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Lo que hace un ganador

TAMPA, Fla. -- Él es un hombre definido por los anillos que ha ganado en octubre. Pero la cualidad que realmente separa a Derek Jeter de las masas es la fuerza indetenible que lo empuja desde abril a septiembre.

Nosotros lo conocemos como energía. Pero es más. O enfoque. Concentración incesante. Pero es más. Lo que Jeter realmente tiene es un motor sin el interruptor para apagarse.

Se encuentra presente en su primer turno en el Día Inaugural. Está presente en la novena entrada del Juego 162. Y siempre está bombeando -- cada día, cada entrada, cada lanzamiento entre medio.

Es la materia de la que están hechos los ganadores. Algunos hombres la tienen. Muchos no. Algunos equipos la tienen. Muchos ni. Y mientras nos colocamos al borde de comenzar otra temporada de béisbol, les podemos garantizar esto:

Aparecerá durante el largo maratón de béisbol que tenemos por delante. En su momento separará a los equipos que ganan de los que no ganan. En una temporada en la que se pueden argumentar las razones para que 22 equipos lleguen a los playoffs, será una vez más el gran divisor del béisbol.

Si no puedes jugar béisbol con energía interminable y enfoque cada día de esta larga, incesante, agotadora temporada, quedarás expuesto. Sucede cada año. Y va a suceder nuevamente en el 2010.

"Cuando la gente me pregunta lo que separa a los buenos jugadores de los grandes jugadores, eso es," dice el lanzador de los Yankees Andy Pettitte, un hombre que ha jugado con seis JMV, seis ganadores del Cy Young y cinco JMV de Serie Mundial. "Y eso es lo que hace este equipo tan bueno. No puedo creer la intensidad que nuestros jugadores de posición traen al estadio cada día."

Él habla de los nombres de los legendarios Yankees con los que ha jugado, desde Paul O'Neill a Jorge Posada, desde Tino Martínez a (sí) Alex Rodríguez.

Pero luego de mencionar todos esos nombres, Pettitte dice, "Derek es el mejor. Puedo decir honestamente que nunca lo he visto rendirse en un turno al bate. Nunca. Ninguno."

Tenemos frases contagiosas para la calidad de la que hablamos: intensidad … ajetreo … energía … pasión. Pero ninguna de esas palabras define fielmente de lo que se trata esto.

Cualquiera puede lucirse un día. Pero el béisbol es un juego que se juega todos los días. Así que para jugar con energía todos los días, para mantener concentración en cada entrada, para fajarse en cada jugada se requiere un nivel de excelencia, compromiso e infierno competitivo que muchos seres humanos ni siquiera comprenden, ni mucho menos consiguen.

Por supuesto, Jeter no es el único jugador en el béisbol que llega a ese nivel. Él solo es la muestra. Así que para tratar de mostrarles de lo que hablo, conversamos con tres jugadores que exhiben ese tipo de hiper energía de la que hablamos -- Jeter, Chase Utley y Johnny Damon -- al igual que con dos managers que hacen lo mejor que pueden para exigirles a sus jugadores ese tipo de esfuerzo -- Jim Leyland y Charlie Manuel.

Todos ellos trabajan de diferentes maneras. Pero todos ellos tienen ese "algo" especial: la materia de la que están hechos los ganadores. Así que escúchenlos hablar de lo que es ese factor del "algo", y entenderán de lo que se trata este fenómeno.

"En el transcurso de 162 juegos, es difícil tener esa energía cada día," dice Utley. "Pero si la tienes, puedes crear algo. Si no hay nada ahí, todavía se puede crear algo con esa energía."

"Es una perspectiva," dice Jeter. "¿Sabes lo que quiero decir? Yo no soy de los que cree que eso se puede encender y apagar. O la tienes o no la tienes. Es algo difícil con esta temporada tan larga. Si pierdes el enfoque, estás en problemas."

