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La ultima y nos vamos, Marco

CIUDAD DE MEXICO -- La cabeza le daba vueltas. Las luces se distorsionaban a su alrededor y hace ya algunos minutos que había dejado de escuchar lo que gritaban eufóricamente más de 30 mil aficionados.

Un chorro de agua fría lo recibió en la esquina. Tenia una herida sobre el ojo derecho que sangraba profusamente. Respiraba con dificultad, luchaba contra un profundo dolor de cabeza y no podía percibir cuál era el número en el letrero de la chica del bikini rojo que anunciaba los rounds.

"Viene el 10, Marco. Nos están ganando la pelea. Tienes que darlo todo aquí", gritaba su hermano Jorge.

Asentía con la cabeza, pero no escuchaba nada. No entendía lo que le querían decir mientras trataba de concentrarse en que número de round era el que seguía.

"Voy a parar la pelea. No tiene caso seguir", grito su hermano, desesperado, mientras la campana que llamaba al undécimo episodio rebotaba en la inmensidad del Alamodome.

No hizo falta detenerla. Apenas 2 minutos y 56 segundos después, el referee Laurence Cole levanto las manos y abrazo a Marco Antonio Barrera. Era la noche del 15 de noviembre del 2003 en San Antonio, Texas. El filipino Manny Pacquiao le había propinado al boxeador mexicano la derrota más apabullante y dramática de su gloriosa carrera.

"No fue para tanto", dice un hoy sonriente Barrera que anuncia ya el final de su carrera. "Me habían dado más fuerte en otras peleas, pero ustedes nunca se dieron cuenta de eso. La verdad es que me ganó bien, pero yo estaba mal, sin preparación, sin concentración y en el peor estado de mi carrera. Ahora será diferente".

La fría noche texana de hace cuatro años coincidió con el rompimiento de Barrera con sus antiguos promotores, la familia Maldonado. Se recuerda que uno de los Maldonado había filtrado a la prensa que Barrera había sufrido una operación cerebral en los inicios de la década de los noventa para colocarle una placa que afectaría sus condiciones sobre el ring. "Ellos sembraron miedo y dudas a mi alrededor. Ahora me puede reír de esa situación. Sí, tengo una operación aquí ==dice señalando la base del cráneo== pero no me afecta en lo absoluto".

Luego de la dura caída ante Pacquiao, Barrera regreso con seis victorias consecutivas que le reconfirmaron como uno de los más grandes boxeadores de la época. "Fue difícil, pero yo sabía en que me había equivocado".

Nocaut sobre Paulia Ayala, una decisión mayoritaria en la tercera pelea ante Erik Morales, una fulminante victoria ante el sudafricano Mzonke Fana, una pelea cerrada con el australiano Robbie Peden y dos triunfos complicados contra Rocky Juárez han preparado la escena de la revancha ante Pacquiao cuando todos suponíamos que su carrera había terminado.

¿Cómo estar seguros de que después del 6 de octubre estas retirado?

Se ríe. Gesticula y busca un punto en el cual concentrarse mientras el ruido de las peras y los costales del gimnasio abrazan sus pensamientos. Luego, clava su mirada en la del reportero y marca cada silaba de lo que esta diciendo: "Me voy. Esta es la última, No vale la pena seguir. Tengo una linda familia, unos hijos maravillosos, me sobra dinero y no tengo porque arriesgarme más. La del 6 es la ultima".

Para nadie es un secreto. Pacquiao se ha transformado en un vengador, en un boxeador temido y en un obstáculo para los púgiles mexicanos. Desde que perdió de manera controversial ante Eric Morales en marco del 2005, le ha ganado sin discusión y de forma contundente a Héctor Velásquez, dos veces al propio Morales y otra más a Jorge El Coloradito Solís.

"Sus condiciones no son las mismas de antes", argumenta Barrera."Es normal. Todos bajamos en condiciones mientras nuestra carrera avanza y llega al final. El problema es entenderlo y aceptarlo".

Pero mientras fundamenta en el tiempo sus posibilidades de vencer al temible filipino, Barrera parece dispuesto a examinarse él mismo. A sus 33 años, tiene 69 peleas, 63 victorias y 42 nocauts. Ha ganado cuatro títulos mundiales y ha permanecido entre los 10 mejores boxeadores del planeta al menos por los últimos 5 años, pero la gente lo único que parece recordar es la profundidad de los golpes que recibió en marzo de este año cuando se enfrentaba a Juan Manuel Márquez.

"Yo no podía irme así del boxeo", agrega Barrera. "Es una oportunidad que el destino me debe. Y voy a aprovecharla".

Había una pregunta delicada, algo personal, que podía rasgar en la relación de hermanos, en la mezcla de sangre y en la dramática decisión de una esquina.

"Tu hermano...¿Esta vez él puede detener la pelea si las cosas no salen bien?"

Levanta la mirada, busca una salida. Cruza las manos, reflexiona y responde directo, como si fuera uno de sus ganchos cortos a la mandíbula.

Sólo yo paro las peleas. Nadie más.

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