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Tomen nota de su receta

MOSCÚ (EFE) -- Irving Saladino, un panameño residente en Sao Paulo de tobillo finísimo para el salto y nuevo subcampeón mundial de longitud, ofreció en Moscú a Latinoamérica una solución para el declive irreversible del cubano Iván Pedroso, cuatro veces campeón mundial al aire libre y cinco en pista cubierta, que pasó como alma en pena por la capital rusa.

A sus 23 años, Saladino no había competido jamás en sala pero su debut en Moscú se ha traducido en una medalla de plata, a un solo centímetro del gran favorito, el ghanés Ignisious Gaisah, subcampeón mundial al aire libre en Helsinki 2005.

Su más sonada gesta en Moscú fue, sin embargo, borrar de las listas el récord nacional más viejo del mundo en pista cubierta, en poder del legendario velocista Lloyd LaBeach desde 1946 con una marca -en la actualidad insignificante- de 8,27 metros.

Saladino forma parte de la nueva generación que lucha por devolver el esplendor al atletismo latinoamericano. En Moscú batió dos veces el récord centroamericano, primero con un salto de 8,10 metros y luego con el de 8,29 que le dio la medalla de plata.

"Estoy feliz. Es la primera medalla para Panamá en los Mundiales y eso supone algo grande para mí. Quiero convertirme en el mejor atleta de la historia, no sólo de Panamá sino de toda el área", declaró a EFE tras recibir su medalla y su ramo de flores.

Gracias a una beca de la IAAF, Saladino se entrena desde 2004 en el centro de alto rendimiento de Sao Paulo con Nelio Alfano Moreira, que dirigió los pasos del gigante saltador de triple Jadel Gregorio, igualmente subcampeón mundial en Moscú.

Con su anterior entrenador, Florencio Aguilar, Saladino llegó a saltar 8,10. En este último año ha elevado su marca personal hasta los 8,29, y con la ayuda del viento a los 8,51.

"Mis dos objetivos, este año, son representar al equipo de América en la Copa del Mundo y estar por encima del récord suramericano que tiene Douglas de Souza en 8,40", indicó el panameño, que ya destacó con un sexto lugar en los Mundiales de Helsinki.

Se declara ídolo de Iván Pedroso, pero añade a continuación: "Eso era hasta hace poco. Ahora mi ídolo soy yo mismo. Me entreno para ser el mejor del mundo".

Saladino pertenece a la estirpe de saltadores con un tobillo de oro, de escasa corpulencia, que basan, como el propio Iván Pedroso, su calidad y su rendimiento en la velocidad de aproximación a la tabla y en un despegue fácil.

Todavía le queda un largo camino por recorrer. "Tengo una marca manual de 10.39 en 100 metros, pero lo que más me gusta de mi estilo es mi despegue. Ahora me falta trabajar a fondo la caída y la fase aérea del salto, que me pueden dar muchos centímetros".

Saladino no volverá inmediatamente a Panamá para recoger las mieles del triunfo. Prefiere regresar a Sao Paulo para ponerse a trabajar inmediatamente en la técnica, consciente de que sólo de esa forma puede triunfar en la campaña de verano.

Además de la Copa del Mundo, piensa competir en el circuito europeo, incluida la serie selecta de la Golden League.

Junto con Jadel Gregorio, Saladino ha sido en Moscú la punta de lanza del nuevo atletismo latinoamericano que en uno de sus raros contactos con la pista cubierta ha batido 22 récords nacionales y siete de área.