"Es mejor que lo tengas, pero es algo difícil de hacer," dice Damon. "Yo solo se que la primera vez que llegas al estadio sin ella, puedes quedar en verguenza. Y puedes salir, como solían decirme mis entrenadores, con un huevo en la cara. Por eso es que este juego no es para todo el mundo. El tipo promedio sale allá afuera y trata de jugar en una liga de softball y sale adolorido. Nosotros tenemos que tratar de estar listos durante 162 juegos al año. Más los entrenamientos primaverales, que son como 20 juegos más. Y si llegas a los playoffs, ahí podrían ser hasta 19 partidos más. Así que es mejor que tengas esa energía."

Los tres peloteros adoran el juego grande y viven para los momentos de definición en cada temporada. Pero lo que los separa de los meros mortales es que ellos se alimentan de cada pequeño momento entremedio -- en su forma única y particular.

Jeter es el rey de la sangre fría. Utley es lo contrario: es tan intenso que en ocasiones sus compañeros tienen miedo de hablarle cuando se encuentra en la zona. Y entonces está Damon, un tipo que viene al estadio cada día con una sonrisa en su cara, preguntándose exactamente cuanta diversión podrá tener tratando de averiguar como ganar ese día.

"Para algunos tipos es solo béisbol, y para otros es un trabajo," dice Leyland. "Eso no significa que para los tipos que piensan que es un trabajo no sean buenos en ello. Pero eso es lo que parece. … Para algunos es como jugar en Pequeñas Ligas, y a eso es lo que me recuerda Johnny Damon. Él parece como el chico de Pequeñas Ligas que no puede esperar por llegar al estadio, que tiene su gorra virada hacia el lado, y que siempre va a comer helado luego de los partidos, sin preocupaciones en el mundo, y que no puede esperar a que llegue el siguiente partido."

Pero Damon dice que se le enseñó desde temprano -- por sus primeros modelos a seguir en Grandes Ligas en Kansas City, Greg Gagne y Gary Gaetti -- que hay más en el béisbol que solo divertirse, que nunca debes dejar descubrirte en un turno, nunca.

Entonces él "aprendió como ganar," según dice, cuando llegó a Oakland y Jason Giambi le sirvió de mentor sobre como sacarle el máximo a los turnos grande al bate. Y ahora él hace lo mejor que puede en esparcir dichos conocimientos -- las dosis diarias de diversión, la importancia de cada juego, el arte del turno grande al bate -- dondequiera que va.

"Él es un ganador," dice su nuevo gerente en Detroit, Dave Dombrowski. "Él ha sido grandioso para nosotros. Tremendo. Siempre supe que era un buen jugador. Pero no me había dado cuenta de las otras cosas que trae a la mesa."

Mientras tanto, Utley trae mucho de eso también. Pero el béisbol no es un festival de risas para Chase Utley. El intermedista de los Filis se consume por su trabajo, inmerso en cada segundo de cada partido.

"He estado en el béisbol por 42 años, y he visto muchos jugadores intensos," dijo el coach de la banca de los Filis Pete Mackanin. "Pero sin duda, él es el No. 1. … Tu sabes, Chase es un tipo amigable, pero pongámoslo de esta manera: Durante un juego, no lo molestes. Él tiene algo en su mente, y se enfoca totalmente. No se si yo hubiese podido jugar así de enfocado."

No esperen que un hombre que ha pasado 42 años en el béisbol profesional -- como jugador, coach y manager -- hable sobre una criatura de béisbol de esa manera. Pero Utley es tan intenso, tan obsesionado con la excelencia, él es un tema constante de exactamente este tipo de conversación dentro de su deporte.

Eventualmente, incluso él se ha dado cuenta de como el resto de la gente habla sobre él. Pero eso solo ha reforzado su pasión por como hace las cosas.

