Enrique Rojas 16y

Un día con Hanley Ramírez

MIAMI -- Desde su propio punto de vista, Hanley Ramírez no se considera un hombre supersticioso. Sin embargo, sus acciones no lo distinguen del resto de sus colegas latinoamericanos que juegan en las ligas mayores del béisbol norteamericano.

Ramírez tiene una ruta particular, la que llama "mi vía de la suerte", para llegar de su hogar en Weston al Dolphin Stadium, en Miami.

El torpedero de los Marlins de Florida siempre sale de su casa por el lado izquierdo, sin importar que su primer viraje tendrá que hacerlo hacia el lado contrario.

El carro que utilizará para transportarse (posee una pequeña colección que incluye un Mercedes Benz 500, dos todo-terrenos, Hummer H2 y Land Rover, y un Bentley, al que llama "su bebé") dependerá de los resultados en el terreno en el partido anterior.

Ramírez repite cada día "su rutina" exactamente a la misma hora e invariablemente sale al terreno de juego a las 6:50 de la tarde cuando los Marlins juegan de noche en casa. Un minuto más o un minuto menos sería atentar contra el ritmo natural de su suerte.

Estamos en Hanleywood. Aquí, una buena racha de bateo garantiza que Ramírez se mantenga usando la misma ropa interior por tiempo indefinido. Sin lavarla.

Al igual que su amigo y compatriota Manny Ramírez (ninguna relación familiar), Hanley riega sobre su cuerpo un perfume de la suerte antes de cada partido.

Pasión, energía viva, talento y por supuesto, supersticiones, son solamente algunos de los elementos más notables dentro del aporte de los peloteros latinoamericanos al béisbol norteamericano.

"Es algo mental, es una temporada tan larga que siempre está buscando algo para distraer la mente", dijo Ramírez.

Ramírez, quien ante todo se confiesa un gran cristiano, no alcanza el grado de superstición de su compadre y ex-compañero Miguel Cabrera, el venezolano que ahora reparte palos con los Tigres de Detroit.

Cabrera fue el guía y apoyo de Ramírez desde que llegó a los Marlins desde los Medias Rojas de Boston antes de la temporada del 2006, cuando el quisqueyano ganó el Novato del Año de la Liga Nacional.

En fechas recientes, Hanley Ramírez abrió las puertas de su casa y de su corazón a ESPNdeportes.com para mostrarnos la cara oculta del brillante muchachito de los Marlins, que hace tres años soñaba con jugar contra Derek Jeter y en julio pasado fue el torpedero abridor de la Liga Nacional en el Juego de Estrellas en Yankee Stadium, la casa de Jeter.

Ramírez nos mostró que detrás del jugador con el mejor contrato en la historia de los Marlins (70 millones de dólares por seis años) existe un hombre normal con temores, satisfacciones, sueños y planes.

Nos contó que su compatriota David Ortiz es su ejemplo a seguir y que fue "Big Papi" quien lo apodó Hanleywood durante los pocos días que estuvo con los Medias Rojas al final del 2005.

Más importante aún, Ramírez nos reveló esos detalles que mantienen a su familia unida al más puro estilo que tenemos los latinoamericanos y que nos destacan sobre otras comunidades en el extranjero.

A pesar de estar casado con Elizabeth y tener dos hijos (Hanley Jr., de tres años, y Hansel Miguel, de 10 meses) Ramírez vive con sus padres (Toribio Ramírez e Isabel Smith).

Más interesante aún, pese a ser millonario y un hombre con su propia familia, "Mami Isabel" es la encargada de cocinar todo lo que come Hanley en su casa. Tal y como ha sido por la mayoría de los 24 años de su vida.

Este día en particular, "Mami Isabel" cocinó una de sus especialidades: Mondongo con tostones (sopa de panza de res con plátano frito), uno de los platos favoritos del pelotero.

Ramírez es hijo único, aunque su padre tuvo otros tres hijos en un matrimonio anterior.

ÍNTIMO Y PERSONAL

El jugador nos confesó que el mayor escollo que tuvo que superar para poder alcanzar las Grandes Ligas no fue aprender a batear los lanzamientos rompientes o hacer la doblematanza, sino separarse física y mentalmente de su madre.

"Dejar a mi mamá es lo más duro que he hecho, la cama mía eran los brazos de mi mamá. Cuando me firmaron y me mandaron (de Santo Domingo) a San Pedro de Macorís fue algo muy grande, pero peor fue cuando tuve que viajar a Estados Unidos", dijo.

"Mi mamá me llevó al aeropuerto y comenzó a llorar. Y que yo podía hacer, a mí también se me salían las lágrimas. Esa fue una de las razones que me llevaron a fajarme duro para llegar a las Grandes Ligas y poder tenerla cerca de mí otra vez", dijo Ramírez.

Antes de firmar una extensión millonaria con los Marlins (en junio pasado), Ramírez había decidido que en Miami establecería su hogar, aunque un día fuera cambiado de equipo.

Las razones: "Me encanta Miami porque aquí consigues tu arroz, habichuela y carne en cualquier esquina. Miami es como República Dominicana con agua, luz, más limpio y seguro".

Ahora que es millonario, Ramírez quiere ayudar a otros. Asegura que pronto establecerá una fundación a través de la cual ayudará a muchos niños dominicanos a jugar béisbol sin tener que preocuparse por pagar una mensualidad.

Es el tipo de contribuciones que han convertido a los latinos en la principal potencia extranjera en las Grandes Ligas.

"Cuando uno se levanta en nuestros países, en lugar de agarrar el cepillo de diente, uno agarra un bate. Nacimos para esto, para el béisbol y si las cosas siguen así, pronto habrá un 50-50 entre latinos y americanos en Grandes Ligas", dijo.

"Este juego es de ellos, pero estamos aquí para ayudarlos, dando lo mejor de nosotros".

De acuerdo a Ramírez, una de las formas que tienen los peloteros latinos de rendir tributo sus países es jugando en el Clásico Mundial de Béisbol con la bandera de sus naciones.

"Cuando se dice RD (República Dominicana), se puede decir HR (Hanley Ramírez). No cabía en el primer Clásico Mundial porque era un potrillo, pero ahora soy un caballo; lo único que quiero es ponerme el uniforme de RD, estar dirigido por Felipe Alou y estar en el equipo, no importa cómo me usen", concluyó.

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