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César Menotti, el hombre que cambió para siempre el destino de la Selección Argentina y fue el padre del primer título mundial en 1978

"La idea es jerarquizar a la Selección. Tengo la posibilidad de demostrar que se puede construir una estructura sólida, capaz de respaldar el trabajo del técnico". Cuando César Luis Menotti asumió su cargo el 2 de octubre de 1974, el equipo nacional de Argentina venía de décadas de desorganización, falta de seriedad y derrotas deportivas. Basta decir que en el Mundial de 1974 hubo tres entrenadores que nunca pudieron crear una estructura firme. Entonces, llegó el director técnico del inolvidable Huracán de 1973 y cambió todo.

César Menotti, el hombre que "inventó" la Selección Argentina moderna

Algún día de 1974, el presidente de la AFA David Bracuto llamó al joven Menotti para ofrecerle la dirección técnica del seleccionado. Ex dirigente de Huracán, Bracuto conocía a la perfección al entrenador de 36 años que había sido campeón del Metropolitano 1973 y sabía lo que le podía dar al combinado nacional. Le dijo que su continuidad no dependía de los resultados y que debía liderar un proyecto integral. La respuesta del Flaco fue muy clara: "Es la gran ambición de mi vida". Así, Argentina comenzó a ganar su primera Copa del Mundo.

Los cuatro años previos al Mundial fueron muy intensos. Se formaron combinados en las provincias, se jugaron decenas de amistosos y antes del inicio del torneo el plantel estuvo concentrado más de cincuenta días. Por primera vez en la historia, la Selección nacional era la prioridad de todos los actores del fútbol argentino. César Menotti fue el gran responsable de esto. El rosarino, quien falleció a los 85 años este domingo 5 de mayo, lideró una verdadera revolución, que cambió para siempre al fútbol nacional.

El objetivo fue claro desde el comienzo: ganar la Copa del Mundo de 1978. Y tan claro como lejano, porque Argentina estaba muy lejos de los primeros planos internacionales. La generación dorada de los cuarenta, que Menotti siempre miró con admiración, ya estaba demasiado lejos en el pasado, y se necesitaba una mirada moderna y al mismo tiempo respetuosa de la tradición. Menotti era el hombre perfecto para liderar el nuevo proyecto y puso en marcha un cambio total: de mentalidad y al mismo tiempo de estructura organizativa.

El Mundial 1978, el objetivo máximo

Renovó casi por completo el plantel que había jugado el Mundial 1974. Cuatro años después, disputaron la Copa en Argentina solo tres futbolistas que habían estado en Alemania Federal: Ubaldo Fillol, René Houseman y Mario Kempes.

"Yo puedo perdonarles todo. Que se equivoquen en los relevos, que regalen una pelota y llegue el gol contrario o que se olviden del planteo. Pero no les voy a perdonar que les falte personalidad para ser fieles a un estilo de juego. Yo siempre dije por qué y para qué los traje a la Selección y no les voy a permitir que traicionen la vocación que los llevó a ser jugadores de fútbol". Eso fue lo que dijo Menotti en la charla previa a la final contra Países Bajos.

Habían pasado casi cuatro años, miles de horas de entrenamiento y seis partidos de la Copa del Mundo. Todo un país que se desangraba por la dictadura a la vez soñaba con un título en medio del horror. Después de las palabras del entrenador rosarino, el equipo nacional salió al campo de juego del estadio Monumental y le ganó a Países Bajos con fútbol y coraje. Así se consagró campeón por primera vez en la historia.

Tras el partido y la vuelta olímpica, todos volvieron al vestuario, jugadores y cuerpo técnico. El DT contó ese momento en una entrevista con el diario Clarín: "Llegué al vestuario y me senté contra la pared con los ojos cerrados. Cuando los abrí me di cuenta de que los muchachos se habían sentado frente a mí en silencio. Nadie decía nada. No había emoción ni angustia ni llantos. La felidad eterna la teníamos todos bien adentro".

También se refirió al tema más controversial y polémico de la Copa: la relación del Seleccionado con la dictadura militar: "Nosotros somos el pueblo, somos las víctimas y representamos lo único legítimo en este país: el fútbol. No jugamos para las tribunas llenas de militares sino para la gente. Nosotros no defendemos la dictadura sino la Libertad".

"De los tres primeros puestos del torneo, dos sudamericanos, Argentina y Brasil, han ocupado dos lugares. Clara demostración que todavía en América se pueden seguir ganando campeonatos mundiales", consideró el director técnico en la conferencia de prensa posterior a la final. Sin dudas, el fútbol de este continente siempre gozó de buena salud.

Haber cumplido el objetivo de máxima dejó más que satisfecho a Menotti y por eso apenas finalizó el Mundial declaró: "El ciclo Menotti ha concluido. Hoy, me atrevo a decir que ni aun cuando me lo propongan, las autoridades continuaría preparando a esta Selección para 1982, en España. Ya no tengo fuerzas para continuar un camino que estuvo lleno de problemas y dificultades. Desde el primero de enero de 1975 hemos venido luchando día a día contra los incrédulos respecto al equipo que estábamos preparando. Con este título, mi tarea ha terminado". Por supuesto, la historia dice que su camino en la Selección continuó y su legado se hizo más grande.