Raúl Allegre 11y

Ofensiva en serie

BRISTOL -- Dicen que las apariencias engañan, pero generalmente pintan un panorama real, sobre todo en la NFL. Equipos que tienen problemas por esquema, o por falta de talento en sus filas, los muestran desde el inicio. Siempre habrá excepciones pero son pocas y raras.

No se necesitan más de un par de semanas para diagnosticar las enfermedades que tienen ciertos equipos. Hay desde catarros leves, hasta pulmonías "cuatas" que ponen en riesgo la dirección futura de un equipo.

En el caso de Jacksonville, estamos hablando de un equipo tristemente desahuciado. Va a tomar tiempo para que la nueva administración pueda revivir esa franquicia. Si alguien duda si Tom Coughlin merece estar en el Salón de la Fama, sólo tiene que ver su marca al frente de Jacksonville. Con Coughlin los Jaguares fueron contendientes en los 90s. Desde su partida, han sido un sotanero perene.

Sin el afán de ofender a sus seguidores, hablar de Jacksonville como equipo mediocre no es noticia. Es diferente cuando dos de los equipos más exitosos de la última década están haciendo agua. Me refiero a los Acereros de Pittsburgh y a los Gigantes de Nueva York.

Hablar de los gloriosos Acereros de Pittsburgh, el equipo más exitoso en la historia de la NFL, como equipo en crisis es algo diferente, y motivo de alarma para su legión de seguidores.

Un equipo con un buen QB y una buena defensiva siempre tiene posibilidades. Lo vimos el lunes por la noche ante Cincinnati, pero el equipo carece de los cimientos mínimos para tener una base competitiva esta temporada. Pittsburgh es un equipo sin identidad ofensiva y con talento mediocre en posiciones clave.

Todd Haley, su coordinador ofensivo, llegó en el 2012, y el comienzo fue prometedor. Ben Roethlisberger abrió la primera mitad de la temporada con 17 TDs y sólo 4 intercepciones. Este éxito ofensivo, aunado a la siempre dura defensiva Acerera, los tenía con marca de 5-3, hasta que llegó el fatídico MNF contra Kansas City en el noveno partido de la temporada. Pittsburgh ganó, pero la victoria fue cara. Big Ben sufrió una fractura de costilla que puso en peligro su vida, y se dislocó la unión de la clavícula y el esternón. Ni él ni la ofensiva han sido los mismos desde entonces.

Las esperanzas eran grandes en agosto con la llegada del novato corredor, Le'Veon Bell, cuya complexión física es similar a la que en algún tiempo tuvo Jerome Bettis. Además, Haley implementaría un esquema de bloqueo en zona como el que usó en Kansas City para convertir a Jamaal Charles en estrella. La línea ofensiva fue reestructurada para tener a jugadores más ágiles para bloquear en movimiento y en campo abierto. Con dos primeras y dos segundas selecciones, tenían, EN TEORÍA, el talento para retornar al equipo a la supremacía terrestre que habían tenido desde 1970, el año en que su fusionaron la AFL y la NFL. Desde entonces, Pittsburgh ha tenido 5,270 yardas por tierra más que cualquier otro equipo en la NFL.

Todo quedó en teoría. Las lesiones de Bell y Maurkice Pouncey arrasaron con esos planes. Es probable que Bell regrese en una o dos semanas, pero Pouncey está fuera el resto del año. Su suplente, Fernando Velasco, fue un centro capaz ejecutando bloqueos en zona para los Titanes de Tennessee, de ahí su contratación. Su debut no fue malo. Lo desconcertante fue que el bloqueo en zona que esperaban implementar, brilló por su ausencia ante Cincinnati. El juego por tierra de Pittsburgh contra los Bengalíes estuvo basado en un sistema de poder. El problema es que sin Bell, los Acereros sólo tienen corredores típicos de tercera oportunidad, incapaces de asumir el desgaste de un juego terrestre de fuerza.

