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Historia de los Juegos - Los Angeles '32

La de Los Angeles '32 fue la primera gran villa olímpica: tenía restaurantes, banco, biblioteca y oficina de correos Getty Images

BUENOS AIRES -- Diez cañonazos estremecieron el Memorial Coliseum de Los Angeles. Anunciaban el encendido de la Llama Olímpica. La impactante ceremonia inaugural de los IX Juegos Olímpicos de la Era Moderna llegaba a su fin, mientras 100.000 espectadores, junto con los atletas, permanecían en sus lugares impactados por el espectáculo vivido.

El famoso director de cine Cecil B. de Mille fue el encargado de crear el espectáculo, que como toda la estructura organizativa, se transformó en una superproducción cinematográfica. Más de 3000 cantantes y músicos, 100 trompetas, miles de palomas, bailarines, cuadros alegóricos, compartieron con los actos ceremoniales, para dar nacimiento a las futuras grandiosas ceremonias inaugurales.

Los actores Gary Cooper, Charles Chaplin, Douglas Fairbanks, Buster Keaton , Joan Crawford, Mary Pickford y Claude Colbert figuraron entre el fervoroso público, que debió retrasar su salida para que los atletas no sufriesen el atascamiento del tránsito. Un tema que ya preocupaba en 1932.

GRANDES INSTALACIONES
La terrible crisis económica, continuación del crack bursátil de Wall Street de 1929, no afectó a los Juegos. El genio de William May Garland, luchador incansable de la sede desde 1920, unió al estado de California, consiguió un aporte de 2.500.000 dólares de diversas instituciones y el ingreso por la venta de 1.250.000 entradas permitieron a los Juegos dejar un superávit de un millón de dólares.

El Memorial Coliseum, inaugurado en 1923, elevó su capacidad de 70.000 a 105.000. Para definir sus condiciones, debemos mencionar que fue el estadio de los Juegos de 1984. Es decir, a pesar de haber transcurrido 61 años, plenos de cambios estructurales y tecnológicos, mantenía sus bondades.

Al estadio de fútbol americano de Pasadena lo convirtieron en velódromo, con tribunas para 85.000 aficionados y se construyó una pileta de natación, con gradas para 10.000 personas.

LA VILLA OLÍMPICA
Pero la gran obra fue la Villa Olímpica. De aquellas barracas de madera de París se pasó a 770 casitas de estilo colonial, pintadas de blanco y rosa, con una hermosa vista al mar, en Baldwin Hills, a 20km de Los Angeles.

La Villa era custodiada por vaqueros a caballo y cada uno de sus habitantes debía abonar dos dólares diarios, por la estada con pensión completa.

Contaba con una infraestructura inusual para la época. Restaurantes, un banco, biblioteca, oficina de correos y salas de esparcimiento. Pero carecían de mujeres. En ese entonces era inaudito pensar en un alojamiento en común y ellas (127 en total) fueron distribuidas en hoteles.

EL COSTO DEL VIAJE
Los elevados gastos de traslado, la crisis económica y lo largo del viaje (para los europeos, además de más de dos semanas en barco, había cinco días desde New York a Los Angeles en el legendario tren Pacific Express) causaron la menor presencia de atletas desde 1908. Participaron 1408, menos de la mitad que las de París y Amsterdam.

Para financiar esos viajes hubo curiosas soluciones. El gobierno de Brasil puso a disposición el barco mercante Itaquecé, con 50.000 bolsas de café para ser vendidas en los puertos que tocasen.

El equipo de India de hockey sobre césped enfrentaba un panorama desolador en un país sumido en la miseria. Un periodista se acercó a Mahatma Ghandi y le pidió que hiciera un llamamiento a las masas. Ghandi le respondió: "¿Qué es el hockey?". De todos modos el conjunto compitió, ganó la medalla de oro y durante el viaje de regreso solventó los gastos con partidos de exhibición en Europa.

AVANCES Y CAMBIOS
La aparición del foto-finish constituyó un avance tecnológico sensacional. Los oficiales cambiaron por primera vez en la historia de los Juegos el resultado de una final, tras haber analizado las imágenes de la llegada. El tercer lugar de los 110m con vallas se había otorgado en primer momento al estadounidense Jack Keller, pero las imágenes hicieron variar el fallo y ese puesto perteneció al británico Donald Finlay.

