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Un sueño con forma de ensaladera

Federer, Wawrinka, Chiudinelli y Lammer festejaron en Serbia y llegaron a cuartos de final Getty Images

BUENOS AIRES -- ¿Si tiene más hambre? Y sí, por eso un monstruo como él, considerado por la mayoría el más grande de la historia, con récords y más récords acumulados, sigue jugando motivado a los 32 años y por eso se plantea nuevos objetivos. La gloria, esa adorable compañera en casi toda su carrera deportiva, es la que mantiene vivo su fuego sagrado y lo hace ilusionar. Así es como Roger Federer decidió volver a jugar la Copa Davis y mira con optimismo el calendario 2014 de Suiza, apoyado en un Stanislas Wawrinka que vive su mejor momento, en el interesante cuadro que se presenta y sabiendo que, a su edad, bien puede tratarse de una de las últimas grandes chances de aspirar a levantar la centenaria y mítica ensaladera de plata.

El histórico rey de la ATP, que lideró el ranking durante 302 semanas, y récordman en títulos de Grand Slam, con 17, vive una etapa especial. Acostumbrado a ser gran protagonista, el helvético viene sufriendo tiempos difíciles, viendo cómo otros colegas alzan los grandes trofeos. De hecho, ganó un solo torneo en el último año y medio (Halle 2013) y tras un año llegó a las semifinales en un Grand Slam, en el reciente Abierto de Australia. Hace días se cumplieron 10 años exactos de su arribo a la cima del listado mundial y hoy, por puntos, mira de lejos a los dos primeros puestos, ya que figura 8º, su posición más baja en 11 años y 3 meses. Por eso, si bien se tiene fe y sus millones de fanáticos sueñan con que gane otro Major, siendo Wimbledon su mayor esperanza, se trata la Copa Davis de una meta renovada y que significa mucho para él.

En su época dorada, Federer priorizó su carrera individual y, de hecho, desde que alcanzó el Nº 1 en febrero de 2004, jugó esa vez en la primera ronda de la Davis y sólo había repetido un debut en la sorpresiva caída de 2012, de local ante Estados Unidos. En general, sus otras participaciones fueron para disputar el repechaje, sufriendo y no pudiendo evitar una vez el descenso a la zona europea. Por eso, al sentirse otra vez muy bien de la espalda, recuperando confianza en sus movimientos y su juego versátil y agresivo, fue que rindió en gran nivel en Melbourne y enseguida le confirmó a Severin Luthi, el capitán suizo y a la vez amigo y entrenador personal (junto con el sueco Stefan Edberg), que viajaba a Serbia. Y allí nació esta nueva historia, que ilusiona a los fans de su país.

En la previa, parecía una eliminatoria favorable al local (campeón copero 2010 y finalista 2013), pero la baja por decisión propia de Novak Djokovic, sumada a la de Janko Tipsarevic, hicieron girar abruptamente el cuadro de situación y los serbios no presentaron a ningún top 100. Federer y Wawrinka marcaron el rumbo ganando sus singles y después Marco Chiudinelli y Michael Lammer, ambos mayores de 30, formaron dupla por primera vez en la Copa y sellaron la victoria. Y ahora llegará el turno de recibir, seguramente en superficie dura y bajo techo, a Kazajistán, del 4 al 6 de abril, con un claro favoritismo. El boleto a las semifinales parece muy accesible, pero ellos saben que no deben confiarse.

En 2010, Suiza bajó del selecto Grupo Mundial que reúne a los 16 mejores equipos al perder 5-0 contra este rival, de visitante (es el único antecedente), aunque sin el talentoso Federer en cancha. Los otros tres que integraron la formación helvética en este debut de 2014 participaron de esa caída, e inclusive Wawrinka cayó ante Mikhail Kukushkin en singles y en dobles. El líder kazajo es justo el citado Kukushkin (59º), seguido por Andrey Golubev (87º), éste con mejor marca y con triunfos más importantes. Y es un adversario para respetar, ya que en su debut absoluto en la elite, en 2011, eliminó nada menos que a República Checa (actual bicampeón) en la primera rueda y fuera de casa. Pero, ante otras opciones posibles, es un duelo que los suizos miran con optimismo.

Suiza se metió en cuartos de final del Grupo Mundial por primera vez en 10 años, otra vez con el aporte valioso de Federer, y se ilusiona con pasar el próximo obstáculo para avanzar a las semifinales, instancia a la que no arriba desde 2003. Aquella vez Roger integró el cuarteto y fue justo antes de la aparición de Wawrinka en la formación. Por eso, ambos confían en su potencial, sabiendo que son los sostenes de un conjunto desbalanceado por pergaminos, presencia y calidad. Y sueñan con trepar inclusive hasta la final, algo inédito para ellos, lo que sólo logró este país en 1992, cuando cayó en la visita a uno de los cuartetos más poderosos de la historia, el de Estados Unidos de Andre Agassi, Pete Sampras, Jim Courier y John McEnroe.

Actualmente, Suiza es el único país que tiene a dos campeones de Grand Slam en actividad. Federer ya confirmó que actuará ante Kazajistán y quiere seguir este camino con sus amigos Wawrinka y Luthi. Por eso, su objetivo va entonces mucho más allá. Una semana antes de ese choque, Wawrinka, ahora Nº 3 del mundo, cumplirá 29 años. En 2013 hubo alguna crítica de Stan hacia Roger porque lo pedía y quería tenerlo a su lado en el equipo. El trabajo hecho por él y por el capitán dio sus frutos y ahora la estrella máxima del deporte suizo de todos los tiempos es uno más. Eso alimenta sus esperanzas de ser uno de los pocos que fue Nº 1 y no pudo conquistar la Copa Davis. Además, se está desgastando menos que antes en los torneos previos a las series coperas, no llegando siempre a las rondas finales, y eso le evita perder tantas energías, aún más teniendo en cuenta su edad.

Federer, que debutó en la Copa Davis en 1999, cuenta con un récord total de 44-15 (su registro es de 33-7 en singles y 11-8 en dobles) y, de meterse en semifinales, jugará esa rueda con ya 33 años (los cumplirá en agosto). El rival del 12 al 14 de septiembre saldrá del ganador del choque de cuartos en el que Italia, en arcilla, recibirá a la Gran Bretaña de Andy Murray (6º), actual campeón de Wimbledon. Si el rival fuese el conjunto liderado por Fabio Fognini (15º), Suiza será otra vez local y buscará dominar en cancha dura e indoor, mientras que si enfrentaran a los británicos serán visitantes y seguramente irían a jugar a La Catedral, en el aliado césped de Federer, donde se coronó siete veces campeón.

Soñando aún más en grande, si Suiza fuera finalista por segunda vez, podría tocarle República Checa, Francia o Alemania, en los tres casos siendo Federer y compañía visitantes. La única opción de definir en casa es con Japón, aunque para eso los nipones debieran concretar dos hazañas en su camino. Así las cosas, el recorrido de los suizos da para ilusionarse, ya que equipos fuertes se quedaron afuera, como el más ganador de este milenio, España, que sería durísima si tuviera a sus figuras. Roger vuelve a sentirse parte (y muy importante) del equipo y ya sabe lo que es lograr el éxito para su país, con el recuerdo imborrable del oro en dobles con Wawrinka en los Juegos Olímpicos de Pekín 2008. Este desafío es diferente y lo moviliza, igual o más que a sus fieles seguidores. De hacerlo realidad, sería la frutilla del postre para una carrera de ensueño.