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También se lleva algunos aplausos

SAO PAULO (EFE) -- El italiano Flavio Briatore, el 'jefe' de Fernando Alonso, flamante campeón del mundo de Fórmula Uno, es, sin duda, una de las grandes estrellas y uno de los tipos más listos de la F1, en la que podrá presumir de haber descubierto al 'crack' asturiano y a su antecesor en la cima, el alemán Michael Schumacher.

Briatore, uno de los personajes más espectaculares, envidiados y controvertidos del gran motor, nació hace 55 años en Verzuolo y su entrada en la Fórmula Uno vino de mano de la familia Benetton.

Flavio, consumado hombre de negocios, trabajaba en la bolsa de Milán cuando conoció, en 1974, a Luciano Benetton, para el que, estableció, tres años después, los United Colors of Benetton en Estados Unidos.

Cuenta su biografía que en 1988 presenció en directo su primer Gran Premio, en Australia, y en 1989 se unió a la escudería Benetton. Era la figura ideal en un deporte espectáculo como la Fórmula Uno. Conocía gente interesante y dominaba el mundo de los negocios y el de la moda.

Inteligente, arriesgado y ambicioso, este antiguo profesor de esquí pronto comenzó a descifrar las claves del complicado y competitivo mundo de la Fórmula Uno, en cuyas turbulentas aguas se mueve con elegancia y contundencia.

En 1994 logró el primer título con Michael Schumacher, el hombre récord de la Fórmula Uno -séptuple campeón mundial-, al que justo después de su debut en 1991, a bordo de un Jordan, fichó para la Benetton-Ford. Escudería con la que "Schumi" logró su primera victoria, un año después -de nuevo en Spa-; y la segunda, en Portugal, en 1993, una temporada antes de su triunfo global, que se forjó con ocho triunfos.

En 1995, Briatore guió al astro de Kerpen en su segundo título Mundial -el alemán ganó nueve Grandes Premios ese año, incluido el de España- y añadió además, para la Benetton-Renault, el de constructores que Schumacher ganó junto a Johnny Herbert, lo que fue un enorme éxito.

El alemán se fue a Ferrari en 1996 y Briatore dejó Benetton dos años más tarde, para crear 'Supertec Sport' empresa que suministraba motores a la anterior escudería y a otras tres más.

En 2000 fue nombrado director general de Renault Sport en el Reino Unido. Es ese año cuando entra en contacto con Fernando, que tenía un precontrato con Minardi, escudería que atravesaba una fuerte crisis económica que a punto estuvo de costarle la desaparición.

Flavio demostró tener una visión privilegiada al comprar el contrato de Alonso y cederle a la escudería que acababa de comprar el magnate australiano Paul Stoddart.

Briatore comienza a controlarlo todo, en 2002, cuando decide dejar a Fernando de probador, es nombrado director general de la escudería en el Reino Unido y en 2003 también se convierte en el Managing Director de Renault F1 Francia, en Viry-Chatillon

Saboreó la primera victoria del genial piloto asturiano en Hungría y ha compartido con él todos sus éxitos en la Fórmula Uno, incluidas todas las plusmarcas de precocidad. Desde el primer instante, protegió a Alonso de forma leonina y, de la misma forma que lo hizo con los alemanes cuando comenzaba Schumacher, nunca dudó en enfrentarse con los representantes de los medios de comunicación españoles si consideraba que el trato dado a su protegido no era el correcto.

De carácter ganador y amante de la buena vida, disfruta, con la doble alegría de saberse envidiado, todos los éxitos que consigue. "Me pagan, y me pagan bien, por hacer mi trabajo. Es así de sencillo. Tenemos uno de los presupuestos más bajos y creo que somos el equipo más eficiente de la Fórmula Uno. Y estoy orgulloso de formar parte de esta aventura", declaró a Efe en Hockenheim, donde Alonso le metió la estocada definitiva al Mundial.

Tan sólo unas horas antes, estaba pendiente de echar una partida de cartas junto a sus pilotos, Alonso y Fisichella. Es un jefe muy exigente, pero a Fernando le ha dado siempre un trato paternal y ha sabido admirar no sólo el talento, sino la garra de su pupilo predilecto incluso cuando éste le ha tenido que cantar las cuarenta en más de una ocasión. No tiene ningún inconveniente en mofarse de los que cree sus enemigos cuando los derrota. Genio y figura hasta la sepultura, hoy Briatore es un hombre feliz.