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El sueño volvió a frustrarse

MAR DEL PLATA -- Decepción. Frustración. Incredulidad. Tristeza. Y hasta una profunda sensación de fracaso. Todo, una mezcla de todo, se vive en Argentina. Es que perdió la final de la Copa Davis en la que partió como favorita, en su primera definición de local, contra una España que sufrió nada menos que la baja de su figura, Rafael Nadal. Por eso las caras pálidas, las lágrimas y un dolor inmenso.

Esa imagen de desolación, ese silencio sepulcral recorrió el mundo entero. Es que la máxima potencia del tenis sudamericano sigue sin poder levantar la centenaria ensaladera de plata, la misma que ningún país de América Latina aún pudo conquistar. Y, del otro lado, España celebró una proeza de esas que quedan grabadas a fuego, ya que se coronó campeón por tercera vez y es la primera que festeja fuera de casa, luego de tres intentos fallidos en Australia.

Ya habíamos dicho en la previa: los hinchas argentinos esperaban que 'la tercera fuera la vencida' y no sufrir el dicho que reza 'no hay dos sin tres'. Ahora Argentina perdió las tres definiciones que jugó. Pero esta es, sin ninguna duda, la más dura de todas. Es que tanto se esperó para tener una posibilidad en calidad de anfitrión y siendo candidato, que el golpe es un verdadero mazazo. Y el sueño continúa pendiente.

Muchos decían 'es ahora o nunca'. Y parecía que la mesa estaba servida. La chance de recibir a un equipo sin el N° 1 del mundo parecía ser la oportunidad inmejorable. Para colmo, por las condiciones de los dos mejores locales, Juan Martín del Potro y David Nalbandian, se eligió salir de Buenos Aires e ir a Mar del Plata para instalar, en un estadio cubierto, una veloz carpeta sintética. Había indicios de una planificación correcta en algunos puntos, pero se falló en otras cosas. Y sin unión es difícil lograr objetivos serios.

El objetivo de potenciar a los líderes albicelestes e incomodar a Nadal iba viento en popa. Con la baja del cuádruple campeón de Roland Garros y este año también dueño de Wimbledon y la medalla de oro olímpica, también servía la cancha para molestar a David Ferrer, que llegaba en baja. Al final, hubo problemas de todo tipo en el equipo argentino y los aprovecharon Feliciano López y Fernando Verdasco para jugar los mejores partidos de su vida y ser los héroes.

Pensar que Argentina llevaba 13 victorias seguidas en casa, siempre en arcilla, donde no perdía desde 1998, ante Eslovaquia. Y justo ahora que realizó un cambio radical de superficie sufrió la derrota más dura de la historia. Es cierto que cayó contra rivales de toda categoría y en distintas etapas, pero preparar toda la fiesta como anfitrión, llevar las de ganar y rendirse justo en una definición fue demasiado. Se trata de una derrota tristemente inolvidable.

Además de ser la primera caída como local en 10 años, el equipo argentino había ganado las ocho últimas eliminatorias en casa teniendo a Nalbandian, quien siempre aportó puntos importantes y en general decisivos. Así, en la primera final copera entre naciones de habla hispana, la hazaña fue visitante.

Y España, que venía de coronarse en el 2000 y el 2004, repitió cada cuatro años, contra los pronósticos de las máximas figuras del tenis internacional. Sin dudas, sin Nadal en esta travesía, sus compañeros buscaron hacerse fuertes ante la adversidad de su gente, su prensa y de todos los ámbitos argentinos. Revivieron cuando pocos creían en sus reales posibilidades y le dieron un golpe de gracia a Nalbandian y compañía.

PASÓ DE TODO UN POCO
En la previa se dijo, desde este espacio, más allá de haber reconocido el favoritismo albiceleste, que la Davis no se ganaba de antemano, que no era recomendable relajarse y había que estar muy atentos y rendir en un alto nivel. Algunas cosas o, mejor dicho, diversos problemas se fueron encadenando para desembocar en una derrota inesperada, que provocó una desolación enorme en el Polideportivo Islas Malvinas marplatense.

Nadie podrá olvidar entonces esta final. Claro que todos los argentinos, jugadores, capitán, cuerpo técnico y fanáticos ya quieren hacer borrón y cuenta y dejarla en el peor rincón de los recuerdos. Justamente, es hora de hacer un serio replanteo, analizar bien todo lo que pasó y que esa puntillosa y profunda autocrítica sirva para barajar y dar de nuevo.

Acá nos referimos a todo lo que pasó que complicó al equipo. Repasemos cada tema. Ni bien se le ganó a Rusia, hace dos meses, en semifinales, se armó un escándalo con el sello argentino con el culebrón de la sede. Que Nalbandian salió a defender a muerte a Córdoba, su provincia, en medio de fuertes críticas sobre que él tendría un acuerdo económico por el que le convenía que la finalísima se hiciera allí. Y Del Potro, de Tandil, cercana a Mar del Plata, optó por La Feliz.

Como si fuera poco, el talentoso David llegó a poner en duda si iba a jugar. Un verdadero disparate. Y luego le envió una carta a Enrique Morea, el presidente de la Asociación Argentina de Tenis, molesto por la elección de la Federación Internacional. Con el correr de las semanas, le escribió otra, aclarándole que igual participaría y dejaría todo para buscar el triunfo, como si eso hiciera falta.

