<
>

El problema y la cura

Detectados los culpables, se exige que sean capaces de remediar el daño.

Mercedes-Benz, su división de carreras, corre con buena parte de la responsabilidad por la Fórmula Uno de estos tiempos: Grandes Premios con ganadores cantados, apabullante diferencia con el resto y apenas un escalón del podio -el más bajo, el último- vacante para 20 postulantes. El equipo que la marca alemana le compró en 2010 a Ross Brawn, quien a su vez había mantenido las exequias de la escudería Honda, derivación de BAR que a fines de los 90 fue adquirida por Tyrrell, construyó un eficiente y confiable W05 equipado con la mejor planta motriz híbrida, el Mercedes PU106A V6 que también mantiene a salvo las acciones de Williams, Force India y, a veces, McLaren. Con tanta ventaja, depende de Mercedes que las 14 competencias que restan este año despierten un interés dormido durante un buen tramo de las primeras cinco fechas.

La casa de Stuttgart parece dispuesta a mantener abierta la competencia entre Lewis Hamilton y Nico Rosberg, como debe ser dada la estrecha diferencia entre sus pilotos en el campeonato y que recién pasó un cuarto del calendario. "Hagan lo que quieran en pista, salvo tocarse entre ustedes", fue la recomendación que el tricampeón Niki Lauda, en su rol de director general sin funciones ejecutivas, les dio a los corredores de Mercedes. Si esa decisión continúa en pie, la pelea entre Hamilton y Rosberg puede condimentar aún más la temporada como en su momento lo hizo la acaso inigualable rivalidad entre Ayrton Senna y Alain Prost cuando McLaren dominaba a voluntad a fines de los 80. En este nuevo orden de la Fórmula Uno con menor consumo y bajos decibeles, el espectáculo pende en buen grado de la libertad que Mercedes les otorgue a Hamilton y Rosberg.

El Gran Premio de España, habitual ingreso a la sucesión de carreras europeas en el Campeonato Mundial, suele ser el lugar propicio para la primera gran andanada de mejoras técnicas en los autos. Si bien la mayoría de las escuadras cuenta con alguna innovación más o menos probada en cada fecha, hay ciertas etapas de la temporada en las cuales el paquete de desarrollos es mayor. El golpe que Mercedes lanzó en Montmeló dejó groguis a sus rivales. Casi nocaut. Lewis Hamilton, por primera vez vencedor en Cataluña, donde hubo ocho triunfadores distintos desde 2007, le sacó ¡49 segundos! a Daniel Ricciardo, finalmente tercero. El cuádruple campeón Sebastian Vettel llegó a 1m17s y la mejor Ferrari, la última máquina en la vuelta del ganador, sexta a casi un minuto y medio.

Las prácticas en Barcelona fueron el anuncio, la clasificación resultó una amenaza y la carrera, la ratificación. Mercedes tiene un auto que es un segundo más veloz que el mejor del resto, últimamente el Red Bull. Ferrari perdió aún más con respecto al inicio de la temporada, Williams se mantiene con ciertos vaivenes y McLaren ha caído en un barranco del que intenta salir Lotus, principalmente con la consistencia de Romain Grosjean porque su compañero, el venezolano Pastor Maldonado, acumula un error tras otro.

Las diferentes estrategias entre los pilotos de Mercedes le pusieron cierta incógnita al desarrollo de la quinta fecha de 2014. Mientras que Hamilton, autor de la pole por cuarta vez este año, optó por calzar neumáticos medios -más blandos y veloces pero menos duraderos- en su primera detención para rematar la carrera con duros, su compañero Rosberg mechó los más duros en el medio para cerrar con medios e intentar superar al inglés en los giros finales. Después de la segunda y última detención, la estrategia permitió que el alemán recortara progresivamente los 4s6 de ventaja que tenía el inglés. Rosberg se arrimó cuando faltaban dos giros, atacó cuanto pudo pero no le alcanzó en la entrada a la vuelta final para lanzarse en el único lugar claro: la recta catalana de un kilómetro, donde podía usar el impulso extra del alerón móvil. Hamilton se defendió sin necesidad de recurrir a maniobras como las de Bahréin, colectó su cuarta victoria en fila y la 26ª de su campaña, lo cual lo impulsó a la cima del Mundial por primera vez en el año.

Con dos autos tan parejos y semejante ventaja técnica sobre la competencia, Rosberg necesita más que su efectividad anotadora (un triunfo y cuatro segundos puestos seguidos en cinco fechas) para ganarle a Hamilton. El alemán debe mejorar en clasificación, algo que lo preocupa y lo ocupa principalmente porque los próximos dos circuitos en la agenda son las calles de Mónaco y el intrincado Montreal.

Aunque los resultados lo disimulen, Red Bull sigue teniendo uno de los mejores autos de la grilla. Como lo mostró Ricciardo, finalmente en el podio. El australiano concluyó segundo en Melbourne, se recuerda, pero fue desclasificado porque su vehículo consumió más del combustible autorizado. Resulta inevitable pensar cómo rendiría el RB10 si estuviera equipado con -y hubiese sido construido para- un motor Mercedes. Quedó claro cómo el expiloto de Toro Rosso penó en las primeras vueltas detrás del Williams-Mercedes de Valtteri Bottas, quien le ganó en la partida, al que no pudo pasar en la recta ni siquiera usando los beneficios del alerón móvil. Maldonado, otro usuario de Renault pero en su Lotus, admitió que remontar desde el fondo resulta casi utópico por la falta de velocidad en las rectas. La tarea de Ricciardo y especialmente la extraordinaria remontada de Vettel desde el 15º cajón de la grilla, luego de los problemas de caja que estropearon su clasificación y derivaron en una penalización por el cambio, muestran quién es el mejor del resto.

Ferrari cumple un año sin victorias y dada la prestación de su F14T es difícil pronosticar cuándo cortará esa racha. Las distintas estrategias adoptadas para Fernando Alonso y Kimi Räikkönen no sirvieron para más que intercambiar sus lugares. El español, que paró tres veces, terminó sexto, un puesto arriba de su posición en la grilla. El finlandés, quien se detuvo en dos ocasiones y terminó penando con los neumáticos, superado por Vettel y Alonso, concluyó séptimo y a una vuelta. No se puede culpar de todo a Mercedes.