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De regreso al trabajo

Mario Chalmers

(AP)

El ala-pivote estrella de Boston señala el camino hacia un nuevo campeonato

Para Kevin Garnett, el mejor momento del verano --cuando literalmente se dio cuenta de lo bien que se siente ser un campeón-- llegó mientras caminaba por un casino de las Vegas y vio a un hombre con un jersey de los Celtics corriendo hacia él.

¿Llegaba tarde a algún show? ¿Corría a la caja? ¿Escapaba del personal de seguridad?

Todo eso pasó por la cabeza de Garnett mientras aquella mancha borrosa en movimiento le apuntaba justo al centro de sus 6'11 pies (2,11 m.) de estatura.

A toda velocidad, el hombre saltó golpeando su pecho contra el de Garnett.

"Dijo algo como '¡Hombre! ¡Qué año! ¡De eso es lo que estoy hablando! ¡Sí! ¡Gracias!' y siguió camino", dijo Garnett.

Momentos como esos, momentos que sólo un campeón puede saborear, les llegaron a todos y cada uno de los Celtics en diferentes momentos y lugares durante un verano de júbilo, un período de tres meses en los que se regocijaron en la satisfacción de su logro, tras derrotar a Los Angeles Lakers para ganar el primer campeonato de la franquicia desde 1986.

Eddie House dijo que nunca pudo pagar la cena las veces salió a comer con su mujer en Boston; y en Scottsdale, Arizona, un fanático trasplantado de los Celtics, quien estaba encargado de los carritos de golf en la cancha del lugar, se aseguró de que cada ronda jugada por House fuera cortesía de la casa.

Para Paul Pierce, el mejor momento del verano llegó cuando iba de acompañante en el BMW sedan de un amigo y bajaron de la autopista de L.A. en el distrito marginal de Watts --"cerca de las vías, adonde ni siquiera ves personas", dijo Pierce-- para escaparle al tráfico cuando se dirigían al distrito de la Marina.

Pierce, haciendo todo lo posible por pasar desapercibido, con la ventanilla cerrada, la gorra baja y las gafas puestas, notó que un auto los seguía y luego alzó la velocidad para colocarse a la par de ellos. El conductor le hacía señas a Pierce para que bajara la ventanilla.

Cautelosamente, dada la zona en la que se encontraban, Pierce obedeció.

"Bajó el vidrio, y luego dijo: "'Hombre, soy fanático de los Lakers, pero te felicito, todos los aplausos'. Todos sabían que crecí en esa área".

Paul Pierce

AP

Paul Pierce quiere volver a ganar algo grande junto a Doc Rivers

Los elogios vinieron de todas partes -- para Brian Scalabrine llegaron en una zona rural de Washington, y Leon Powe se quedó pasmado al descubrir que los nativos de Bahamas en Nassau no sólo lo reconocieron sino que querían saber porqué no estaba usando su anillo (porque no lo recibirá hasta el juego de apertura de los Celts ante Cleveland el 28 de octubre) -- de parte de personas de todas las edades, como el viejo rubicundo que se bajó de su cortadora de césped para acercarse a Doc Rivers en el primer tee de un club de campo en las afueras de Boston.

"Se acercó para darme la mano, dijo gracias y se echó a llorar. Era un hombre de aspecto rudo, y sus ojos estaban goteando. Dijo que era el mayor fanático de los Celtics, explicó cómo había visto el último juego y que había visto todos los partidos el año pasado --hasta nombraba los juegos-- y dijo que era muy emocionante para él.

"Y yo volví corriendo al tee y golpee la pelota a cualquier lado", dijo Rivers, riéndose de sí mismo.

La broma de Rivers sobre su falta de talento para el golf fue un indicador del aire de distensión que rodeaba a los Celtics esta semana cuando se reunieron en las instalaciones de práctica el lunes y luego fueron al pueblo costero de Hamlet, R.I. --famoso por sus opulentas mansiones de fines del siglo 19. Quienes vivían bien hace unos 100 años no estaban bromeando cuando les dijeron a sus arquitectos y constructores que querían una casa de verano que demostrara qué tan ricos eran.