Todo esto bien podría ser parte de ese feo pasado, olvidable, por cierto, y punto. Y ya sosteníamos que, a la hora de salir a la cancha, había que dejar intereses políticos y personales a un lado. Pero uno lo cita en este balance porque el propio capitán local, Alberto Mancini, comentó, entre dolido y enojado, en la conferencia de prensa post-derrota final que así "se perdió un poco el foco" en el equipo.

Esto nos sirve para ver que muchas veces los inconvenientes internos conducen a fracasos deportivos. En la serie en sí, fue Nalbandian el que puso un 1-0 parcial que aún más ilusionó a toda la gente, dándole una cátedra casi perfecta a Ferrer, quien dijo sentirse inferior y casi que sintió el ridículo. Pero el segundo punto, la caída de Del Potro ante López, empezó a marcar el principio del final de la ilusión albiceleste.

Muy cansado física y, sobre todo, mentalmente, el top-ten pagó carísimo el precio de una segunda mitad de temporada extenuante. Jamás había rendido tan bien y disputado tantos partidos. Esa secuencia de éxitos lo llevó por primera vez a clasificarse, a último momento, para la Copa Masters de Shanghai. Y el cambio del calendario que justo se hizo este año le significó volver muy desgastado y sin la mejor adaptación. Mientras el resto del conjunto ya practicaba aquí, el pibe estaba jugando en China.

Y otra vez Mancini comentó en la charla con los medios que él puede sugerir, pero no decide sobre las metas personales y las prioridades de los jugadores. Quedó en claro, sin dudas, que no le gustó que Del Potro jugara el torneo de Maestros. Fuentes confiables y del entorno del equipo aseguran que sí es verdad la versión de que Nalbandian le fue a recriminar a su compañero en el hotel, después del 1-1 del primer día, por el hecho de haber ido a Shanghai. Así, no descansó en el país ni se preparó como el resto para esta final.

Los propios españoles admitieron que la victoria del gran sacador López, ofensivo y talentoso, sobre Del Potro, ajustada en cuatro sets, fue el revivir soñado en esta finalísima. Y allí Argentina perdió mucho más que un solo partido: complicó y hasta hipotecó gran parte de sus chances de ganar la Davis. Es que cedió ese punto y, por la contractura que sufrió en la pierna derecha, no pudo jugar el cuarto encuentro.

Así, la eliminatoria entró en un terreno muy fangoso para el equipo anfitrión. Y es que se vio que el conjunto que ganara el dobles inclinaría tanto la balanza que tendría la ensaladera de plata al alcance de la mano. Nalbandian, ya forzado por la situación a jugar en dobles, no rindió bien junto con Agustín Calleri, como mejor pueden hacerlo, tuvieron demasiados altibajos y la falta de punch en el saque y en la red los llevó a perder ante López y Verdasco en cuatro capítulos, aún dejando escapar varias ocasiones.

Argentina sigue sufriendo mucho en la especialidad por parejas, ya que si bien Nalbandian tiene un nivel superlativo en singles, no rinde igual en dobles. López estuvo más estable y firme con el servicio y Verdasco levantó en el segundo set y terminó siendo implacable en todas las facetas del juego. Tanto impactó ese golpe que, acto seguido, se dijo que los argentinos se pelearon a trompadas en el vestuario y por eso David se fue rápido, faltó a la conferencia obligatoria y recibirá una suculenta multa.

Mancini salió a desmentir todo, pero estaba claro que el clima no era el mejor. Con un panorama oscuro, el 1-2 parcial ya tenía un sabor a derrota. Nunca el equipo pensó llegar en desventaja al domingo. No es que nadie confiara en José Acasuso, pero sin dudas venía con poca fe a cuestas y sin el ritmo de competencia ideal por su falta de buenos resultados. Entró para reemplazar a Del Potro, ya que Calleri, que rinde mejor en sintético aunque suele ser más irregular, estaba muy desgastado del fatídico dobles.

Emilio Sánchez Vicario, el capitán español, apostó por Verdasco, que venía confiado por la victoria de la dupla, y entró a mover a Acasuso en el primer turno del día final. Ferrer habría planteado un partido de más intercambios desde la base y por eso optó por el zurdo. Pero el local sorprendió y tomó ventaja de 2-1 en sets. Así y todo, el público sufrió horrores y vio cómo, en el quinto set y por paliza, con Chucho dolorido y sintiendo la presión a pleno, se esfumó el sueño máximo. Y ojo que Verdasco no la rompió, porque tuvo mil dudas y el partido fue malo, aunque tiene un nivel promedio superior al del local.

Era evidente que una proeza hubiera dejado, con el marcador 2-2 en la eliminatoria, la gran posibilidad de que el ídolo Nalbandian pudiera cerrar la historia contra López. Y con un estadio que hubiese sido una caldera. Pero el orden de los individuales complicó al final a Argentina. Por eso, se fueron encadenando varias cosas y el final fue triste, muy duro de digerir.

Quedó en claro que hubo fallas de todo tipo y calibre. También fue evidente que hubo rendimientos bajos de los locales y que López y Verdasco reconocieron haber jugado, cada uno, los mejores partidos de singles de sus vidas. Todo coincidió para que Argentina, que tenía los papelitos celestes y blancos preparados para la gran fiesta, viera cómo España festejó de manera respetuosa delante de sus narices. Por eso, todo fue llanto y dolor para los locales. Por eso, los visitantes, muy unidos, lograron un título más que merecido, con una sorpresa imposible de olvidar.