Raúl Allegre 10y

Ofensiva en serie

BRISTOL -- Cada tres o cuatro semanas, no participo en "NFL Semanal". Volar 9,000 kms cada semana con 32 horas de viaje es desgastador. Por lo mismo, la gerencia de ESPN y un servidor acordamos tomar esos descansos. Dicha ausencia esta semana me permitió evitar el trillado y hasta cierto punto debate sobre el legado de Peyton Manning durante la última emisión.

Mi estimado, distinguido y bien ponderado colega John Sutcliffe insiste en demeritar los logros de Peyton porque tiene "sólo" un anillo. Como si fuera tan fácil ganar un campeonato. Si no, pregúntenle a Dan Fouts, Dan Marino, Jim Kelly y Warren Moon qué piensan al respecto.

Nunca he escuchado a nadie que haya estado afiliado a un equipo de la NFL como entrenador o jugador haber demeritado a Peyton Manning por no haber ganado más campeonatos. La razón es porque entienden lo que significa el concepto de trabajar en equipo. Un jugador puede elevar dramáticamente el nivel de un equipo, pero no puede él solo ganar un campeonato. El ejemplo lo tenemos con el mismo Manning y el impacto que tuvo su ausencia de los Potros en 2011, y la manera como cambiaron los Broncos con su llegada.

He tenido el privilegio de ver jugar en persona, como rival o como comentarista, a muchos inmortales de la NFL. Como rival estuve en primera fila para ver jugar a Fouts, Marino, Elway, Kelly, Moon, Joe Montana, Steve Young y Troy Aikman por mencionar a algunos. Desde la cabina de transmisión a Manning, Kurt Warner. Tom Brady, Brett Favre, Drew Brees y Aaron Rodgers. Mi opinión, que no es absoluta, es simplemente una opinión, es que no he visto a nadie jugar la posición de mariscal de campo como lo hicieron Joe Montana y Peyton Manning. El dominio del sistema, la precisión de pases, la selección de jugadas y la presencia de control absoluto los distinguieron de otros. Tom Brady entra en el debate, pero en las mismas circunstancias y con los mismos jugadores, me quedo con Manning.

Manning y Montana jugaron en eras diferentes. Montana terminó su carrera en 1994, un año después del inicio de la era moderna de la agencia libre y el límite de nómina. Manning empezó a jugar en 1998, cuando el cambio de jugadores en los equipos era parte del sistema de la NFL. Hace aproximadamente un año tuve la oportunidad de moderar una plática de Montana. Pude platicar largo y tendido con él. Le pregunté cuál había sido la clave del éxito de los 49s de los '80s. Sin dudar, y con un dejo de humildad, me contestó, "Fue gracias a nuestra defensiva. La ofensiva recibió mucho reconocimiento pero fue cuando nuestra defensiva pasó a otro nivel que nos convertimos en el equipo que llegamos a ser". En los '80s, principalmente en un equipo como los 49s que derrochaba en salarios y beneficios, era fácil retener jugadores.

No así a partir del '93. Los equipos de Indianápolis en la década del 2000, perdieron jugadores importantes, sobre todo a la defensiva. Ejemplos son Mike Peterson, David Thornton y Marcus Washington. Quizás no eran estrellas, pero eran jugadores sólidos que conocían el sistema defensivo. A la ofensiva podemos mencionar a Marshall Faulk, quien fue canjeado antes de que terminara su contrato, y Edgerrin James.

Por años, la directiva mantuvo una base con el centro Jeff Saturday, al tackle izquierdo Tarik Glenn y a receptores como Marvin Harrison y Reggie Wayne. A la defensiva se quedaron con Dwight Freeney y Robert Mathis. El resto de los jugadores cambiaron con frecuencia, y el nivel de los que los remplazaron no siempre estuvo a la altura del de los rivales que enfrentaron. Los equipos que se atravesaron en el camino de Manning rumbo a campeonatos fueron superiores hombre por hombre.

