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El toque nuestro

Algunas personas tienen curiosidad por saber cómo nos las pasamos los jugadores latinos día tras día aquí en los Estados Unidos, si estamos lejos de nuestros países de orígenes y muchos de nosotros lejos de nuestros familiares. Yo, que he jugado para siete equipos diferentes y he tenido la oportunidad de jugar con jugadores de casi todos los países, tengo que decirles que en todos los equipos donde hay jugadores latinos verán siempre la misma rutina. Para comenzar, desde que empezamos jugando en las ligas menores hasta llegar a las Grandes Ligas es siempre la misma historia.

Desde el primer momento en que llegamos a los estadios, lo primero que siempre se nos oye gritar es un saludo típico de nuestros países de origen a nuestros compañeros de un lado a otro del clubhouse: "Dímelo pana, Qué'lo que montro"

Nuestros casilleros siempre están juntos unos de otros, luego de ponernos el uniforme siempre nos reunimos todos en los comedores y comenzamos a intercambiar las noticias del día, muchas veces nuestros entrenadores y jugadores americanos pasan por nuestro lado y siempre sale a relucir el mismo comentario: "La reunión latinoamericana".

Cuando comienzan las prácticas todo toma más color, siempre estamos en la misma fila cuando hacemos los estiramientos, pues es el mejor momento que tenemos para intercambiar cuentos e historias divertidas durante el día.

Durante las prácticas de bateo y los lanzamientos de calentamiento estamos en pequeños grupos, muchas veces depende de las nacionalidades, es decir, que se nos puede ver agrupados de dos en dos o de tres.

No importa las nacionalidades, nosotros los jugadores siempre estamos juntos, tanto en la casa como cuando jugamos en la carretera. Salimos a comer juntos, muchos de nosotros somos compañeros de cuarto por muchos años desde las ligas menores y es tanto el afecto que ha llegado a unirnos unos a otros que algunos han llegado a ser padrinos de nuestros hijos.

Una de las grandes cosas que nos caracterizan delante de nuestros compañeros americanos es que cuando nos reunimos con los jugadores latinos de los equipos contrarios en el terreno, se nos ve jugar y sonreír como si fuéramos un pequeño grupo de niños. Sin importar nuestra calidad de talento o nuestras diferencias de ingresos, sabemos que las prácticas de bateo son el momento de relajarnos y atacarnos con comentarios divertidos los unos a los otros, pues sabemos que no hay nada mejor para bajar la tensión del juego que el buen humor.

Muchos de nosotros hemos dejado atrás nuestros países, pero nunca nuestras culturas y nuestras raíces pues como dice el refrán: "Puedes sacar al hombre de su barrio, pero nunca el barrio del hombre".

El derecho Miguel Batista es un veterano de 11 temporadas en Grandes Ligas, y este año vuelve a los Diamondbacks de Arizona, equipo con el que ganó la Serie Mundial en el 2001. El dominicano escribe una columna semanal para ESPNdeportes.com, "El Montículo del Poeta".