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Un cubano, medalla de oro y plata

BUENOS AIRES -- Cuba fue el primer país latinoamericano que participó en los Juegos Olímpicos. Sucedió en París 1900 y lo hizo con bombos y platillos. Su único representante, el esgrimista Ramón Fonst, encabeza la nómina de las medallas de oro que luce su país y, por ende, Latinoamérica, en el historial olímpico. Y no sólo eso, también lo hace en el de las medallas de plata.

Fonst venció en espada y perdió ante su profesor, el francés Ayat, en la final de espada para profesionales y amateurs. Contaba con apenas 16 años y causó asombró la notable habilidad y destreza de ese adolescente zurdo, muy alto, con gran alcance de brazos, poseedor de una fuerza y resistencia extraordinarias.

Nadie dudó que estaban frente a un virtuoso de la esgrima mundial. Lo refirmó luego en el Campeonato Internacional de París en 1904 y con las medallas doradas de florete, espada y florete por equipos en los Juegos de Saint Louis 1904, e inclusive en los de París 1924, a los 40 años, cuando fue eliminado en la semifinal tras una dudosa decisión de los jueces.

En 1905 ganó nada menos que 64 competencias, 44 de tiro y las restantes en esgrima y ciclismo. Un fenómeno. En 1915, en la Feria Internacional de San Francisco, California, Fonts triunfó invicto en florete, espada y sable frente a 100 adversarios. Por esa brillante actuación fue proclamado "tirador amateur fuera de serie".

Una anécdota pinta a la perfección el respeto a su talento. Se cuenta que durante la filmación de una escena de la película "El Capitán Blood" rodada en 1935, el actor Errol Flynn, un gran admirador de su estilo, sostenía un duelo a muerte con el villano personificado por Basil Rathbone, cuando éste falló lastimosamente en una de las estocadas. Al ver lo sucedido, Flynn, muerto de risa, le dijo: "Si haces eso contra Ramón Fonst eres un hombre muerto".

Cuando apareció en París 1900, no eran muchos los que sabían de la existencia de Cuba, o dónde quedaba, ya que por entonces era una colonia de España. Pero a Ramón Fonst nunca se le ocurrió competir por Francia, pese a que su formación educativa y deportiva era totalmente gala. Sentía el orgullo de ser cubano de estirpe y toda la gloria se la dio a su patria. Falleció en La Habana en 1959, siendo presidente del Comité Olímpico Cubano.

Su nombre no se perdió en el tiempo y en un estadio polivalente de La Havana surge como permanente ejemplo.

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Eduardo Alperín es periodista deportivo desde 1958. Fue prosecretario de deportes del diario La Nación de Buenos Aires y cubrió los Juegos Olímpicos de Montreal 76, Moscú 80, Los Angeles 84, Seúl 88, Barcelona 92, Atlanta 96 y Sydney 2000. Fue jefe de prensa del Comité Olímpico Argentino entre 1995 y 2002. Actualmente es asesor de prensa de la Asociación Argentina de Polo, cubre el área de prensa de ESPN Sur y es columnista de ESPNdeportes.com.