<
>

El debut para los de sudamérica

BUENOS AIRES (EFE) -- La inminente disputa del campeonato sudamericano de fútbol en tierra ecuatoriana merece evocar su vieja y brillante historia, refrescar sus grandes jornadas futbolísticas, darle vida nueva al recuerdo de figuras y hazañas de grandes jugadores que fueron famosos y cuyos nombres parecen estar cubiertos por esa película gris que es el olvido.

El campeonato sudamericano fue en su hora de esplendor, sin duda y sin derecho a réplica, el certamen futbolístico más importante del mundo, jugado por los más habilidosos futbolistas del mundo, los que habían hecho de su contacto con el balón un arte finísimo, comparado al ballet en todo su manejo individual, y una armonía total en el juego de conjunto, tal una orquesta de afinación perfecta.

Fueron aquellos atletas los que, por la resonancia popular y deportiva de aquel torneo que trascendía el ámbito continental, conquistaron a Europa con los futbolistas de Uruguay, triunfadores esplendorosos del certamen de fútbol de los Juegos Olímpicos de París en 1924, y los jugadores argentinos de aquel Boca Juniors de estilo asombroso, protagonistas de la inolvidable gira de 1925 por las canchas del Viejo Continente.

Todo comenzó con una fiesta. En 1910 Argentina era presidida por José Figueroa Alcorta y el país celebraba, a toda pompa, el primer Centenario de la llamada Revolución de Mayo, primer paso hacia la independencia. Eran aquellos los tiempos de la prosperidad a los que la gente denominaba "de las vacas gordas".

Delegaciones de alta investidura de todos los países del mundo llegaron a Buenos Aires para asociarse a la fiesta y la más brillante entre todas fue la de España, encabezada por la infanta Isabel de Borbón, tía del rey Alfonso XIII. Había llegado en un buque de guerra y la infanta, a quien los españoles denominaban "La Chata" por su graciosa nariz de "ñata", conquistó a la sociedad argentina con su simpatía y desbordante buen humor, pudiendo decirse que en las celebraciones de mayo "se robó" la película.

Sus diálogos y sus expresiones castizas, algunas ligeramente zafadas, eran regocijo de cuantos la rodeaban, y aquellas palabras que eran difundidas por sus amigos llegaban al pueblo. Se cuenta que el día de la despedida en el puerto, entre risas y lágrimas, la infanta, desde la borda de la nave, dijo a los que quedaban en el muelle: "volveré cuando aquí coger deje de ser una mala palabra".

Entre el nutrido programa de los actos celebratorios vinculados al Centenario, que abarcó varios días, la "Argentine Football Association League", el organismo rector del fútbol argentino que todavía giraba con la denominación en idioma inglés y era presidido por Hugo Wilson, organizó un torneo continental de balompié convocando al efecto a los países vecinos donde ya el fútbol se desarrollaba bajo la dirección de institutos organizados.

Al llamado respondieron Chile y Uruguay. Brasil se abstuvo agradeciendo el convite tras declarar que no disponía de un equipo digno de alternar en un acontecimiento de aquella importancia.

Fue aquel breve torneo como la anunciación de un campeonato sudamericano. Las disputas comenzaron el 29 de mayo con el partido entre Uruguay y Chile en el que vencieron los uruguayos por 3-0. El partido se jugó en la cancha del club Gimnasia y Esgrima del barrio porteño de Palermo, el más hermoso y cómodo estadio de Buenos Aires.

Merecen el honor de ser mencionados los componentes de los equipos de aquel partido inaugural. Por Uruguay jugaron Saporiti; Crocker y Bertone; Pena, John Harley y Zuazu; Buck, Dacal, Piendibene, Raymonda y Brachi. Defendieron los colores de Chile Gibson; Mac Millan y Ash, Hormazábal, Allen y González; Robson, Simmons, Campbell, Hamilton y Acuña.