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Muchas preguntas, una respuesta

MAR DEL PLATA -- ¿Por qué perdió Argentina esta Copa Davis? ¿Por qué la ganó España? ¿Por qué nuestros jugadores, con mejor ránking, fueron inferiores en el nivel de juego a los españoles? ¿Qué se pudo hacer para evitar este final? ¿Qué cosas hay que mejorar?

Todas estas preguntas que hoy nos hacemos la mayoría de los argentinos tienen respuestas muy similares, sencillas y razonables. España fue un equipo, Argentina no.

Eso ya lo sabemos todos, no voy a descubrir nada nuevo. Cualquier persona que haya visto esta eliminatoria habrá visto a los jugadores españoles abrazados en los momentos más difíciles, antes de los partidos, después, en definitiva, siempre...

Los argentinos, como todos hemos visto, no lo estuvieron. Es público y por todos sabido en este momento que el equipo estaba dividido, y esta no es una competición individual. Esto no es Roland Garros, ni el US Open: esto es la Copa Davis, y gana el mejor equipo, el más unido, el que más se apoya.

En la rueda de prensa de España, su capitán Emilio Sánchez Vicario fue muy claro, y destacó por encima de todo la actitud, la humildad y el compañerismo de un ganador como David Ferrer. Es que el sábado, ni bien le comunicó que no iba a jugar el single del cuarto punto, y que en su lugar lo haría Fernando Verdasco, lo primero que hizo Ferrer fue darle todo su apoyo a Emilio y por supuesto a Verdasco.

Eso es ser un jugador de equipo: se portó como todo un campeón y fue un ejemplo para muchos... muchos que, en su lugar de número uno del equipo, probablemente hubieran tenido una reacción bien distinta.

A partir de aquí, podemos hablar y analizar muchos factores: decir que Del Potro esto, que Chucho aquelllo otro, que David no se cuánto... pero la realidad es otra. La realidad es que los españoles nos dieron una lección de humildad, de calidad humana, de comportamiento dentro y fuera de la cancha y en definitiva ganaron la final, simplemente porque jugaron mejor a raíz de que fueron un gran equipo, ni más ni menos.

En Argentina tenemos grandes jugadores, de los mejores, y sabíamos que iban a estar bajo una enorme presión, la cual no iba a ser fácil de manejar. Eso nadie lo discute y, como ex jugadora, sé lo que es sentir este tipo de tensiones, de las que te anulan las piernas y tu corazón late a tantas pulsaciones que te impide hasta respirar con normalidad.

Pero toda esta presión hubiera sido mucho más llevadera, si se hubiera repartido entre todos los integrantes del equipo, y no que solamente la sintiera el único jugador que estaba en la cancha en un momento dado.

Aquí se ha perdido mucha concentración por una falta de foco en lo que realmente era importante: cómo ganar cada uno de los partidos. En lugar de pensar en cómo anular a Feliciano López, o cómo encontrar la forma de superar a Fernando Verdasco se estuvo pensando y especulando sobre demasiadas otras cosas, secundarias y extratenísticas.

No quiero quedar como la mala de una historia que pasó porque tenía que pasar, pero como estas columnas se tratan, en definitiva, de darle a todos ustedes mi opinión acerca de lo sucedido, creo que los errores cometidos como grupo fueron decisivos.

Francamente, creo que tanto los jugadores argentinos, como los ex jugadores y entrenadores hemos coincidido y somos conscientes de que lo que les acabo de contar es así. No nos queda otra que aprender de los errores cometidos y trabajar para que, a partir de ahora, Argentina sea un equipo más fuerte y más unido.

Mas allá de todo, quiero felicitar a TODOS los jugadores argentinos que han participado en esta edición de la Copa Davis 2008, porque han dejado el alma en la cancha para tratar de conseguir la deseada Ensaladera. A pesar de que han cometido errores a nivel grupo, como individuos han dado todo lo que tenían dentro.

Cuando a esa enorme capacidad individual se le sume un equipo compacto y convencido de ir todos hacia el mismo lado, no me cabe la menor duda de que seremos campeones.

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