El martes por la tarde, cuando los Celtics salieron del gimnasio del campus para subir al autobús, los estudiantes de la Universidad Salve Regina salieron en tropel de una mansión que ha sido convertida, en parte, en un café estudiantil. Los estudiantes les sacaban fotografías con sus teléfonos celulares y les pidieron autógrafos a un grupo jugadores y entrenadores ya acostumbrados a ver rostros de felicidad cada vez que interactúan con el público.

Fue hace unos tres meses y medio que cada papelito verde y blanco en New England parecía haber sido convertido en papel picado y caía del techo cuando los Celtics completaron su victoria sobre Los Angeles Lakers en el Juego 6 de las Finales de la NBA, el momento que coronó la remontada más grande en la historia de la NBA dentro de una determinada campaña. Los Celtics podrán colgar una 17° bandera del techo del nuevo Garden cuando llegue la noche de entrega de anillos el corriente mes.

El equipo regresa casi intacto, las ausencias claves son P.J. Brown, retirado por segunda vez, y James Posey, quien firmó con los New Orleans Hornets como agente libre no restringido. Rivers espera usar a Powe en el lugar de Brown y planea cubrir el rol de Posey --especialista en defensa y ocasional arma de triples -- con alguna combinación de Tony Allen, el novato Bill Walker y el veterano de nueve años Darius Miles, quien espera reiniciar su carrera de NBA tras haberse perdido la mayor parte de las últimas tres campañas por lesiones de rodilla y una cirugía de micro fractura.

Vuelve el quinteto titular integrado por Pierce, Garnett, Allen, Rajon Rondo y Kendrick Perkins, aunque este último se reintegrará poco a poco mientras se recupera del tirón en el músculo oblicuo del hombro que tanto lo limitó en los playoffs. Sam Cassell ha sido renovado con un contrato no garantizado e intentará ganarse un lugar en el equipo durante el campo de entrenamiento, para volver a competir con House por minutos de relevo en el perímetro. Patrick O'Bryant, también un miembro de la competencia a sobrevivir el recorte de 16 a 15, podría unirse a Glen Davis como los reservas de centro.

En otras palabras, la mayor parte del equipo que arrolló la temporada regular con 66 victorias estará de regreso. El objetivo del que Pierce estaba hablando el lunes es repetir lo que hicieron otros grandes equipos de Celtics en el pasado -- ganar múltiples campeonatos durante un período de temporadas con un roster cargado como el que tienen ahora.

Aunque un par de contendientes del Este han mejorado en papel, especialmente Philadelphia, sus viejos rivales divisionales, los Celtics abrirán la temporada como los favoritos prohibitivos a re-emerger del Este con la chance de colgar la bandera N°18.

Ahora son tan parte del resurgimiento de Boston en los deportes como los Medias Rojas en el béisbol y los Patriots en el fútbol americano, lo que generó cierta medida de orgullo que agarró a Cassell por sorpresa durante el verano cuando caminaba por West 33rd Street en Manhattan, justo al lado del Madison Square Garden, y fue acosado por varios hombres con gorras de Boston.

Uno de ellos le dijo a Cassel que había nacido y crecido en Brooklyn pero siempre fue fanático de Boston porque los primeros juegos a los que asistió como fanático fueron en el Fenway Park y el viejo Boston Garden.

"Se detuvieron y dijeron: Ahora que ganaron el campeonato, me hacen sentir tan bien cuando uso esta gorra en esta ciudad", dijo Cassell, recordando la época en la que usar una gorra de Boston en Nueva York seguramente provocaba una confrontación.

Gente de varias ciudades diferentes, usando gorras y vestimenta similar, dijeron o -- como en el caso de Garnett -- expresaron cosas similares de diferentes maneras.

Así se siente ser un campeón, y los Celtics lo sintieron una y otra vez durante un verano de dicha.