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Mayweather, ¿un campeón vacío?

BUENOS AIRES -- Después de haber visto la pelea Floyd-Maidana el sábado, bien de madrugada. Después de haber reflexionado todo el día siguiente, concentrado para no caer en disparates o en tontas coyunturas deportivas, me hago la siguiente pregunta: Mayweather, ¿es para tanto?

Tristemente lejos. Yo diría que hasta exageradamente lejos, de campeones de la talla de Monzón, Bonavena, Alí, Mano de Piedra o Sugar Ray Leonard (con quien se lo puede comparar) y me atrevo a decir más; a años luz de distancia del aura de grandeza del gran Rocky Balboa, el gran Floyd demostró que no es tan grande como parece.

¿Chiste publicitario? ¿Campeón de la modernidad en la que vivimos? ¿Recio representante del acabado sueño americano? El gran Floyd es un as y no sólo para pelear.

Pero quizás lo que mejor haga el gran Floyd, a quien admiro, no sea boxear, sino consumir, venderse a sí mismo todo el tiempo y matarse en el gimnasio con los abdominales. No le vamos a negar acá, que es un gran esquivador de golpes, que tiene estilo y se mueve rápido y bien.

Pero, ¿alcanza con eso para entrar en la gran historia con otros monstruos que entregaron la vida arriba y abajo del ring? Mi gran Floyd, ¿tiene eso que hay que tener? Ese halo de grandeza que separa a Messi de Maradona por ejemplo. ¿No será que el gran Floyd es un producto de las redes sociales y del negocio de Las Vegas más que otra cosa?

Son preguntas, ya admití mi admiración ante el campeón, pero debemos aprender que las preguntas no son insultos, ni deben doler. Deben hacernos reflexionar. Abro el paraguas.

El Tigre Maidana, es de otra estirpe de boxeadores, menos dotado estilísticamente, tal vez. Pero más boxeador que el gran Floyd. Un boxeador salido de las calles del campo donde no hay calles, un hombre que aprendió a girar la cintura, a defenderse mejor, que aprendió mucho y hoy es un campeón inmenso.

El Tigre Maidana todavía tiene un par de cosas para aprender y mejorar. Pero así, como está, con ese corazón de acero le alcanza y le sobra para vapulear a un "publicitario del estilismo deportivo"; "un tipo correcto que se mata en el gimnasio y que no da puntada sin hilo". En pocas palabras un perfeccionista en un mundo de geniales imperfectos, como el gran Mancini o el inolvidable Cobra de Detroit, Tommy Hearns.

A todo esto ¡cómo se extraña a estos tipos, a estos señores que tenían el drama en la piel y de los cuales jamás nos pusimos a pensar si peleaban bien, ni nos importaba, porque nos ponían el corazón y la mente a galopar como solo puede hacerlo el boxeo! ¡Negros de verdad y no hombres grises, que jamás iban a dejar al público deseante de ver una gran batalla! Hombres con una poderosa identidad...

El gran Floyd, es un poco el producto de estos tiempos y es la punta del iceberg que deja ver en lo que se convirtió el boxeo. Por eso debemos prestarle atención y agradecer que existan tipos como Maidana, pues nos hacen pensar que todavía no está todo acabado. Que el boxeo puede ser otra cosa más interesante que la cinturita y el estilo pulido y las apuestas millonarias. Muchachos, amantes del boxeo, hay algo más y debemos alentar a boxeadores como Maidana que le devuelven al boxeo su alma misma.

Porque yo creo que el boxeo no es un deporte salvaje, como dice la intelectualidad de todo el mundo; yo creo que el boxeo es el mejor de nuestros deportes, el boxeo representa muchos valores que el mundo ha olvidado, por ejemplo, el del sacrificio, el sobreponerse a la adversidad estando solo, etc.

Escuchen, yo tenía un amigo que salía con una importante modelo de la televisión, una mina realmente linda. Yo lo admiraba a él, como admiro a Floyd y una vez me atreví a hacerle un comentario. Ella me parecía la mujer perfecta, sabía hablar, mentía de maravillas y lucía su cuerpo con toda la sensualidad exótica de una mulata. Mi amigo me dijo, "no te ilusiones, es un cuerpo sin alma".

Muchachos, dejemos de ser cadáveres vivientes, recuperemos el alma.