próximo 2 de febrero.

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