A lo que voy con este tema es que si algo tiene de culpa Manning es que debido a su salario exorbitante, no hubo presupuesto para rodearlo de jugadores de calidad. Eso es lo que llamo el "síndrome de Manning" que ahora estamos viendo en equipos que firmaron a pasadores con contratos que superaron los 100 millones de dólares.

En Atlanta, después del contrato de casi 104 millones de dólares que le dieron a Matt Ryan, la directiva se vio obligada a despedir a siete titulares y doce reservas importantes de un equipo que estuvo a punto de llegar al Super Bowl. Este año, con una línea ofensiva parchada y una defensiva sin baluartes, tienen marca de 2-6. Lo mismo sucede en Baltimore. Después de ganar el Super Bowl, Ozzie Newsome, su gerente general, se vio en la imperiosa necesidad de deshacerse de seis titulares defensivos y su mejor receptor. El domingo, Baltimore perdió su quinto partido, tercero consecutivo, ya que su defensiva no pudo forzar un despeje cerca del final y Joe Flacco no contó con un receptor al cual recurrir en los momentos de presión del partido.

Dicen que "cuando veas las barbas de tu vecino pelar, pon las tuyas a remojar". Green Bay, Nueva Orleans y Dallas, que también recompensaron a sus mariscales de campo titulares con más de cien millones de dólares, están a empezando a mostrar síntomas del "Síndrome de Manning". La línea ofensiva de los Santos, que no pudo retener a Carl Nicks el año pasado y a Jermon Bushrod el presente, fue abusada por la línea defensiva de los Jets. Sin protección, un gran pasador como Drew Brees es neutralizado. Dallas no tiene jugadores de calidad en su defensiva. Su línea no presiona y no defiende bien el juego por tierra. Fueron víctimas de una multa de la NFL que les impidió firmar jugadores en la agencia libre, pero junto con Green Bay, sentirán el yugo que es el no tener presupuesto. La diferencia es que en Green Bay, tienen un gerente general que sabe identificar talento en agentes libres que no son costosos y en Dallas tienen a Jerry Jones.

El "Sindrome de Manning" evitó que Peyton ganara más de un Super Bowl. Lo mismo podría suceder con Joe Flacco, Drew Brees y Aaron Rodgers, e impedir que Tony Romo y Matt Ryan ganen siquiera uno.

Después de una victoria dramática contra Cincinnati que parecía que resucitaría una temporada que iba en picada, el escándalo del "bullying" en Miami amenaza con descarrilar el resto de la temporada.

Sin conocer los detalles, cuando escuché que Jonathan Martin había dejado al equipo y estaba en terapia por problemas emocionales pensé que se trataba de una persona inmadura que no podía valerse por sí misma. Por eso no es bueno emitir juicios sin tener conocimiento pleno de la situación. La situación es más complicada.

Un vestidor es como un santuario para los jugadores. Es también el lugar en donde se pierden y se ganan campeonatos. Un equipo con un vestidor unido, en el que los jugadores forjan relaciones que duran toda la vida, siempre tendrá la oportunidad de ganar. En este ambiente existe el apoyo en situaciones dentro y fuera del terreno de juego. Es un lugar en el que un extraño se convierte en un hermano, y en donde uno se parte la cara por sacar adelante a quien se encuentra a su lado. Un vestidor dividido no tiene posibilidades. No conozco el ambiente que existe en Miami, pero si los jugadores permitieron que sucediera lo que ha salido a la luz recientemente, tenemos un lugar de trabajo que no es funcional.

Se habla de una supuesta grabación en la cual Richie Incognito, guardia izquierdo de Miami, insulta racialmente a Martin y extiende amenazas físicas de alto nivel. Se mencionan supuestos mensajes de texto de la misma índole y situaciones de abuso en el comedor del equipo. Se habla de un viaje a las Vegas con un costo de 30 mil dólares el cual Incognito forzó a Martin a pagar. Uso la palabra supuesto porque hasta el momento, nadie fuera de los Delfines ha escuchado o visto estas cosas.

