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La figurita que faltaba

BUENOS AIRES -- La explosión tenística le llegó en el momento justo. Juan Martín del Potro ya era el top-100 más joven del mundo cuando terminó 2006, y el top-50 de menor edad al final de 2007. Pero a fines de 2008 es un top-ten hecho y derecho, que ganó cuatro títulos consecutivos en el año y que disputó su primer Masters. Nada mal, ¿no?

También, en base a su potencia, a su excelente saque y a su mentalidad ganadora, es un indiscutido singlista del equipo argentino en la Copa Davis. Y también, un complemento ideal para David Nalbandian, que llega justo cuando parecían empezar a escasear los complementos.

CRECER DE GOLPE
El tandilense, nacido el 23 de septiembre de 1988, jugó su primer future cuando tenía apenas 14 años: fue en Buenos Aires, en 2003, y cayó en primera ronda. Al año siguiente ganó su primer partido profesional. En 2005 ya había ganado un challenger (Montevideo) y tres future (Chile F1, Chile F2 y Argentina F3), y terminó en el puesto 157° del ránking mundial.

La temporada 2006 marcó el comienzo de su camino en el circuito grande. Ganó su primer partido de ATP, en Viña del Mar, obtuvo el challenger de Aguascalientes y se clasificó a su primer Grand Slam: Roland Garros. En la segunda mitad del año llegó a dos semifinales ATP y jugó su primer Masters Series. A fin de año era 92° del mundo. Tenía 18 años.

En el Abierto de Australia de 2007 ganó su primer partido de Grand Slam. Llegó a semifinales en el torneo de Adelaida, a cuartos de final en Nottingham y a octavos en los Masters Series de Miami, Cincinnati y Madrid. En este último venció a Tommy Robredo, número 7 del mundo, y consiguió así su primer triunfo sobre un top-ten. Terminó el año como 44º en el ránking.

El año de la explosión definitiva fue 2008. Ganó de manera consecutiva sus primeros cuatro títulos de ATP, en Stuttgart, Kitzbühel, Los Angeles y Washington. En el US Open avanzó hasta los cuartos de final, donde perdió con el escocés Andy Murray, después de 23 victorias consecutivas. Esa fue su mejor actuación un Grand Slam, donde nunca había pasado de la segunda ronda.

Además, en la temporada fue finalista en Tokio, semifinalista en Basilea y Hertogenbosch y llegó a los cuartos de final en el Masters Series de Madrid. Todos estos resultados le permitieron clasificarse al Masters de Shanghai. Hoy es 9° del mundo.

Y, pese a su joven carrera -o quizá justamente debido a esto- promete un mundo.

EN LA DAVIS
Su historia copera es tan corta como su edad. Debutó en 2007, ante Austria, en Linz. Nalbandian no había jugado esa serie y -tras disputarse dos días de competencia- el capitán Alberto Mancini decidió ponerlo para cerrar una serie que estaba 2-1 a favor de Argentina. Así, también cuidaba el físico de José Acasuso, que había jugado en las dos jornadas anteriores.

El debut no pudo ser mejor: Juan Martín derrotó a Jurgen Melzer por 7-6 (7-4), 3-6, 6-4, 4-6 y 6-2 y se consagró como el héroe de esa serie de primera ronda.

Enseguida tuvo una nueva chance: en cuartos de final, frente a Suecia. Allí, en la rápida carpeta de Gotemburgo, no pudo brillar. Perdió su duelo ante la primera raqueta sueca, Robin Soderling, en tres sets parejos. Recién volvió a jugar cuando estaba todo definido: venció en el quinto punto a Robert Lindstedt, especialista en dobles.

Este año sólo intervino en una serie, pero eso le alcanzó para transformarse en un indiscutido dentro del equipo. Fue en semifinales, frente a Rusia, en el polvo de ladrillo del Parque Roca de Buenos Aires. En el paso previo a esta final con España, el joven argentino aplastó a Nikolay Davydenko en el primer día: lo barrió con un 6-4, 6-1 y 6-2 para dejar la serie 2-0 tras el primer día.

Pero la derrota en el dobles y la posterior caída de Nalbandian con Davydenko lo puso en una situación de presión: Del Potro debió jugar el quinto punto por la clasificación a la final, nada menos. Y lo hizo de la mejor manera: volvió a apabullar a su rival, esta vez a Igor Andreev, con un contundente 6-4, 6-2 y 6-1. Y su grito fue el grito del país.

Ahora, el nuevo gran valor argentino intentará vestirse nuevamente de héroe. Para hacer historia festejando un título inédito para su país. Para demostrar que, realmente, es una pieza clave de un equipo campeón.