Alguien podría debatir que todavía queda la defensiva, pero la lesión de Larry Foote los dejó sin un linebacker capaz de mandar las jugadas adecuadas. Dick LeBeau gusta de llamar dos jugadas al mismo tiempo y de dejar que su capitán, Foote este año y James Farrior en anteriores, escoja la más apropiada para contrarrestar el personal y la formación de la ofensiva. Contra Cincinnati, vimos a dos jugadores tomar el lugar de Foote: Kion Wilson y Vince Williams. Ninguno dio buenos resultados y se notó confusión entre los linebackers y la defensiva secundaria.

Kevin Colbert ha sido el gerente general de Pittsburgh desde Febrero del 2000. Por años había proporcionado talento de primer nivel tanto a Bill Cowher como a Mike Tomlin. Sus más recientes selecciones, como es el caso de Rashard Mendenhall (ya fuera del equipo), Ziggy Hood, Jason Worilds, Mike Adams y Marcus Gilbert por mencionar a sólo a unos, no se han convertido en jugadores de impacto. Malos contratos pusieron al equipo en una situación complicada y no pudieron retener a jugadores importantes como Mike Wallace y Keenan Lewis. Otros, como Casey Hampton y James Harrison, no tuvieron jugadores que les reemplazaran.

Todavía cuentan con Dick LeBeau como coordinador defensivo, pero no mucho más. Es el reto más difícil en la era de Tomlin. Es una situación como la que vivieron en el 2003, cuando terminaron con marca de 6-10. Como se dice, después de la tempestad viene la calma. En el 2004 llegó Big Ben y regresaron al Partido de Campeonato.

Los Gigantes tienen una situación similar: una línea ofensiva mediocre y la ausencia de un corredor confiable. El año pasado seleccionaron a David Wilson en la primera ronda y optaron por no firmar a Ahmad Bradshaw quien en los últimos años había faltado a varios partidos debido a varias lesiones. Wilson tiende a soltar balones en situaciones importantes de los partidos. La línea no abre huecos y no le da la protección necesaria a Eli Manning
.

El grupo de receptores de los Gigantes está entre los mejores de la liga. Contra Dallas en la primer semana tuvieron a tres, Víctor Cruz, Hakeem Nicks y Reuben Randle, que superaron las 100 yardas por aire. Brandon Myers llegó de Oakland en donde fue líder en recepciones para los Raiders en el 2012, y completa el grupo de opciones de pase de Eli. Esta fase va a mantener a los Gigantes en los partidos, pero tendrán que ganar juegos de muchos puntos porque su defensiva es atroz y lanzar seguido, como lo tuvieron que hacer ante Denver, tiene sus riesgos como lo vimos en ese partido en el que Eli fue interceptado en cuatro ocasiones.

La filosofía de NY, desde los años de George Young y Bill Parcells, siempre ha sido asediar al QB. La razón por la que ganaron el Super Bowl en el 2007 y 2011, ante equipos más talentosos de Nueva Inglaterra, fue la presión constante que aplicó su línea defensiva. Los drafts de Ernie Accorsi, y después de Jerry Reese, aportaron jugadores como Michael Strahan, Osi Umenyiora, Justin Tuck, Mathias Kiwanuka y Jason Pierre Paul. Strahan es ahora anfitrión de programas de variedad. Umenyiora juega para Atlanta. Kiwanuka está perdido en el esquema y Tuck y JPP tienen apenas la mitad de la capacidad atlética de sus años de gloria.

El resto de la defensiva de los Gigantes es mediocre. Sin la presión de la línea los linebackers y backs defensivos quedan desprotegidos. Tanto Tuck como JPP han sido dominados físicamente y no tienen otras opciones en el plantel.

Tom Coughlin y Mike Tomlin son dos entrenadores que han llegado al Super Bowl y que lo han ganado. Ambos cuentan con excelentes QBs en una liga definida por esa posición. Pero el futbol Americano sigue siendo un deporte de equipo, y ambos planteles tienen carencias críticas.

Las franquicias con más victorias en el Super Bowl en la última década buscarán no caer al fondo de sus respectivas divisiones. El sistema de la NFL es duro, porque castiga al éxito. La diferencia es que las organizaciones de primer nivel se recuperan más rápido que las otras.

Y esa es, hoy en día, la esperanza de los fans de Gigantes y Acereros.

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