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Ráfagas de machismo

Generalmente, recuerdo que el machismo existe por ejemplo cuando me están entrevistando y es que nunca falta la bendita pregunta… es más, en mi mente empieza un conteo regresivo, una especie de voz interna que me dice: "No te emociones, ya te lo va a soltar", e irremediablemente en cámara lenta leo los labios del entrevistador y escucho la trillada interrogante: ¿Qué se siente ser mujer en el campo deportivo?

Pregunta obligada y recurrente. ¿Será que la creatividad escasea? ¿Existirá alguna remota posibilidad de borrarle esta frase a la lista de preguntas de nuestros colegas? ¿Cuántos años tienen que transcurrir para que se olviden de ella? ¿En qué siglo tenemos que nacer para que el prejuicio desaparezca?

Lo peor del caso es que la pregunta la formulan tanto hombres como mujeres. Y hasta me aburre responderla porque para mí eso es etapa superada. Obviamente, en mis inicios sentí algo de machismo, pero siempre fue dentro del mismo gremio y por eso nunca me importó. Mis nortes, que son la audiencia y los deportistas, jamás me lo hicieron notar.

No puedo decir que me ha afectado el machismo deportivo porque de ser así no estaría trabajando donde trabajo ni escribiendo estas letras; lo que sí puedo decir es que de vez en cuando sentimos ráfagas del mismo y tenemos que aprender a lidiar con ellas, con productores o colegas que desean tener tu puesto, y cuya única arma para sentirse bien es condenarte por ser mujer.

El problema en el periodismo no es el sexo sino las habilidades para desarrollar la profesión. Mi género me ha permitido poseer ciertas cualidades claves en el medio e interpretar la noticia desde otra perspectiva -- y todo lo novedoso llama la atención. Le doy gracias a Dios por haberme creado mujer.

Ciertamente, soy una mujer que no compite con el hombre que tiene sentado en el mismo escritorio, ni que insinúa saber más de lo que realmente sabe; soy una mujer que lucha por aprender todos los días algo nuevo, por estudiar y por ser una periodista destacada en el campo en el cual escogió formarse.

Para mí, luego de ocho años zapateando pisos, la experiencia más enriquecedora es saber que me he ganado el respeto de los deportistas, quienes saben que mi micrófono es objetivo, aliado de la verdad y enemigo de la mentira.

Nunca me han negado una entrevista y el crédito de esto no radica sólo en mi sexo sino en la reputación que he construido, la misma que me permite hoy decir que soy la primera mujer en ESPN Internacional en conducir un programa de Béisbol.

Entonces, ¿No es el machismo deportivo cosa del pasado?