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Momento clave

Sergio Rodríguez

(Getty Images)

El base español debe demostrar que tiene talento suficiente para ser una estrella

BRISTOL -- Cuando Sergio Rodríguez fue dejado fuera de la selección española de baloncesto que asistiría a los Juegos Olímpicos de Beijing este pasado verano, fuimos muchos los que pensamos que la decisión del técnico Aíto García Reneses acabaría por hundir más a un joven jugador (22 años de edad) que venía precisamente de una temporada (su segunda en la NBA) en la que había perdido la confianza de su técnico Nate McMillan y, mas importante aún, en la que se había resquebrajado su propia confianza.

El año de novato de Sergio con los Portland Trail Blazers había sido uno muy auspicioso, pues el canario había logrado dejar una muy buena impresión entre la afición, la gerencia y, en menor grado, la dirección técnica del equipo con su juego veloz y de pases arriesgados que a la vez daban pie para la realización de jugadas espectaculares.

Sus números, sin ser nada del otro mundo, tampoco eran nada despreciables; pues auguraban que, con un poco más de experiencia y tiempo en cancha, Sergio podía llegar a convertirse en un base sólido que dirigiría el ataque de los Blazers por mucho tiempo. En esa primera temporada, promedió unos 12.9 minutos de acción por partido, 3.7 puntos, 3.3 asistencias y lanzó un 42% de campo y un 28% del área de tres puntos. Su mejor noche de esa temporada de debut fue en un partido ante los Denver Nuggets, en enero del 2007, en el que finalizó con 23 puntos, 10 asistencias, 4 rebotes y 3 robos de balón en 30 minutos de participación.

Con esa primera impresión Rodríguez no hacía más que seguir avalando el gran potencial y la precocidad que le caracterizaban desde los inicios de su carrera. Su salto de calidad se dio en el campeonato Europeo Junior del 2004, celebrado en Zaragoza, en el que su equipo obtuvo la medalla de oro y él fue elegido como el MVP.

En la temporada 2004-2005 fue el Jugador Revelación de la ACB, al tiempo que guiaba a su equipo de Estudiantes al subcampeonato. Al final de la misma debutaba con la selección absoluta en el Europeo (en el que finalizaron en cuarta posición) y al año siguiente tenía una actuación importante (especialmente en la semifinal ante Argentina) en la consecución de la medalla de oro en el Mundial de Japón. En el sorteo de novatos de ese año 2006, Sergio fue elegido por los Phoenix Suns en el puesto 27 de la primera ronda y traspasado por éstos a Portland.

Pero si su primer año en la NBA fue bueno, su segundo fue todo lo contrario. Para comenzar, no tuvo un buen torneo de Eurobasket a pesar de que la competición se llevó a cabo en España y que su equipo obtuvo la medalla de plata. En el plano personal jugó de manera muy errática y sus minutos en cancha se fueron reduciendo según avanzaba la competencia, cosa que le empezó a minar su confianza.

Para colmo de males, una vez que comenzó la pretemporada de su equipo en Estados Unidos, se dio cuenta que no figuraría en la rotación habitual de jugadores. El técnico McMillan prefería a Steve Blake para dirigir el ataque, a Jarret Jack para sustituirle y hasta al escolta estelar Brandon Roy para fungir como tercer base, antes que darle la oportunidad al español. Los minutos de Sergio se reducían a unos pocos, en momentos en que los partidos estaban decididos y sus números caían en todos los rubros. Sus minutos bajaron a 8.7 por partido, sus puntos a 2.5, sus asistencias a 1.7 y su porcentaje de campo a 35%. Su única mejoría fue en el porcentaje de triples, si es que a un 29% de logros se le puede llamar mejoría.

La situación se convirtió en un círculo vicioso. Mientras McMillan perdía la confianza en Sergio, menos tiempo de participación le concedía. Mientras menos jugaba Rodríguez, más se reducía su confianza en sí mismo y peor jugaba, por lo que el técnico se sentía menos inclinado a utilizarlo. Al final de esa temporada para el olvido, Aíto tenía la excusa perfecta para dejarle fuera de la selección que iría a China y abrirle el espacio al nuevo portento precoz del baloncesto español (que además era jugador de García en la ACB), Ricky Rubio.

Lejos de permitir que estos golpes le quitaran las ganas de competir, Sergio vio el no asistir a los Juegos como una gran oportunidad de trabajar aún más en su juego y atacar sus debilidades con mayor decisión. Invitó al entrenador de tiros de los Blazers, John Townsend a que pasara dos semanas con él en España y le ayudara a corregir deficiencias en sus disparos a distancia. Con la instrucción adquirida por parte de Townsend, Rodríguez procedió a seguir un plan de lanzar al aro todos los días durante tres meses, concentrándose más que nada en ponerle más arco a sus disparos. Este régimen, unido a los partidos informales de cinco contra cinco que disputaba con sus amigos en España, le ayudó a mejorar sus destrezas básicas, su defensiva individual y a recuperar la confianza en sus habilidades.

Con esas nuevas herramientas, el base está listo para luchar por una posición en la rotación de jugadores de los Blazers esta temporada. En caso de tener éxito en su empeño, la posibilidad de un futuro promisorio con este equipo volvería a estar latente. En caso de fracasar, sería muy factible el verle con otro equipo de la NBA, o incluso de regreso a Europa, el año que viene.

Por lo menos la fortuna ha comenzado a sonreírle en esta pretemporada. Aprovechando su buen desempeño en los entrenamientos y una lesión de Steve Blake que le mantendrá fuera todo este mes, Rodríguez fue seleccionado para titularizar el primer partido amistoso de su equipo esta semana. Como si quisiera demostrarle a McMillan que tendrá que contar con él, Sergio encestó los primeros tres triples que intentó y terminó con 11 puntos, 7 asistencias y sólo 2 pérdidas en 27 minutos de acción. Además, jugó una excelente defensa sobre el porta balón contrario (típicamente Beno Udrih), se combinó en unos pases espectaculares sobre el aro con su compañero y amigo Rudy Fernández (que terminaban en volcadas) y encabezó una remontada de su equipo en el segundo cuarto que los llevó de una desventaja de 11 puntos a vencer finalmente a los Sacramento Kings con marcador de 110 a 81.

Al día siguiente, frente a los Golden State Warriors, McMillan decidió comenzar con el novato Jerryd Bayless en la base. Aún viniendo de la banca, Rodríguez demostró que es la mejor opción para armar el equipo actualmente. En poco menos de 30 minutos tuvo 8 puntos y 10 asistencias. Bayless jugó 30 minutos exactos y terminó con 13 puntos, pero no realizó ni una sola asistencia.

Al canario le esperan momentos de mucha competencia y gran tensión en los que se juega la oportunidad de tener un papel protagónico en el equipo este año y posiblemente su futuro en la franquicia. Mucho más capacitado, tranquilo y confiado en sus habilidades, se encuentra dispuesto a enfrentar ese reto. Por eso, en su tercera campaña en la NBA, Sergio Rodríguez enfrenta su temporada más importante.

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