Bernardo Pilatti 10y

Pacquiao ganó y pateó el tablero

Manny Pacquiao hizo lo correcto, Tim Bradley lo incorrecto, el filipino ganó la pelea que estaba obligado a ganar y ahora, en la cima del boxeo mundial, hay que volver a tenerlo en cuenta.

El PacMan ganó sin ningún tipo de dudas, aunque la victoria recién apareció después del sexto asalto cuando su dominio fue total. Antes del ecuador de la batalla, hubo una suicida estrategia de Tim Bradley, que cumplió lo que había prometido -salir a buscar el KO- aunque nadie le creyó que lo intentaría, excepto Manny Pacquiao y Freddie Roach, que montaron la contra estrategia perfecta para aprovechar la osadía del rival.

El combate decidía muchas cosas para el filipino, de quien muchos dudamos de sus ganas y la permanencia de su poder de antaño. De perder este sábado la puerta del retiro, tal vez, estaría abierta de par en par. Pero al final, lo que Pacquiao nunca necesitó antes, fue lo que lo revalida en la cima del boxeo: una estrategia, un plan. Pensado y elaborado. Lo mostró desde el inicio del combate, cuando se mostró precavido, esperando, golpeando desde los ángulos y trabajando mucho sobre piernas, hacia un lado o hacia el otro. ¿Qué lograba con eso? Eludir los primeros y más peligrosos golpes de poder de su adversario, mientras lo ayudaba a quitarle el estado físico.

En los primeros asaltos, a Bradley lo vimos con el control mental de la pelea, agresivo y convencido que podría imitar a Juan Manuel Márquez y encontrar un solo golpe para terminar con el filipino. El oxígeno le alcanzó hasta el sexto asalto, cuando, por mi conteo, Bradley ganaba la batalla por dos puntos. Después de ese momento fue todo Pacquiao.

El filipino se hizo dueño de la iniciativa, lo boxeó con inteligencia, lo empujó sobre las cuerdas, fue certero con sus golpes, logró llegarle con algunos trallazos poderosos y cerró en plena ofensiva todos los asaltos hasta el final. Bradley ya no consiguió alcanzar a Pacquiao con ningún impacto, se limitó a esquivar con movimientos de cuerpo, por momentos descansaba en las cuerdas y hacía un pequeño show buscando engañar las tarjetas. Pero ya nada cambiaba el final. Al filipino lo vi ganar 116-112.

Bradley dijo tener un problema en el tobillo, aunque no lo citó como un atenuante y aceptó la derrota. Tal vez ahora deberá reconocer también que hubo un error en su estrategia y por más que haya trabajado para ganar poder de KO, él no ha nacido con ese don ni debió elegir dar espectáculo por encima de la necesidad de ganar la pelea. Es preferible no gustar pero ganar, que entretener pero perder.

Pacquiao mostró una nueva faceta en una batalla de contrastes. Ya quedó en el pasado el PacMan demoledor que golpeaba y derribaba. Ahora mantiene el estilo, pero trabaja con la mano en la palanca de cambios y no duda en quitar el pie del acelerador. En esta nueva versión del filipino manda la estrategia y lo más importante: que su volumen de golpeo se materialice en los números. Es decir, acepta que su poder disminuyó entonces hace prevalecer su memoria, su experiencia y la capacidad de dominar el ritmo ejerciendo el control mediante su mejor velocidad.

No hubo controversias y esa es una buena noticia. Pero una notica aún mejor, es la incertidumbre sobre el próximo rival de Pacquiao. ¿Juan Manuel Márquez volvería a enfrentarlo en una quinta pelea si finalmente vence a Mike Alvarado el 17 de mayo? ¿Floyd Mayweather decidiría tenerlo en cuenta si como muchos pensamos, el 3 de mayo vence a Marcos Maidana en otra pelea aburrida y con números bajos de PPV?

El juego está abierto y el boxeo agradecido que así sea. Manny Pacquiao puso las cosas en su lugar, renació como el Ave Fénix y quien lo haya esquivado, quien lo esté esquivando, ahora deberá mirar hacia el único lugar donde deben mirar los campeones a punto de retirarse: ganar dinero.

Y el que quiera ganar dinero del bueno, deberá subir al ring contra Manny Pacquiao. Que lo vayan pensando.

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