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Era la orquesta albiceleste

BUENOS AIRES (EFE) -- La selección argentina del entrenador Alfio Basile, el implacable zaguero Oscar Ruggeri y el terror de los guardametas Gabriel Batistuta pasó en 1993 por Ecuador, donde se jugó la Copa América, en estado de gracia.

Basile no quería hablar de Diego Maradona cada vez que los periodistas le hacían preguntas, pero respetaron su silencio porque el equipo pudo ganar dos copas sudamericanas seguidas sin el aporte del astro, que poco después sacó las castañas del fuego cuando Argentina casi se quedó fuera del Mundial de Estados Unidos, y tuvo que participar en las eliminatorias en lo que nosotros llamamos "repechaje" y los españoles "repesca" ante Australia.

La novedad del Sudamericano de Ecuador fueron las invitaciones al banquete futbolístico enviadas a las selecciones de Norteamérica, representadas por México, el equipo del fogoso Hugo Sánchez y el pintoresco Jorge Campos, y Estados Unidos, donde sobresalía (más por su estatura que por su técnica) el larguirucho Lalas.

Los estadounidenses no pudieron ganar un sólo partido y regresaron tempranamente a sus "houses" para seguir aprendiendo a jugar con los pies con las lecciones del movedizo Bora Milutinovic, pero los mexicanos fueron la sensación del torneo, no tanto por lo que hicieron en la primera fase en Guayaquil, Machala y Portoviejo ante bolivianos, colombianos y argentinos, sino por lo que mostraron después en Quito al vencer a Perú y Ecuador en cuartos y semifinales.

El equipo de Ecuador, conducido por un gran jugador llamado Alex Aguinaga e instalado en la altitud de Quito, arrancó con todo al ganar ante Venezuela (6-1), Estados Unidos (2-0) y Uruguay (2-1) y hacerse dueño del grupo, en el que los uruguayos del inefable Luis Cubilla fueron segundos y se clasificaron para seguir en carrera.

Perú, conjunto en el que un tal Del Solar, al que llamaban "Chemo", dio un par de exhibiciones de cómo se trata, se cuida, se mima y se utiliza la pelota, y que además fue el goleador del equipo, ganó el grupo que jugaba sus partidos en Cuenca.

El segundo fue el Brasil de Carlos Parreira, en el que Cafú, Roberto Carlos, Sampaio, Muller, Palinha, Edmundo y Zinho no dieron en el clavo y zafaron con una victoria y un empate, pero sufrieron una derrota histórica frente al Chile de Iván Zamorano y el "profe" Arturo Salah.

Los chilenos sólo tuvieron ese resultado para celebrar y se fueron del torneo más rápido de lo que merecían. También se clasificó como el mejor tercero el conjunto de Paraguay, la agrupación de Alicio Solalinde que tenía como puntales a Cabañas, Ayala, Gamarra, Struway y otros buenos jugadores, de esos que no se doblan ni se rompen.

Finalmente, en el grupo más complicado, los colombianos de Francisco Maturana, con el "rompepeines" Valderrama y sus socios Rincón y Leonel Alvarez, fueron los primeros, Argentina ocupó el segundo puesto y México el tercero. Pasaron todos y Bolivia tuvo que cerrar la puerta del lado de afuera.

Colombia y Argentina habían ganado uno y empatado dos partidos, entre ellos el choque que tuvieron en el Monumental de Guayaquil. Los argentinos, en su debut frente a Bolivia en el estadio Capwell de los "eléctricos" del Emelec, perdieron al sacrificado trabajador del centro del campo Rubén Darío Franco, que sufrió una fractura en una pierna en una jugada casual frente al zaguero Marco Sandy, al que siempre se lo recuerda por su enorme fe religiosa.

Ecuador sacó del torneo a Paraguay con un 3-0 inapelable. Colombia y Uruguay igualaron 1-1, pero se clasificaron los colombianos. Por el mismo marcador empataron Argentina y Brasil, pero los rioplatenses tenían en el arco a Sergio Goycochea, que detuvo un remate desde los once metros a Boladeiro en la tanda decisiva, y siguieron en carrera.

Pese a que Del Solar convirtió en gol una pena máxima y se proclamó único goleador de su equipo en el torneo, Perú quedó eliminado frente al ambicioso México (4-2), que no contaba hasta ese momento con los goles de Hugo Sánchez, a lo mejor porque tenía la pólvora húmeda.

En las semifinales, Sánchez se acordó que lo suyo era hacer pasar la pelota debajo de los tres palos y metió un gol ante Ecuador. El otro lo hizo Ramón Ramírez y con el 2-0 los mexicanos dieron la gran sorpresa y se metieron en la final.

En estado de gracia, como queda dicho, Argentina empató sin goles frente a Colombia y en la lotería de los remates con los que se cocinan el todo o la nada, otra vez Goycochea detuvo uno, el de Aristizábal, acción que valió nada menos que el pase a la final.

Los colombianos empujaron y desalojaron a Ecuador del podio al ganar por 1-0 el partido por el tercer puesto que se jugó en Portoviejo.

En la final jugada en el Isidro Romero Carbo, el "Monumental" situado a orillas del río Guayas, propiedad del Barcelona ecuatoriano, apareció Batistuta, el muchacho con cara de ángel dedicado a mandar al infierno a quien intentara detener un pelotazo suyo.

Sus dos goles en el segundo tiempo -los mexicanos metieron uno- retuvieron la Copa América que Argentina había ganado dos años antes en Chile y para levantarla bien alto los muchachos de Basile la dejaron en manos de Ruggeri, que se ha paseado por los estadios del mundo cumpliendo esa tarea.

Hermoso recuerdo el de Ecuador. Tan hermoso como el que nos dejó en esa misma tierra la Copa América de 1947, que también ganaron los argentinos.

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