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Indiana, más lejos de Indiana

MIAMI -- Algo no funciona en Indiana Pacers. La sensación que dejó el equipo en la derrota del viernes ante Miami Heat no fue la de un aspirante a destronar al rey. Hay algo que no carbura sobre la duela y se nota, se palpa con una evidencia que va más allá del puro 'a, b, c' del básquetbol. Y es que la constancia le ha dado la espalda al que fue uno de los equipos candidatos a rozar las nubes y eso duele.

Porque la química quedó ultrajada como si de una reacción venenosa se tratara, es como si el experimento haya dado una vuelta de tuerca en el momento menos oportuno, a las puertas de la gloria de un plantel que lleva tres años demostrando lo que es dar buenas sensaciones y que ahora se desinfla en el despropósito.

Los Pacers tuvieron ante el Heat la oportunidad de abofetear una realidad envuelta en un halo de duda constante y acabaron provocándose dolor a ellos mismos. Se trató de un ejercicio sadomasoquista en el que pusieron la otra mejilla para que el poderío de Miami colocara a los pupilos de Frank Vogel en su sitio: en la segunda plaza del Este.

"Es lo que hay", sentenció David West. "No hemos jugado lo suficientemente bien para quedar primeros. Supongo que tenemos lo que nos merecemos. Debemos tratar de competir, de prepararnos para los playoffs, asegurarnos de que todos estamos bien y tener la mentalidad de que lo podemos hacer bien en playoffs. Tenemos que remar todos juntos", afirmó.

Sin embargo, los resultados de tanto deseo son invisibles, imperceptibles. De nada sirvió el descanso de un juego (Milwaukee Bucks) y una jornada que tuvieron unos titulares de Indiana descentrados, garantes de una falta de cohesión preocupante cuando las puertas de la postemporada se abren de par en par.

En el espectro general, los Pacers han dicho casi adiós a la primera plaza de la Conferencia Este. Acumulan un balance de 2-6 desde la victoria ante el Heat del 26 de marzo y el equipo se ha sumido todavía más en ese mar de dudas que cuestiona una esencia que parece perdida.

"Ya no está en nuestras manos y lo asumimos completamente", señaló Paul George.

Nadie apareció ante Miami para frenar la hecatombe, para algunos exagerada, de la franquicia de Indianápolis. Pero esto del básquetbol es un intercambio de sensaciones y el viernes quedó claro que la sensación que emana el Heat es muy distinta a la de sus rivales. Los unos van de campeones por la vida y por derecho, sin paliativos; los otros deambulan presos de la desconcentración y la ineficacia mientras sobreviven de unas virtudes que ahora les dan la espalda.

NI JUNTOS, NI SEPARADOS

El egoísmo es patente en una fórmula nefasta en la que nada funciona. Ante Miami, ocho de las 16 pérdidas de balón de Indiana fueron cosa de Lace Stephenson y Paul George. La falta de fluidez fue la de los últimos encuentros y la ofensiva volvió a ser blanda y sin mordiente. Roy Hibbert estuvo casi desaparecido durante sus 34 minutos de juego (cinco puntos y un rebote) unas cifras que se suman a los irrisorios tres rebotes que acumula en tres encuentros. En los últimos 11 juegos, Hibbert promedió menos de un 50 por ciento en lanzamientos (en los otros tres encuentros de esta campaña ante Miami promedió 17 puntos).

"Es duro. Mucha de la acción se está llevando a cabo bajo el aro que protege Roy (Hibbert). Le suelen agarrar fuera de posición. Tenemos jugadores que cuidan la pelota y son capaces de pasársela a Roy en el poste. Estamos ejecutando mal", criticó Paul George.

George Hill no anotó, tampoco lo intentó en 33 minutos y sus cuatro asistencias le siguen colocando como uno de los armadores menos prolíficos en los últimos pases de la NBA; en ese apartado, sus compañeros tienen mucho que decir.

La torpe ofensiva viene arrastrando los pies después del Juego de las Estrellas, incluso desde la ventana de fichajes de febrero, momento en que las nuevas incorporaciones comenzaron a propagar la metástasis. No hay unidad en el vestuario y lo preceptos básicos de movilidad, profundidad y ejecución han sido sustituidos por torpeza, desconfianza y desesperación.

"Las derrotas están sentando muy mal al vestuario", confesó Scola.

Nada nuevo. Los rostros lo dijeron todo en el vestuario tras la caída ante Miami, un tropiezo igual de doloroso que los demás, pero moralmente devastador cuando la defensa queda en evidencia otra vez más, con la enésima demostración de que hay mucho que mejorar atrás de cara a playoffs.

"Necesitamos mejorar las rotaciones defensivas. Seguimos siendo un buen equipo de básquetbol, tan solo necesitamos estar listos. A pesar de todo, nos sentimos con confianza", agregó Vogel.

Pacers perdieron tres de sus últimas cuatro citas y ocho de sus últimas 11. Restan dos juegos para que den por cerrada la campaña regular, los que disputarán ante Oklahoma City Thunder y Orlando Magic. Después llegará una postemporada a machete marcada por la preocupación.

Mucho tienen que cambiar las cosas para que Indiana logre voltear esas sensaciones que marcan la pauta de los equipos, ese equilibrio de las cosas que hacen que los astros se alineen. El tiempo de reacción es ínfimo y la recuperación no es más que una cuestión de orgullo y, sobre todo, confianza. La que han perdido en el ocaso de la temporada regular.