Entró en vigencia el límite de participantes en las pruebas individuales, al establecerse un máximo de tres por cada país, que en la actualidad es de dos. Las mujeres pudieron intervenir sólo en tres competencias de atletismo y, por último, las ceremonias de la entregas de las medallas a los tres primeros se realizaron en un podio, con el izamiento de las banderas nacionales de cada uno de ellos y la ejecución del himno del país del triunfador.

También hubo permisos especiales. Reinaba la famosa Ley Seca, que prohibía las bebidas alcohólicas. Los franceses e italianos se aparecieron con sus vinos. Adujeron que formaba parte de las dietas alimenticias y le permitieron consumirlos en la Villa.

EL BOOM JAPONÉS
En el Swimming Stadium se produjo el boom de Los Angeles. La flota japonesa, compuesta por nadadores con un promedio de 15 años de edad, ganó cinco de las seis carreras de varones. Cuatro de sus integrantes finalizaron segundos y dos terceros.

El menudito Kusuo Kitamura, con sólo 14 años, se consagró como el campeón olímpico más joven de la historia en una prueba individual, al vencer en los 1.500 metros, libre. Kitamura fue años más tarde el representante de su país en la Organización Mundial del Trabajo (OIT).

La caída más dolorosa para los norteamericanos fue la de los 100 metros, competencia que dominaban desde 1908. Con los famosos Duke Kahanamouku y Johnny Weissmuller observándolos desde la tribuna, Miyazaki y Kawahishi se quedaron con el oro y la plata.

Afortunadamente para Estados Unidos las mujeres estaban ahí y salvaron el honor nacional, al ganar cuatro de las cinco pruebas, lideradas por Helene Madison que se llevó el oro en los 100 y los 400 metros y en los relevos 4x100, con récords mundiales en los dos últimos.

ZABALITA, EL ÑANDÚ DE LAS PAMPAS
Una riña con otro adolescente hizo del argentino Juan Carlos Zabala un atleta. Los dos jóvenes estaban a punto de pelearse en una escuela, cuando un profesor los convenció a que se enfrentasen en una carrera y no con los puños. Zabala ganó con comodidad y, desde entonces, decidió entrenarse por temor a perder ante una posible revancha.

Ese joven de físico pequeño y piernas delgadas, poseedor de las energías de un gigante y de un espíritu inclaudicable, se transformó en un devorador de distancias hasta convertirse en el héroe de la maratón de Los Angeles.

Cuando partió, en el puerto de Buenos Aires, expresó: "Voy a volver con la medalla de oro". No lo hizo por petulancia. En su bolsillo llevaba una tarjeta de presentación que avalaba esa confianza: el récord mundial de los 30 kilómetros.

Una confianza tan ilimitada, capaz de llevarlo a entregar al nadador Alberto Zorrilla todo su dinero y decirle: "Apuesta esto a que soy el vencedor". Al observar la mirada atónita de su compatriota, agregó: "No te preocupes: gano o me recoge una ambulancia".

Llegó el día de la carrera. Días antes había declarado: "Voy a demostrar que se puede largar en punta y llegar primero. Los otros llegan después o se rompen en el camino".

Más de 70.000 espectadores ubicados en el Memorial Coliseum lo vieron encabezando el grupo de 29 participantes, dispuesto a devorar los 42km195. Durante algunos pasajes del recorrido estuvo segundo o tercero. Esos 70.000 espectadores lo vieron ingresar primero, con una sonrisa en su rostro.

Cuando se encontraba por más de la mitad de la vuelta final, aparecieron el inglés Ferris, seguido de cerca por el finlandés Yoivonen y el inglés Wright. Ferris realizó una impresionante levantada. Zabala no se inmutó, cruzó la meta con 19s de ventaja y mejoró el récord olímpico.

BANDERA ARGENTINA CON UN MÁSTIL DE HIERRO
Las fotografías lo muestran sostenido por los brazos de su entrenador Alexander Stirling, como si estuviese exhausto por el esfuerzo.

En realidad, lo que no había podido doblegar el calor ni el agotamiento, lo había hecho el boxeador Carmelo Robledo, medalla de oro de los plumas, que entusiasmado por la victoria le arrojó una bandera argentina con un mástil de hierro, con tanta puntería que le pegó en la cabeza.

Zabalita, el "Ñandú de las pampas", cumplió con cuanto se propuso. Partió primero, destruyó a sus rivales, llegó primero, regresó a la Argentina con la medalla de oro y cobró 20 pesos por cada uno que apostó a su favor.

