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Invasión argentina en tierra rossonera

MILAN (EFE) -- El jolgorio y la alegría de los seguidores argentinos, con el ondear de banderas su país y de Boca Juniors, tomaron la céntrica "Piazza Duomo" de Milán, nada más anotar Raúl Cascini el penal que daba al conjunto sudamericano el triunfo en la Copa Intercontinental ante el AC Milan.

La "Piazza Duomo", sin duda la más característica y concurrida de Milán, fue el lugar elegido por el ayuntamiento de la capital lombarda para la instalación de una pantalla gigante de televisión, con el objetivo de que pudiera seguir quien lo desease las vicisitudes del Milan-Boca Juniors.

En el lugar, como era previsible, se reunieron varios miles de personas con signos de ambos equipos y natalicios. Lógicamente fue aplastante superioridad de los seguidores milanistas, que antes y durante el encuentro, y sobre todo tras el 1-0 anotado por el danés Tomasson, se hicieron notar de lo lindo en apoyo de sus amados colores.

Pero no menos fue la reacción del centenar de seguidores argentinos, agrupados en un ángulo de la citada plaza y quienes no se amedrentaron ante su notable inferioridad numérica e, incluso, se hicieron sentir y acallaron a sus "rivales" tras el rápido empate anotado por Matías Donnet.

Por fortuna, durante el partido no hubo graves enfrentamientos entre las aficiones, teniendo que intervenir las fuerzas de orden sólo a un número reducido de meras discusiones entre miembros aislados de ambas partes.

La esperanza argentina fue aumentando a tenor de la marcha de los decisivos lanzamientos de penal. Precisamente, la ejecución a cargo de Cascini fue antecedida por gritos de "¡Vamos compañero!, por parte de los suramericanos, y silbidos del lado milanista.

Y la alegría estalló por todo lo alto cuando el "compañero" Cascini anotó la pena máxima y la Copa Intercontinental era ya de Boca Juniors.

Las banderas argentinas y de Boca, los cánticos y también las lágrimas de alegría tomaron la "Piazza Duomo" que, ante la triste y silenciosa desbandada del aficionado milanista, se convirtió durante unos minutos en el centro de la comunidad argentina en Milán.

Una fiesta a la que se unieron en la ciudad algunos seguidores de la Juventus de Turín y del Inter de Milán, quienes no dudaron en celebrar la derrota de su "rival" milanista exhibiendo en sus balcones y ventanas banderas juventinas e interistas.