"Algunos de los cumplidos que he recibido jamas se me olvidarán," dice. "Como, 'Disfruto verte jugar,' o, 'No cambies la manera en que juegas.' Cosas como esas, uno no las olvida. [Su fallecido coach] John Vukovich solía decirme eso. Otros coaches en otros equipos me han dicho esa clase de cumplidos. Uno no los busca. Uno no los espera. Pro cuando llegan, uno los aprecia."

Jeter -- otra fuente de conversaciones sin freno en los mismos círculos -- tuvo una experiencia similar hace cerca de una década, con un caballero de nombre Hank Aaron. Eso todavía le vuela la cabeza a El Capitán.

"Fue en Boston, en el Juego de Estrellas del 1999," dice Jeter. "Estábamos todos los jugadores afuera en el terreno, alrededor de Ted Williams. Y sentí que me tocaron en el hombro. Era Hank Aaron. Nunca lo había conocido antes. Me dijo, 'Eres la persona que estaba buscando. Quería conocerte.' Yo le dije, '¿Usted quería conocerme a ?' Él me dijo, 'yo realmente disfruto la manera en que juegas el juego.' Y viniendo de él, esas son las cosas que uno recuerda por siempre."

Así que, si hombres de béisbol de la vieja escuela de esa estatura les gusta como juegan peloteros como Jeter y Utley, solo el hecho de que digan que notan que hay algo diferente acerca de la manera en que ellos juegan, uno sabe que esto no es algo que estamos soñando solo para salir de otro día de trabajo. Esto es una cualidad real y tangible que coloca a los peloteros ganadores realmente especiales y a los líderes en una categoría aparte.

Jeter todavía cree que es una cualidad que fue insertada en él por su padre Charles, un trabajador social que competía contra él cuando niño en todo -- y "nunca me dejaba ganar."

"Pienso que esas son lecciones que uno aprende, que la vida puede ser difícil en ocasiones," dice Derek Jeter. "Así que uno tiene ese estado mental, de querer algo. Uno tiene que trabajar por ello, y no va a ser fácil lograrlo. Yo disfruto competir, en cualquier cosa. Y quiero ganar. Uno tiene que disfrutar el competir. Si no lo disfrutas, entonces yo pienso que es muy difícil enfocarse en cada partido."

Pero, Utley y Damon solo están interesados en hablar sobre su propio estado mental, porque ellos también entienden que su trabajo en la temporada no es acerca de ellos. No es acerca de los números que pongan. Es acerca del número que el equipo ponga -- en la vieja columna de "Victorias".

"No es solo acerca de mí," dice Utley. "Es nuestro equipo. Nuestro equipo juega con mucha energía. … Nosotros siempre traemos ese nivel de intensidad que nos puede impulsar hasta la cima incluso hasta en ocasiones en las que no estamos jugando a nuestro mejor nivel."

Cuando la gente habla de los equipos que "aprenden a ganar," aprender este arte parece como una parte grande de ello: el arte de maximizar la energía cada día. Pero Utley mira a su alrededor a las personalidades en su camerino y se pregunta si así es que ha funcionado con su equipo.

"No estoy seguro si eso se aprende," dice Utley. "Pienso que el tipo de jugadores que tenemos aquí juega de esa manera. Y cuando otros tipos llegan a esta organización, y ven a los tipos jugando duro todos los días, eso establece el tono, que aquí se juega el juego de la manera correcta."
Pero la verda es que, ningun equipo puede tener a todo el mundo jugando de esa manera en cada minuto de cada día en la temporada más larga en los deportes profesionales de EEUU. Eso es humanamente imposible. Así que, ¿qué sucede cuando los equipos se salen de esos rieles? Es ahí cuando sus líderes -- y los managers -- tienen que tomar las riendas firmemente.

Quizás Jeter y Utley no sean las voces más sonoras en sus organizaciones. Pero cuando se les pregunta si ellos dirían algo si ven a un compañero jugando con su cabeza en otra parte, ambos se sacuden y responden con un estruendoso: "."

"La gente dice que yo no soy vocal. ¿Como lo sabes?" dice Jeter, con firmeza. "Una cosa que yo no hago es hacerlo a través de los medios."

