<
>

Olvidar el egoísmo

Paul George ha bajado drásticamente sus números, pero no es el único culpable de esto Bill Baptist/NBAE/Getty Images

Chris Copeland utiliza el balón como un bisturí y dibuja una grieta en la defensa. Un dribbling, dos y ante una multitud de brazos ensaya un tiro, quizás el más importante de su temporada. El balón se apoya primero en el tablero y luego descansa en la red.

Roy Hibbert se levanta del banco y, vestido de civil, sale a abrazar al héroe imprevisto. Los roles han mutado. Indiana triunfa y, sin saberlo, ha recuperado también el liderato del Este por otra desgracia deportiva de Miami Heat.

Paul George, Lance Stephenson, George Hill y David West se van a sus casas sin bañarse, porque ni siquiera han visto acción. Se trata de Milwaukee Bucks, uno de los equipos con menos pretensiones de esta temporada de NBA, Pero, de todos modos, una victoria sin su quinteto titular tiene que significar algo.

Frank Vogel debe haberlo hecho por algo.

Lo que alguna vez pareció ser acero para los Pacers, hoy se ha transformado en manteca. Poca fluidez en ataque, excesos de protagonismo y desplantes sistemáticos han hecho replantear sus posibilidades en una instancia seria de postemporada.

"Algunos muchachos son egoístas. Estoy cansado de hablar de esto. Lo venimos hablando hace casi un mes", dijo Hibbert a la prensa días atrás, dejando en claro que, ingresar hoy al vestuario de Indiana es algo así como descender junto a Dante a los infiernos.

No podemos -ni debemos- opinar acerca del trato de los jugadores entre sí fuera de la cancha. Ni siquiera nos interesa. Pero sí podemos analizar lo que sucede dentro del rectángulo de juego. Hibbert, que tiene poco de ese niño divertido que luce noche a noche en las publicidades de la NBA, tiene mucha razón en sus conceptos.

Los Pacers se han olvidado de su pintura en función de un perímetro desordenado. "Cuando llegué aquí, era un equipo perimetral con Mike Dunleavy, Danny Granger y Troy Murphy. Luego llegó D-West. Ibamos a ser un equipo de posteo, aprovechando lo que se produzca afuera. Bueno, así están las cosas en la NBA. Cambian. Tenemos lo que se ve", agregó el gigante de 2.18 mts.

ESPN Stats nos exhibe datos que son alarmantes en una estructura con semejante tándem en la pintura -agregando, a esta lógica, a Luis Scola-: en enero, promediaron 42.3 puntos en la llave. En febrero, 39.7 y en marzo 35.0. Sólo los Celtics y los Knicks anotaron menos unidades en este sector de la cancha durante el tercer mes del año.

Indiana es un león que se ha olvidado de que tiene todo para ser el rey de la selva. En vez de morder con los dientes a sus presas ha decidido hacerlo, inexplicablemente, con la cola. ¿Cómo explicar esta disminución de protagonismo para los gigantes? No se trata de lo que ellos tiren al aro sino de lo que ellos pueden distribuir a partir de los doblajes. Son faros que despiertan nuevas luces, porque siempre será mejor un lanzamiento abierto de cualquier jugador del equipo que un tiro incómodo de la estrella. El básquetbol se reduce a estas pequeñas cosas.

En esta concepción desnaturalizada del juego, las críticas han desnudado el ilusionismo: si bien el volumen anotador de George ha decrecido proporcionalmente respecto del incremento de su obstinación -y sus promedios de efectividad han ido de la mano en esta curva descendente-, esa es la parte que las cámaras exhiben, pero no la verdaderamente crucial.

El jugador a seguir es Hill, porque Indiana hoy posee, según nos agrega ESPN Stats, la tercera peor tasa de asistencias de toda la NBA (15.8), sólo superando a Knicks y Kings. El base es quien debe hacer funcionar la maquinaria, el catalizador que hace a los demás mejores. Sin embargo, eso no ha sucedido; en vez de transformarse en una verdad absoluta, los Pacers han mutado en una multitud de verdades diferentes. El básquetbol individual le ha clavado una puñalada al grupal en estas tierras.

Por supuesto, la fluidez se desnuda en el ataque, pero se padece primero en la defensa. El conjunto azul y amarillo pasó de ser la mejor eficiencia sin balón de la NBA (93.6) a ser la quinta tras el All-Star Game (101.0). Las rotaciones de Indiana han perdido velocidad y coordinación. El equipo está carente de confianza porque ya no es una estructura en la que se combate espalda con espalda. Quien cierre los ojos aquí y se eche hacia atrás, no debería esperar que alguien lo sostenga. La confianza está en su punto más bajo y se traduce en el lenguaje corporal de las estrellas.

Desde la pausa por el All-Star, los Pacers también han alcanzado la segunda peor marca en eficiencia ofensiva en toda la NBA (98.6), sólo superados por los Philadelphia 76ers, la peor franquicia del torneo en estos momentos. Con esto queremos decir que no se trata de una pequeña crisis sino más bien de una depresión profunda que necesitará mucha medicación para recomponerse.

Antes de marzo, agrega ESPN Stats, los Pacers tenían el mejor récord de la NBA con 44-13, pero han caído a 8-10 en marzo. Desde 1970, sólo cuatro equipos tuvieron un porcentaje de 0.500 o menos en marzo y fueron campeones: Rockets de 1994-95, Blazers de 1976-77, Knicks de 1972-73 y Knicks de 1969-70.

En esta estructura de pérdida de cohesión para triunfo de salvajismo, la segunda unidad quedó totalmente opacada. Scola, un jugador disciplinado por naturaleza, sufrió los desbarajustes de este nuevo esquema sin leyes ni orden. Evan Turner, fichaje de mediados de temporada, tampoco supo hacer el click de lo que ofrecía el escenario.

El miércoles por la noche, en el triunfo ante los Bucks, esto quedó en claro. Con la escuadra inicial mirando desde afuera, el resto de los jugadores de Vogel dieron la cara y sacaron adelante el triunfo fuera de casa. "Es duro verlo como espectador. Pero debo ser un buen compañero", dijo Hill.

Ya sea por descanso obligado o por castigo, la movida del entrenador de Pacers es estratégica. El giro debe darse de inmediato, porque en playoffs no se ganarán demasiados partidos a manos de Copeland.

El básquetbol, en definitiva, es un ajedrez en movimiento: los peones siempre serán peones, los alfiles serán alfiles y los reyes serán reyes. Estará en la inteligencia de los protagonistas principales entender los roles, olvidar el egoísmo y accionar en conjunto para ir por el objetivo que, alguna vez, planteó el mítico Larry Bird en las oficinas.