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De un extremo al otro

BUENOS AIRES -- Cual impiadoso jurado de concurso de baile televisivo, el pueblo futbolero argentino no suele distinguir matices a la hora de analizar la performance de su Selección.

Motivada por la pasión, el fanatismo o, por qué no decirlo, la falsa creencia de que se tiene mucho más que el resto, cualquier actuación que no finalice en una victoria esperada es tildada de decepcionante por parte de la crítica.

Está claro que Argentina es mucho más individual y colectivamente que Rumania, selección ausente en Brasil. La Albiceleste salió a la cancha prácticamente con el once ideal, a excepción de Basanta, reemplazante a último momento de Garay. Pero, ¿un amistoso puede otorgar una opinión tan categórica? Absolutamente no. Y menos a tres meses del Mundial, cuando la mayoría trata de arriesgar lo menos posible.

Otro factor a tener en cuenta es el estado del campo. "Necesitábamos dos o tres toques para parar la pelota. Picaba para cualquier lado", explicó Messi en rueda de prensa. Además, el capitán evidenció malestares físicos en una clara muestra de que no estaba en plenitud.

Lo citado anteriormente no son excusas. De más está decir que el conjunto de Sabella no jugó nada bien en el empate sin goles de Bucarest. En el 1º tiempo perdió el mediocampo, prácticamente no generó situaciones y sufrió sofocones atrás. Mejoró en el complemento y pudo haberse llevado el triunfo, aun sin brillar.

Firme Mascherano y flojo Gago, como viene jugando en Boca. Biglia quedó posicionado como 1ª opción de cambio en el doble cinco. Agüero tuvo dos chances claras: la primera tras pasar entre cuatro rivales con una definición débil y luego otra que fue salvada en la línea, después de su gambeta al arquero. Alejado de la zona donde suele ser decisivo, Messi se las rebuscó para romper líneas con pases milimétricos. Poquito de Di María e Higuaín. Al final, Pantilimon le ahogó el grito al ingresado Lavezzi.

Al que definitivamente le sirvió el partido fue a Sergio Romero, de pocos minutos en Mónaco. El arquero respondió muy bien en dos cabezazos, mantuvo la valla invicta y sumó confianza justo cuando la lupa (del público, no tanto del DT) está puesta sobre su titularidad.

Si bien el ex-Racing ofreció garantías, la defensa volvió a mostrarse endeble. Fernández falló en un par de mano a mano y el sector de Rojo fue desbordado en varias ocasiones. Los días previos a la Copa del Mundo deberían ayudar a ajustar detalles. Nicolás Otamendi y Lisandro López, dos de los que luchan por formar parte del 20 por ciento que le falta definir a Sabella en la lista, se quedaron en el banco de suplentes.

Es una lástima que los defensores no hayan tenido tiempo de mostrarse en cancha. Se sabe que la exigencia de ganar siempre va en contramano de las pruebas. Lo cierto es que el entrenador valora la convivencia y el tiempo compartido por los "nuevos" en un grupo afianzado. Los tweets de varios jugadores, en una ronda de mate previa al partido, dan fe de ello.

Dirán que "el grupo" no corre, ni marca, ni ataja, ni mete goles, y que muchos grupos con poco feeling ganaron todo. Sí, es cierto. Como también es cierto que un jugador comprometido con el compañero puede rendir mucho más y refuerza el concepto de equipo. Y eso es mérito de Sabella, responsable de un grupo unido y con hambre de gloria. Por más exitismo que tengamos, el 0-0 de Rumania no puede tapar lo conseguido en este ciclo de trabajo.

Pasó el último amistoso antes de conocer la lista de 23. Unos días antes de viajar a Belo Horizonte, Argentina enfrentará el 4 de junio a Trinidad y Tobago en River y el 7 de junio a Eslovenia en La Plata. La verdad empieza el 15 de junio, en Río de Janeiro, contra Bosnia y Herzegovina. A partir de ahí, sí. Te equivocás y te vas.

Hay que mejorar, pero no suena lógico encender las alarmas por un amistoso. Ni creer que con los cuatro monstruos de arriba alcanza para ser campeón. No es sano pasar de un extremo al otro. Tal vez haya que escuchar al DT y creer que los favoritos son los demás. Contagiarse de su moderado optimismo.

Al fin y al cabo, la expectativa exagerada y la presión nunca trajeron grandes resultados.