"Si hay algo que decir, no tengo problema en decirlo," dice Utley. "Quizás no sea bonito. Pero yo pienso que, debido a la manera en que yo juego, los tipos respetan mi pensamiento."

Sin embargo, algunas veces, esos problemas se convierten en algo demasiado grande para que sea un jugador -- cualquier jugador -- quien lo discuta. Y por eso es que se le paga tanto a los managers.

Montémonos en la Máquina del Tiempo y volvamos a abril del 2006. Es el día final de una serie para los Tigres de Detroit y sufrieron una dura derrota 10-2 ante Cleveland. Luego de la misma, el nuevo manager, Jim Leyland, entra como una tromba al camerino para decirle a su equipo que "apestaba," que no habían hecho lo suficiente en la derrota, y que si ese iba a ser su nivel de esfuerzo, que él estaría contento de buscar nuevos jugadores con otro nivel de esfuerzo. Entonces invitó a la prensa a su oficina y le dijo al mundo lo mismo:

"Apestamos, y eso no es suficiente. Esto ha estado sucediendo antes aquí, y no va a volver a suceder. Tenemos la oportunidad de ganar una serie. No estoy hablando de nadie en particular. Estoy hablando del equipo, de mí, de los coaches y de todo el mundo incluído. Es mi responsabilidad el tener este equipo listo para jugar hoy, y ellos no estuvieron listos. Ellos estaban listos para montarse en el avión para irse a Oakland. Sí ganaban estaba bien, y si perdían también estaba bien. Eso no es suficiente."

En la lista de los brotes de ira famosos de los managers en el Siglo 21, este podría ser el No. 1. Pero Jim Leyland no quería llegar al Salón de la Fama de los Sonidos. Él tenía que elevar la vara de medición -- para un equipo que había promediado 100 derrotas por temporada en los últimos cinco años.

"Uno tiene que recordar que este era un equipo talentoso que había estado luchando para mantenerse a flote, y que no creía realmente en ellos mismos," dice ahora Leyland, mirando en retrospectiva. "Ellos no se daban cuenta de cuan buenos eran. Yo vi algunas cosas en las últimas entradas de ese juego aquel día, y me golpeó duro, y dije lo que sentía. Quiero decir, me pudo haber rebotado en mi cara, pero eso era lo que creía. Ahora, no estoy diciendo que yo tuve que ver con algo. Pero afortunadamente, luego de eso, ellos comenzaron a salir y a dejar el máximo durante las nueve entradas cada día."

Sí, probablemente él no tuvo nada que ver con el hecho de que ese equipo se montó en aquel avión y barrió dos sereis consecutivas, ganó 12 de sus siguientes 14 desafíos y 28 de sus próximos 35, siguiendo encendidos hasta llegar a la Serie Mundial. Si, probablemente aquello fue una coincidencia..

Claro. Eso fue.

"Él era listo," dijo el entonces relevista de los Tigres Chad Durbin, "porque él no solo permitió que se quedara en el camerino. Hay ciertas cosas que uno hace y no le dice a la prensa. Pero en este caso, él les dejó saber lo que estaba pensando, porque se había convertido en algo que un mero discurso que termina en cinco minutos y ya. Ya era noticia, y eso lo hizo más relevante para todos."

El mensaje que el manager envió aquel día -- que no era aceptable el jugar un partido donde está bien si ganas y está bien si no ganas -- "los hizo conscientes de las expectativas," dijo Leyland. Pero solo porque nosotros sabemos ahora que funcionó no significa que supieramos que iba a funcionar en ese momento.

"Es un botón que uno tiene que apretar en el momento correcto," dijo. "Es un botón realmente peligroso, porque si lo aprietas en el momento incorrecto, puede ser desastroso."

Todos los managers tienen ese botón en sus manos cada minuto de cada día. Lo que en ocasiones define los mejores managers es su habilidad innate para sentir el momento preciso para apretarlo.