En 1936 batió el récord mundial de los 20 kilómetros. Ese mismo año fue sexto en los 10.000 metros de los Juegos de Berlín. En su trayectoria triunfó en 194 carreras internacionales. Post-morten se le otorgó el Konex de Platino como el mejor atleta del siglo XX.

Cae el telón de Los Angeles 1932, donde en atletismo se mejoraron 15 récords mundiales (nueve de varones y seis de mujeres). Pero para el mundo de habla hispana, Zabalita fue la gran figura, porque se constituyó en su primer ganador de una maratón olímpica y por ser, a los 21 años, el vencedor mas joven.

POCOS, BUENOS: TRES OROS Y UNA DE PLATA
No era tiempo para derrochar. Se contaba con poco dinero y la Argentina concurrió a Los Angeles 1932 con una reducida delegación: 36 deportistas (12 de atletismo, 8 de boxeo, 5 de esgrima, 8 de natación, 1 de pesas y 2 de tiro).

A la medalla de oro de Juan Carlos Zabala, el boxeo obtuvo otras dos doradas: la del pluma Carmelo Ambrosio Robledo, vencedor por puntos del alemán Josef Schleinkofer en la final, y la del pesado Santiago Lovell, que en el match decisivo le ganó al italiano Luigi Rivotti, por decisión unánime.

El boxeo también sumó una medalla de plata. La obtuvo el mediano Amado Azar, que perdió por puntos frente al norteamericano Carmen Barth, en un recordada definición por lo pareja y emocionante.

Otros integrantes de la delegación tuvieron actuaciones de enorme mérito. En atletismo, Carlos Bianchi Lutti, finalizó quinto en 200 metros; Federico Kleger, sexto en martillo, y Héctor Berra, séptimo en salto en largo.

El boxeador gallo Carlos Alberto Pereyra fue eliminado en los cuartos de final, el esgrimista Roberto Larraz, finalizó séptimo en florete individual y el único pesista, el mediano Julio Juaneda, se clasificó sexto. La posta 4x200 metros libre, formada por Carlos Kennedy, Leopoldo Tahier, Roberto Pepper y Alfredo Rocca, estableció un nuevo récord récord argentino y sudamericano, con 10m13s10 y ocupó la sexta ubicación en la final.

OTROS PAÍSES LATINOS
México participó con 71 varones y dos mujeres. En boxeo, Francisco Cabalan fue plata, en la categoría mosca, tras ser derrotado por el húngaro Enekes.

El remero uruguayo Guillermo Douglas se adjudicó la de bronce en single scull, al ocupar la tercera ubicación detrás del australiano Pearce y el norteamericano Miller.

Brasil no consiguió podios, pero merecen tenerse en cuenta el sexto puesto del garrochista Lucio Prado de Castro y el octavo de José Telles da Conceicao en salto en largo.

LA PRIMERA ESTRELLA FEMENINA
Sería injusto no mencionar en los Los Angeles 1932 a la norteamericana Mildred "Babe" Didrikson. Tenía 18 años. Ganó las medallas de oro de 80 metros con vallas y el lanzamiento de la jabalina, con récords del mundo. Había ganado en salto en alto, pero se anuló el último intento por pasar primero la cabeza y se debió conformar con el segundo lugar.

A fines de 1932 se la declaró profesional porque una foto suya en una entrevista fue utilizada en una campaña publicitaria. Deportista apasionada, compitió en básquetbol, béisbol (haciéndose pasar por un joven, de allí en apodo de "Babe"), tenis, natación y billar.

Pero fue en el golf donde alcanzó niveles increíbles. Mildred "Babe" Didrikson Zacarias ganó todo. Desde el abierto de Estados Unidos hasta el Abierto de Gran Bretaña. Tuvo una serie de 17 primeros puestos consecutivos. Fundó la Asociación de Jugadoras Profesionales de Golf. Murió a los 42 años y fue la primera mujer en ingresar en el Hall de la Fama.

Por primera vez en el siglo XX, las competencias se realizaron en menos de 79 días al concentrarse en un calendario de 16 días, del 30 de julio al 14 de agosto. Desde entonces, los Juegos Olímpicos se han desarrollado en periodos entre 15 y 18 jornadas

Eduardo Alperín fue columnista de ESPN.com por 16 años. Falleció el pasado 25 de abril.