AP 17y

Y nadie los quería

SAN LUIS -- La Serie Mundial que nadie quería está resultando más entretenida de lo previsto, con una dosis de polémica y cuestionables decisiones en los dos primeros juegos.

Y al menos el desenlace no ser una barrida, como se dio en las dos ediciones anteriores.

Hay que decirlo, los Cardenales de San Luis y los Tigres de Detroit no son los equipos más atractivos en las Grandes Ligas. Se quedan cortos en cuanto a luminarias y tampoco andan con problemas de maldiciones.

Ya han ocurrido varios episodios cargados de intriga. Algunas para reírse.
El primero gira en torno a Kenny Rogers, quien está muy cerca de hacer historia, con o sin la mancha amarillenta que la televisión le pescó en la palma de su mano de lanzar en el segundo juego.

"No creo que fue una mancha de sucio. No parecía una mancha de sucio", dijo el lunes el manager de San Luis, Tony La Russa. "Me puse a ver el video de los otros partidos de postemporada, así que tenía una idea de lo que era, y me dije, 'Que se le limpie y a jugar'. Esa fue la actitud que adopté. De no habérsela lavado, habría presentado un reclamo".

¿Ha estado Rogers haciendo trampa? ¿Será que La Russa dio marcha atrás porque es un gran amigo del manager de los Tigres, Jim Leyland? Y si fue así, ¿habrá eso enfurecido a los jugadores de los Cardenales?

"Eso es llover sobre mojado", dijo Leyland. "Ya tuve con lo de Pujols en el primer día cuando ustedes se dieron gusto".

Parece un episodio de telenovela o mejor.

Rogers, quien a sus 41 años se convirtió la noche del domingo en el lanzador más longevo en ganar un juego de la Serie Mundial, lleva 23 innings sin tolerar carreras esta temporada.

Es apenas el segundo serpentinero que realiza tres aperturas colgando ceros en una misma postemporada. Christy Mathewson lanzó tres blanquedas (27 innings) para los Gigantes de Nueva York contra Connie Mack de los Atléticos de Filadelfia en la Serie Mundial de 1905.

A menos que un equipo logre ganar los próximos tres juegos en San Luis, Rogers será el abridor del sexto juego en Detroit en busca de eclipsar la marca de Mathewson.

En los dugouts, dos de los managers más conocidos e intensos de las Mayores protagonizan una verdadera partida de ajedrez y sus movidas marcan la diferencia.

Leyland reconoció que cometió un costoso error cuando no le dio el pasaporte intencional a Pujols, sin nadie en primera base, en el juego inaugural.

El temible toletero dominicano respondió con un jonrón de dos carreras ante Justin Verlander, y los Cardenales ganaron 7-2.

Leyland, idolatrado en Detroit por el repunte de los Tigres, fue duramente criticado por esa decisión y asumió la responsabilidad.

Al día siguiente, Leyland sacó a Rogers tras lanzar pelota de dos hits en ocho innings y puso al relevista Todd Jones, que estuvo a punto de malograr una ventaja de tres carreras.

Jones, rayando en el límite, se las arregló para preservar la victoria 3-1, con la que los Tigres empataron la serie a una por bando.

El Clásico de Otoño pasa ahora a San Luis para el tercer juego el martes y el mismo tiene garantizado al menos cinco. Parece que tiene los ingredientes para un duelo de ida y vuelta que podría extenderse a seis o al máximo de siete.

Eso sería refrescante, especialmente luego que los Medias Rojas de Boston y los Medias Blancas de Chicago, franquicias con un historial de reiterados fracasos en octubre, barrieron a San Luis y Houston en las dos ediciones previas.

"Es una serie de siete juegos. Ellos picaron por delante y nosotros respondimos", dijo el antesalista de los Tigres, Brandon Inge.

¿Será una serie larga?

"Quizás", añadió Inge.

^ Al Inicio ^