El manager de los pasados dos campeones de la Liga Nacional se ha convertido en un hombre que ha dominado ese sentido. Charlie Manuel podrá parecer como un tipo suave en su exterior. Pero su coach de la banca, Mackanin, dice: "Conoces esa cita que dice, '¿No confundas amabilidad con debilidad?' Ese es Charlie."

Manuel sacó de juego a su estelar campocorto (Jimmy Rollins) por no esforzarse. Sacó a su abridor del Día Inaugural (Brett Myers) al dugout, con las cámaras de TV en acción. Ha convocado a charlar a su oficina a más jugadores de los que recuerda. Y sus reuniones de equipo, a pesar que son raras, son legendarias por sus discursos de esta-NO-es-0la-manera-en-que-jugamos.

Charlie Manuel adora a su equipo y a sus jugadores. Pero "cada equipo tiene tipos," dice él, "que uno tiene que observar, porque a ellos les gusta la atención, y de momentp, el juego comienza a convertirse más acerca de ellos que el equipo y ganar el partido. Bueno, el juego es la prioridad No. 1. … Pero a los tipos se les olvida eso en ocasiones. Ellos se envuelven en lo que ellos son. Y eso no es bueno."

Pero no son los egos lo que Manuel se pasa buscando en los camerinos. Son las señales de que su equipo ha comenzado a sentirse demasiado cómodo. Y es en ese entonces que es tiempo de apretar ese botón, y lanzar su tema favorito -- el devolver sus tropas a "jugar el juego de la manera que siempre lo hemos hecho."

"He dicho cosas a nuestro equipos sobre la energía," dice Manuel. "Algunas veces yo diría, 'Miren al dugout del otro equipo. Allí mismo es lo que tenemos. Eso es lo que tenemos cuando estamos jugando bien. Eso es lo que queremos mantener. Y miren, ellos lo tienen y nosotros no lo tenemos ahora mismo.' Uno tiene que recordárselos. Si eres manager, es mejor que hables de esas cosas."

Él siempre escoge sus momentos para enviar esos mensajes. Pero los hombres en su camerino dicen que él tiene un tino increíble para encontrar los momentos exactos para hacerlo, diciendo las cosas de la manera correcta, para lograr reencaminar a su equipo. Utley dice que todo es parte del "genio escondido" de Charlie Manuel.

Nosotros pasamos mucho tiempo en nuestras vidas hablando acerca de lo que hace un equipo para ganar. Es divertido ver el poco tiempo que pasamos hablando sobre esta parte de la ecuación. Explíquennos alguna vez porque hablamos menos sobre lo que hacen los equipos ganadores y más sobre el dinero. A pesar que el dinero es un factor importante en algunos niveles, en otros niveles esta sobrevalorado.

"La gente siempre menciona el dinero," dice Jeter. "Hemos gastado dinero por años. Muchos equipos gastan dinero y no ganan. El dinero te da la oportunidad de ganar. Pero eso no significa que vas a ganar la Serie Mundial. Tienes que tener el estado mental correcto para ganarla."

Oh, el dinero te puede comprar un Cy Sabathia. Entendemos eso. Pero, ¿sabes lo que no te puede comprar? No te puede comprar la llama que corre por el cerebro de Derek Jeter durante cada noche de cada temporada. No te puede comprar la mirada en el ojo de Chase Utley, en cada turno al bate en cada temporada. No te puede comprar la voz en la cabeza de un manager que le dice que es tiempo de apretar Ese Botón.

Hay fuerzas en el universo del béisbol que son más escurridizas -- y mucho más importantes -- que el dinero. Es la materia de la que realmente están hechos los ganadores. Y si no has podido reconocer esa materia hasta ahora, te garantizamos que la reconoceras para octubre -- porque los ocho equipos que seguirán vivos en ese entonces nunca tendrán que sobrevivir el traicionero viaje por la Autopista 162 sin ella.