Hay varios temas por analizar. El primero es que el "hazing", o si prefieren llamarle novatadas, es una cosa, y el "bullying", o amenazas y o agresión personal es otra. Las bromas y las novatadas son parte de un equipo. Todos los que tuvimos el privilegio de ser parte de un grupo deportivo organizado las vivimos. Me refiero a cantar en el comedor y en el vestidor. A pagar las pizzas y donas los viernes y sábados. A cargar el casco y las hombreras de los veteranos. A lavar coches. A veces hasta ser amarrado a los postes y ser aventado en la tina de agua con hielos. Estas dos últimas no me tocó vivirlas, pero sé que suceden. Pasan una vez, y ya "iniciado" el jugador no las vuelve a tener y es parte de la hermandad. ¿Pero agresiones personales? ¿Insultos de tono racial? Eso es un crimen que no tiene lugar en un vestidor ni en la sociedad.

El segundo tema por ver es, ¿por qué se permitió este comportamiento dentro del vestidor? Un equipo bien integrado tiene líderes dentro de sus jugadores. Normalmente son jugadores veteranos o aquellos con antigüedad o preponderancia en el equipo. Estos jugadores son los que ponen y aplican las reglas dentro de un vestidor. Son los que meten en cintura a aquellos que se pasan de la raya. Leí que Incognito era parte del consejo de liderazgo de Miami porque fue elegido por los mismos jugadores. Como dirían, "La iglesia en manos de Lutero". Aún así, me sorprende que NADIE le haya puesto un alto. Posiblemente Martin no era un jugador popular. Quizás era tímido y reservado. Pero el abuso personal es un delito y no se debe de permitir en NINGÚN tipo de situación en un lugar público o privado. ¿En dónde están los veteranos de respeto? ¿En dónde quedó Ryan Tannehill que su autoproclamó líder del equipo?

Tercer tema, ¿en dónde estaba Joe Philbin? Aparentemente, esta situación, que se llevó a cabo durante varios meses, le pasó de noche. Recién declaró que apenas se enteró. Bill Parcells dejaba operar al vestidor, pero sabía exactamente todo lo que sucedía dentro del mismo. Bill tenía sus "espías". Tan pronto alguien se pasaba de la raya, o el vestidor salía fuera de los confines del estadio, tomaba cartas en el asunto. Philbin declaró en una rueda de prensa que el equipo, a través de su dueño Steve Ross, le pidió a la liga que interviniera y que arreglaría la situación si la liga llegara a encontrar un problema. ¿Por qué tiene que intervenir e investigar la liga? ¿Por qué no parar en seco una situación tan vergonzosa y hasta peligrosa? Las reglas de un equipo las ponen el entrenador en jefe y estas se aplican también al vestidor. Por lo visto, Philbin está desconectado con lo que pasa en su propia "casa". Esto es señal de que le queda grande el puesto de entrenador en jefe.

Finalmente, tenemos al gerente general Jeff Ireland. ¿Por qué firmar a un jugador como Richie Incognito que había salido de todos y cada uno de sus equipos anteriores por cuestiones de disciplina y de carácter?

Es alarmante y triste la situación que salió a relucir en Miami. La única solución que veo es un "borrón y cuenta nueva" por parte de Ross empezando con Ireland, después con Philbin y finalmente con jugadores de carácter dudoso.

Para finalizar, quiero mencionar que no tengo cuenta en Facebook y por lo mismo no me es posible contestar ciertos comentarios a mis notas. No pienso abrir una cuenta en Facebook. Esto no significa que no aprecie sus comentarios, aunque sean críticas sobre mis opiniones. A seguidores y detractores, les agradezco se tomen el tiempo de leer y opinar sobre estas notas.

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