Martín Urruty 10y

Colección de anécdotas

BUENOS AIRES -- El anecdotario que dejó el Gran Premio de China es más copioso que las emociones dispensadas en una hora y media de carrera dominada por Lewis Hamilton.

De la cuarta fecha del Campeonato Mundial sobresalen el toque entre Fernando Alonso y Felipe Massa en el comienzo, el roce entre Nico Rosberg y Valtteri Bottas en la curva inicial, la destreza del alemán Rosberg para correr como lo hacía su padre, la equivocación de Williams en el cambio de neumáticos de Massa, las órdenes del equipo Red Bull y el final anticipado de la carrera por error al mostrar la bandera de cuadros.

Desde la pole position, Hamilton construyó su tercera victoria consecutiva -inédito en su campaña mundialista- con celeridad. Con Rosberg lejos, ya que largó desde el cuarto cajón pero cayó al sexto puesto en la hilera luego de un toque en la primera curva con el Williams del finlandés Bottas, el líder no tuvo más tarea que vigilar el desgaste de sus neumáticos ni más sobresaltos que un ligero despiste en la 17ª vuelta y después de bloquear las gomas, justo antes de su primera detención en boxes.

El tercer triunfo en 11 años de historia del Gran Premio chino puso a Hamilton a la par de Niki Lauda -presidente no ejecutivo del equipo Mercedes- y Jim Clark en el listado de ganadores: llegó a 25 victorias. El campeón 2008 alcanzó esa marca en 133 participaciones, al austríaco tricampeón le llevó 168 Grandes Premios y al Escocés Volador, apenas 72.

En la futurista Fórmula Uno de motores híbridos y autos silenciosos, en la que vuelta a vuelta se mide cuánto combustible consume el vehículo, la telemetría ha tomado un rol aún más crucial. No es otra cosa que el tráfico de información en tiempo real desde el auto hacia los boxes, donde una docena de ingenieros analiza los datos emanados del coche, decide tácticas y estrategias y las comunica al piloto para su ejecución.

Rosberg corrió solo en Shanghai. Mercedes descubrió en la vuelta previa que el W05 del alemán no enviaba datos al garage. Así, Nico manejó como 30 años atrás lo hacía Keke, su padre, con escasa información pero al mando de un auto mucho más complejo. El propio piloto mensuró el desgaste de sus neumáticos y fue contándole por radio al equipo cuánta nafta consumía el motor, aunque le resultaba molesto tener que dar esta última información justo cuando le tocaba transitar por la difícil primera curva china. A pesar de haber perdido dos puestos en la partida y de las vicisitudes técnicas, Rosberg se las arregló para trepar hasta el segundo lugar y defender el liderazgo en el campeonato en un fin de semana en el que siempre fue más lento que su compañero de equipo.

Como suele ocurrir con los autos mediocres, las circunstancias marcan su norte. El estado del asfalto, la meteorología, la elección de los neumáticos y la estrategia de carrera suelen ser condicionantes en el rendimiento. Los Mercedes son poderosos en cualquier condición (Hamilton se lució al marcar la pole con pista mojada en Shanghai), tal como lo refrendaron al haber liderado cada vuelta de las primeras cuatro fechas, algo que no ocurría desde que Williams dominó en 1992 como antes había apabullado McLaren en 1988.

Ferrari y Red Bull, en cambio, muestran sus vaivenes según la ocasión. De momento, las F14T están a mitad de camino entre el desastre de Bahréin, donde Alonso y Kimi Räikkönen ocuparon los últimos dos puestos con puntos, empujón final para la renuncia de Stefano Domenicali, y el podio del asturiano en China. En una pista con una recta de casi 1.200 metros, Alonso pudo treparse a su primer podio de 2014 (y el primero de la Rossa). Vettel intentó en vano acercársele: el lento motor Renault no pudo emparejar al impulsor Ferrari ni con la ayuda del alerón movil en la recta más larga de Shanghai, único lugar para intentar un sobrepaso.

Los coches diseñados por Adrian Newey, ausente en China, penaron con la poca potencia del motor. Desde boxes jugaron con la estrategia de paradas en boxes en el afán de lograr un podio, pero Ferrari fue más efectivo. Mientras decidían si seguir el plan general de dos paradas o tomar el riesgo de agregar una tercera, sus pilotos se encontraron en pista.

Daniel Ricciardo, con neumáticos más frescos, apuró al cuádruple campeón Vettel, al que tuvieron que pedirle que le diera paso. El alemán lo hizo a desgano y luego de solicitar información sobre los neumáticos y la estrategia de su compañero. Otra vez quedó claro que el australiano Ricciardo, promovido este año al equipo mayor, logra sacarle algo más que Vettel al moroso RB10-Renault.

¿Cómo saber hasta dónde hubiese llegado Ricciardo de no haber sido demorado por Vettel a mitad del recorrido y si la carrera hubiera tenido efectivamente 56 vueltas? El australiano concluyó muy cerca de Alonso. Christian Horner, el director de Red Bull, aplacó las especulaciones al recordar que el escaso rendimiento del motor Renault difícilmente habría ayudado a un eventual sobrepaso a la Ferrari. El pobre y afable Ricciardo aún aguarda su primer podio mundialista.

Williams logró mucho menos de lo esperado y por propias falencias. Massa cumplió con una extraordinaria largada, se lanzó por el medio luego de que Ricciardo lo encerrara contra la pared, pero allí se encontró con Alonso, lo que derivó en un toque que hizo volar al FW36. A pesar de esto, el coche no sufrió grandes daños. La carrera del brasileño quedó sentenciada cuando los mecánicos confundieron los neumáticos traseros en la primera parada, quisieron colocar el derecho del lado izquierdo y viceversa, lo que derivó en la pérdida de un minuto.

Si el error del equipo inglés fue grosero, cómo calificar el final de la carrera una vuelta antes. Eso ocurrió en China, acaso por aburrimiento del responsable de bajar la bandera. El propio Hamilton tenía la cuenta correcta en su tablero y se sorprendió al ver la enseña de cuadros, levantó brevemente y volvió a acelerar hasta que el equipo le confirmó que la competencia estaba concluida. Como el reglamento marca que en ese caso la clasificación queda compuesta con un giro menos, las posiciones y tiempos resultaron según el final del 54º giro. Eso dejó sin efecto el arriesgado sobrepaso final del pobre japonés Kamui Kobayashi a Jules Bianchi por el 17º puesto, lo que más tarde puede resultar clave en la pelea por el décimo puesto entre los Constructores, crucial en el reparto del dinero. Al cabo, una anécdota más a falta de emociones.

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